miércoles, 14 de marzo de 2018

Aquella tarde de estío

The Honeymoon by Marcus Stone can be purchased here

No sé qué
Trajo a mi memoria,
Aquella tarde de estío
En la que sentados juntos
Nos balanceábamos
Lentamente
Mientras leíamos.
Yo una novela.
Tú un delgado
Libro de poesía.

Acercaste tu mano derecha
Para albergar la mía.
La tenías cálida.
Era una dulce caricia.
Nos miramos a los ojos.
La eternidad
Se ocultaba,
Infinita,
Detrás de tus pupilas.
Desgajamos
una leve sonrisa.

La brisa trajo
Olor a jazmín.
¡Y yo sentí
tanta dicha!

2018.3.14 Calalberche


lunes, 13 de noviembre de 2017

Sobre el suicidio




Hoy me he pasado unas horas leyendo tu perfil de Facebook tratando de buscar una respuesta, pero todo lo que he encontrado son mensajes tuyos en los que dabas gracias a Dios por la vida, junto con otros que denotaban tu profunda fe cristiana mezclados con otros fetichistas o de creencias en magias. Esos siempre me chocaron. Pero ni un rastro hallé de lo que buscaba. 


Me has dejado, nos has dejado, sin una sola pista. Perplejos, desolados, doloridos, con esa eterna pregunta, que ya nunca se borrará de nuestras mentes mientras respiremos y te recordemos:

 ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué ahora, cuando parecía estar mejor y más feliz?


Cuando me enteré de que nos habías dejado, no entendía cómo era posible, si tu salud no parecía tan frágil como para eso. La última vez que hablamos me comentaste que eras más feliz que nunca, que te encontrabas mejor:

¿Habrá sido un infarto entonces? Sí, ha debido ser un ataque repentino. Pobrecita.


Al día siguiente, me confirmaron que te habías arrojado por la ventana de tu nuevo piso. Me puse a llorar y a gritarte:

¿Cómo te has atrevido a hacerme esto? ¿Por qué no me llamaste? Si tu sabías que yo siempre estaba aquí para ti. Para hacerte todo el teatro telefónico que hiciera falta, que con mis tonterías era siempre capaz de hacer que te partieras de risa, de levantarte de la cama cuando estabas postrada en ella, de hacerte comer cuando rehusabas a ello…


Tu marido me ha confirmado que no dejaste ni una nota. No lo entiende. Nadie lo entiende. ¿Cómo vamos a entenderlo?


Con la ilusión que te hacía poder ser abuela ¿por qué has dejado al nieto que va a nacer sin que pueda conocerte?


Si ya nos resulta imposible asimilar cuando a alguien le llega la muerte de forma natural o por accidente, cuanto más imposible es de comprender que, alguien decida hacer menosprecio de la vida de esa manera.


No puedo sacarte estos días de mi cabeza. Imagino en lo bien que lo íbamos a pasar cuando fuera a verte en tu nueva vivienda, recorriendo abrazadas por los senderos que recorrimos en nuestra infancia, rememorando aquellas noches en que te quedabas a dormir en nuestra casa que considerabas tuya, o cuando nos saludábamos felices al amanecer de terraza a terraza, con los trenes pasando de por medio, cuando, de adolescentes comenzamos a ir juntas  a las fiestas regresando alegres acompañadas de nuestros primeros novietes, cómo nos reíamos por nada, por el mero hecho de estar juntas.


Ahora, el día que regrese al pueblo en que nos criamos, ya no será para visitarlo en tu compañía, sino para mostrarte, a través de mis ojos, la tristeza y soledad del paisaje que nos vio crecer juntas como dos hermanas, sin serlo. 


Cada vez que alce mi vista al cielo trataré de imaginar que, en algún lugar remoto, en el que tú creías, estarás contemplado lo que hago, leyendo mis pensamientos o dictando mis recuerdos. Prometo que intentaré comprenderte.

Alguien que se suicida ¿es una persona valiente o una cobarde?

viernes, 23 de diciembre de 2016

La peregrinación de 2016

Escribí este poema para felicitar las Navidades de 2016.  Me inspiró la canción cantada por Mercedes Sosa "La peregrinación".





Poema: La peregrinación de 2016
Poem: The Pilgrimage in 2016

A la huella, a la huella,
Incalculables Josés y Marías,
Errando por valles pelados,
Desiertos desamparados.

A la huella, a la huella
Remando, remando,
No hay país de acogida.
Sigan preguntando.

 Florecitas del desierto,
Clavelitos descoloridos,
Sin país de acogida.
¿Dónde enraizareis
Vuestros huesitos doloridos?

 ¿Dónde nacerás, capullito,
En vientre crecidito,
Palomita sin olivo,
Buhito sin huequito?

 A la huella, a la huella,
Esos Josés y Marías
De  Dios desconocido.
Nadie quiere saber…

A la huella, a la huella,
Expatriados,
Reivindican una manta,
Para la Señora con bebé.
Nadie oye.
Nadie ve.

 A la huella, a la huella,
¿A dónde vais soles?
¿De qué huis luceros?
Ojitos aterrados.
Piececitos lastimados.

Sin aliento los burritos.
Sin bueyitos los establos.
Por las casitas sin tejado,
Un rayito entra descorazonado.
Ni  Marías, ni Josés.
El lucerito del alba está confinado.

A la huella, a la huella,
Marías y Josés,
Dios desangelado,
Navega derrotado.
Nadie ha visto,
Nadie ha escuchado.

To the footprint, to the footprint,
Unforgettable Josés and Marías,
Running through bare valleys,
Deserted deserts.

To the footprint, to the footprint
Paddling, paddling,
There is no host country.
Keep asking  for.

Flowers of the desert,
Discolored carnations,
No host country.
Where will you rooted
Your aching bones?

Where will you be born, tiny bud,
Inside a belly grown up,
Little pigeon without olive,
Small owl without a hole?

To the footprint, to the footprint,
Those Josés and Marías
Of unknown God.
No one wants to know ...

To the footprint, to the footprint,
Expatriates,
They claim a blanket,
For the Lady with a baby.
Nobody hears.
Nobody sees.

To the footprint, to the footprint,
Where are you going suns?
What do you, tiny stars, escape from?
Terrified eyes.
Wounded feet.

Breathless donkeys.
Without oxen the stables.
For the houses without roof,
A thin ray enters disheartened.
Neither Marías, nor Josés.
The morning star is confined.

To the footprint, to the footprint,
Marías and Josés,
Soulless God
Browses defeated.
Nobody has seen,
No one has listened to.

viernes, 11 de marzo de 2016

Oferta de trabajo para cuidadoras con corazón

Cuidados dosificados

Estoy pasando unos días en UK con una amiga mía. He venido a verla porque ella me lo ha pedido. Un día se sintió tan mal, que todos pensaron que no duraría muchos días u horas más. Así que aquí estoy, con ella, después de cruzar el charco, a miles de kilómetros de mi casa.

Yo me pregunto ¿cómo me sentiré si llego a vivir hasta tener su edad? Cuando todo lo que me rodea se ha convertido en un caos que gira en torno a mis pocas necesidades, básicas, pero imprescindibles para poder seguir respirando cada día.

No puedo comprender este sistema británico de cuidadoras a domicilio, que han sacado la plaza por oferta pública. ¿Qué es lo que hacen durante un día? Se supone que deben venir, al menos cuatro veces diarias al domicilio del paciente, pero ¿para qué? Pues si se llaman “cuidadoras”, lo lógico es pensar que vendrán a realizar tareas para el paciente tenga una vida mínimamente confortable en su hogar... ¡Pues no! Te has equivocado, al igual que yo.

Típica escena diaria de una de estas “expertas” cuidadoras. Entra. Saluda. Pregunta cómo está el/ la paciente. Se dirige a la caja que contiene la medicación dosificada para cada día, que está recubierta que un plástico cuadrado trasparente (y esto es muy importante). “A ver que nos toca tomar hoy…A sí hoy es…”. Saca las medicinas, quitando el plástico transparente (lo tira al aire/ al suelo/ o lo deja acumulado sobre la mesa, porque no le pagan para tirarlo al cubo de la basura ¡Eso se excede de sus funciones!), luego pone los medicamentos correspondientes en una cajita de plástico, que pasa a la paciente con un vaso de agua. Si el vaso ya tiene agua ¡mejor! Porque ya no tiene que rellenarlo. Si no la tiene le pone la suficiente para que se tome los medicamentos y dice “Tómese esto”. Luego, ella saca la tabla donde debe anotar que ha venido a suministrarle la medicación. Como comentario añadido, puede decirle luego tengo que volver porque la siguiente está enferma, o hasta tal hora ya no volveré porque no puedo venir antes, etc. Es decir que la visita de la cuidadora puede durar un máximo de 5 minutos.

Desde España suelo llamar a mi amiga por la mañana. Muchas veces me dice que no ha venido ninguna cuidadora por la mañana, otras veces no han venido por la tarde. Ella se va a la cama muy tarde porque la última no viene antes de las 21:00 horas.

Mi amiga está en los huesos. Cuando llegué se le caían todos los pantalones. Se los he acortado para que le ajusten. Tenía las uñas muy largas. Se las he cortado. Tiene conjuntivitis, pero la enfermera viene a ponerle las gotas. No le lava los ojos antes de echárselas. Se los estoy lavando con agua hervida, para quitarle las legañas antes. 

Ella casi no camina, y lo hace ayudada por un tacatá abajo, y otro en el piso de arriba, al que sube en una silla eléctrica acoplada a su escalera. Lleva pañales. Cuando llegué tenía una bolsa repleta de ellos desechables, porque nadie se había tomado la molestia de echarlos a la basura.

Le traen la comida preparada al mediodía, mediante un servicio contratado de “Meals on Wheels”, pero necesita un desayuno y una cena, al menos. Yo me pregunto ¿porqué estas cuidadoras no pueden servirle estas comidas, cuando hoy en día todo lo tienen preparado y muy a mano?

Yo me siento violenta. Esto de los plastiquitos tirados por doquier me está sacando de quicio. Me estoy volviendo mentalmente agresiva. Me gustaría tener una varita mágica y ser capaz de volver a una de estas cuidadoras en una ancianita, aunque solo fuera por unos días.

¡Cuánto me alegro de ser española! Cada vez entiendo más a los británicos que, siendo de la tercera edad, se mudan a vivir a España. Es que mi país, además de tener sol, tiene personas con corazón y alma. Yo creo que el frío británico, no solo enfría los pies, sino también los cerebros, los corazones… y congela la humanidad.