martes, 24 de junio de 2008

CRÍTICA: Cómo cargarse una lengua y su cultura








En respuesta a esta noticia:
NUEVO EPISODIO DE IMPOSICIÓN DEL CATALÁN - La Generalidad cierra una emisora extremeña en Barcelona por emitir en castellano

El hecho de que un GOBIERNO TOTALITARIO - como lo son, por sus principios, TODOS los NACIONALISTAS- cierre una emisora de radio no es algo que nos debería extrañar.

Ahora ha sido una emisora. Luego vendrán otros cierres (empresas, ceses en puestos de trabajo, cargos, etc.) con la disculpa de que el tendero/ funcionario/ profesor, etc no habla catalán.

Los políticos catalanes hace mucho tiempo que solo se sienten españoles cuando tienen catástrofes...entonces SÍ que piden ayuda a SU PAÍS...es decir ESPAÑA.

De lo que no se dan cuenta, estos políticos con pensamientos feudales, es de que no hay nada peor para una lengua que tratar de imponerla por la fuerza. Al catalán, y al resto de las lenguas autonómicas españolas, las están matando los propios POLÍTICOS de esas mismas autonomías, ya que las quieren imponer contra viento y marea a poblaciones que no las sienten como suyas. Hablarás un idioma si es tu lengua materna o porque lo quieras aprender por voluntad propia...JAMÁS lo aprenderás cuando te ha sido impuesto por la fuerza - por mucha razón que la FUERZA quiera tener- así que lo más probable es que acabes odiándolo, y junto con él, la cultura que representa.

Cuando fui a vivir a Galicia, a los 8 años, me pegaban mis compañeras en los recreos acusándome de extranjera porque no sabía gallego. Luego hice una buena amiga, comencé a escuchar a mis vecinos y a otras personas del pueblo, y poco a poco acabé comprendiendo lo que ellos hablaban. Cuando ya me hube ido de Quereño –la aldea donde vivía, dónde casi ningún nativo, por entonces hablaba español-, a los 15 años, me entró la curiosidad por saber más sobre el gallego y el deseo de conservar aquella lengua adoptada, y comencé a leer en ese idioma.

Ahora leo con más o menos frecuencia la obra de Rosalía de Castro, artículos escritos en gallego, o escucho, de vez en cuando, emisoras o cadenas en gallego, y me alegro de poder comprenderlo, o de hablarlo cuando tengo oportunidad.

Por mi experiencia, deduzco que las lenguas deben ser adoptadas por los extraños a ellas de forma natural, voluntaria, paulatina, y con predisposición positiva para que lleguen a ser amadas por ellos, al igual que la cultura que estas conllevan.


domingo, 27 de abril de 2008

RELATO: La brisa















Miró por la ventana enrejada.

¡Qué maravilloso estaba el trozo de jardín, que se divisaba en la franja que iba de un extremo a otro de la ferruginosa celosía!

El césped se extendía como una brillante alfombra verdosa, donde los pies de los que entraban y salían, iban dejando una huella, que solía desaparecer a los pocos segundos. La naturaleza se apresuraba a borrar todo rastro de humanidad sobre él...¡también podrían, mejor, encaminarse por el sendero empedrado! Pero algunos se empeñaban en irrumpir la solitaria quietud que solía reinar bajo el gran sauce llorón.

En aquel instante el gran árbol se dejaba mecer suavemente, soltando al viento sus colgantes mechones, los iba entrelazando unas veces y desenmarañando otras, de un lado a otro, una y otra vez. A él le atraía aquel vaivén. Podía pasarse horas con la mirada fija, como embrujado por aquel movimiento cinestésico. Nunca podría aprendérselo de memoria. Unas veces furioso, otras lento... a veces inclinado el árbol hacia un lado otras hacia el otro... unas veces agachándolo otras elevándolo... pero siempre imprevisible.

A él le hubiera gustado saber más, ir más lejos con la vista, pero no alcanzaba.

Pestañeó, carraspeó, pero no estaba seguro de si su carraspeo había sido perceptible, tragó saliva, notó sequedad en sus labios...¡agua, necesitaba agua! Había un surtidor justo detrás a la derecha, junto a la pared, recordaba... necesitaba volverse... quería que su piernas obedecieran sus órdenes... lo intentó, una y otra vez... pero todo fue en vano...

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿tenía aún el tiempo sentido?

Los verdes se fueron tornando cada vez más oscuros, lenta, pero irremediablemente, hasta que los colores se volvieron opacos, y luego llegaron las sombras, el cese del ir y venir, el viento se cansó de fustigar. El sauce dejaba caer sus melenas lánguidamente y empezó a moverse con pereza.

La luz de la luna entró a iluminar la estancia.

Debía de haberse quedado adormilado. Ahora sus manos se veían resaltadas por la luminosidad que les caía de fuera. Las había visto, un día tras otro tornarse cenicientas y como sarmientos, ¡extraño el un hombre de 35 años! De nuevo la terrible sed...el intento de acercarse a la fuente... Se abrió la puerta... El dulce y amable rostro de la joven de blanco se inclinó hacia él. Sus hermosos cabellos rubios casi se posaron sobre su hombro. Luego le miró de frente, adivinando su sonrisa. Sabía que le estaba diciendo algo ¿pero qué? Notó el roce suave, como de un pañuelo, limpiando con esmero sus párpados y sus lagrimales...umm! ella siempre le olía a trigo recién cortado -¿cómo sería el tacto de sus cabellos?...de seda, seguro- pensó él. Notó que ella comprobaba si aquel líquido transparente que bajaba sin cesar, invadiendo su cuerpo, estaba en su sitio.

Luego desapareció la visión del ventanal. Vió la fuente al fondo. Todo giró. Ella lentamente lo sujetó por debajo de los hombros. Lo arrastró hacia arriba. Lo despegó, y lo lanzó con cuidado pero con fuerza y energía hacia la superficie blanca, estirada, con olor a limpio, y lentamente extendió todo su joven cuerpo sobre ella. Ahora el techo era su horizonte. Lo cubrió con cálida blancura. Le inclinó la cabeza dejándolo un poco ladeado...ah! de nuevo su mirador. Siempre le producía una sensación de inseguridad perder su vista... Necesitaba saber que el sauce le acompañaba día y noche..y su interminable movimiento le mecía en sueños.

Ella se acercó a la cristalera, dejó caer el cierre hermético, y ...¡por fin! una nueva atmósfera invadió el cuarto enrarecido llenándose de oxigeno fresco. Cuando ella se apartó del frente, una suave brisa llegó hasta su rostro, acariciándolo y reconfortando todo su ser y su espíritu. Era el ritual esperado cada noche, la droga que no le podía faltar. Aquella brisa era lo único que daba sentido a su vida.

Ella volvió a acercarse a su rostro. Esta vez limpiando el contiguo flujo que solía salir de entre sus labios día y noche. Dejó con cuidado, bajo su mejilla derecha, una tela suave y cálida. Él sabía que lo estaba mirando de frente y diciéndole algo otra vez, porque notaba la calidez de su aliento...pero la oscuridad le impedía ahora vez su rostro. Cuando acabó de limpiar su boca, ella indudablemente se dirigió a la puerta. La abriría despacio, como si tuviera miedo de que él pudiera escucharla. Luego él adivinó que desaparecía, como cada noche, tras la puerta...

De nuevo regresó la suave brisa... acariciando su piel... Aquella era sólo suya...la tenía sólo para él toda la noche, ... y hasta temprano por la mañana.

Madrid, 27, abril, 2008

sábado, 29 de marzo de 2008

CRITICA: Las hermanas Bolena














Las hermanas Bolena dirigida por Justin Chadwick, es una película basada en la novela epónima de Philippa Gregory, La otra Bolena, donde abundan los errores históricos.

En ella se nos demuestra cómo el triángulo de las Bermudas formado por la invisible línea que va desde las femeninas axilas hasta dónde comienzan los muslos de una mujer, puede hacer desaparecer el mejor cerebro amueblado de un hombre, como podría serlo el del culto Enrique VIII, Eric Bana, tragando su capacidad de raciocinio, y conduciéndole a un profundo abismo de negación de sí mismo, a la violencia gratuita, y a una crueldad innecesaria.

Ana Bolena, Nataly Portman se nos revela cómo un personaje histórico manipulador, vengativo que no se para ante nada para conseguir llegar al poder, justo lo opuesto que su hermana María.

Esta película nos hace ver en María un personaje digno de mayor profundidad de investigación para los curiosos, que descubrirán que no tiene mucho que ver con el de la película. Pero Scarlett Johansson hace de ella un retrato soberbio. Dando la apariencia de una delicada, y más que hermosa, joven inexperta con un carácter interior fuerte y determinante, incapaz de ser corrompido por las maquinaciones de los cortesanos, ni por los intereses de su propia familia. Donde solo la madre de ambas, Lady Isabel Howard, Kristin Scott Thomas, es consciente de la ruina que el futuro traerá para todos ellos.

Es una película muy bien dirigida, unque no se la puede tildar de película histórica. En la que los diáologos son cuidados, los escenarios están perfectamente ambientados tanto interiores como en los exteriores, el vestuario es muy rico, detallado y fiel a la época, así como el papel del peinado y el simbolismo del pelo largo y suelto en una mujer de aquella época.



Si te interesa el tema de los Bolena u Enrique VIII, hay otra película británica de tinte más histórico, dirigida por Charles Jarrott en 1969, Ana de los mil días que también debes ver.






miércoles, 27 de febrero de 2008

RELATO: La cocina arabesca















No tuve más remedio que asomar mi cabeza por la luminosidad que proveía de aquella puerta, que alguien en un descuido había dejado entreabierta. Había, abajo, en el centro, junto a los fogones un hombre de espaldas atareado. Sin pensarlo dos veces bajé sigilosamente la escalera de madera en dos tramos sin atreverme a poner mi mano izquierda sobre aquella maravilla contorneada de pasamanos. Cuando el hombrecito chino delgado y moreno, que estaba enfrascado en una carrera endiablada cortando desenfrenadamente todo tipo de verduras y colocándolas artísticamente en distintos recipientes, se percató de mi presencia:

- Lo siento, yo...

-Si...bueno. No sabe tu estás aquí. No veo nada. OK?

- Si, si...gracias. Es sólo un momento.

Y comencé la vuelta más alucinante a la fantasía artística que alguien haya podido imaginar por aquella enorme cocina alargada, forrada de filigrana de madera noble por todas partes, excepto por los grandes ventanales a su izquierda de la entrada que daban a un hermoso patio con un cuidado jardín interior. Creo que durante todo el recorrido no pude cerrar mi boca de la admiración que me producían aquellas hermosas figurillas, ramas y hojas, que con tanto esmero habían sido talladas en los paneles que lo cubrían todo. Me habría pasado más de un año viéndolas con detalle y no habría terminado de descubrir todas sus escenas: estanques, aves, árboles, pagodas, castillos, cottages, chozas, todo tipo de paisajes diferentes con sus correspondientes labriegos y moradores realizando sus faenas cotidianas. Todo un mundo de diversidad visto por el ojo de un inspirado artista inglés del siglo XIX. Los bajorrelieves, la faja que cubría las grandes ventanales por los cuatro costados, y los círculos en el techo que adornaban las salidas de la luz, formaban un mundo en miniatura, exultante y armonioso Y todo aquello estaba destinado uso particular! ¿Cuánto no hubieran dado los visitantes de aquella casa museo por poder contemplar aquella joya singular y única? Pensé yo. En mis reflexiones no me di cuenta de la entrada de una mujer de unos sesenta, alta y fuerte, con moño y delantal. Toda de negro, que portaba una oca bajo su brazo. La vi cuando ya estaba introduciendo a la pobre ave en un recipiente con agua hirviendo. Al rato la sacó dando estertores. Ella, impávida, comenzó a arrancarle el plumaje. Me acerqué:

- pero si está aún viva!...

- Clarrrro! Si se pelan muerrrrtas su carrrrne pierde saborrrr ¿no lo sabía?

Y la que resultó ser alemana siguió con su tarea. Yo iba a decir algo sobre la crueldad con los animales, pero en aquel mismo instante bajaba, a duras penas, por la escalera un hombre de cara sonriente, rojizo y más que rechoncho.

- ¿qué, ya se nos coló otra curiosa?

- Bueno...yo sólo quería...

- Aquí no se puede bajar. Esto es privado.

- La verdad es que necesitaba entrar al servicio y me confundí....

- Si claro...pero tiene que irse ya.

No tuve más remedio que empezar a subir la escalera de la abrillantada cocina que debía de tener varias personas toda la noche sacándole el brillo a aquellos infinitos recovecos dónde no había ni una sola mota de polvo.

Mientras se introducía hacia la puerta que estaba a la izquierda de la escalera, dando a lo que yo había supuesto que era la despensa - No -contestó el hombrecillo a mi última curiosidad- madera viva, no ensusiar. Siempre mismo. Nadie limpiar. Jurar verdad.

Madrid, 4-07-2006

miércoles, 13 de febrero de 2008

POEMA: Love's Philosophy, SHELLEY - Traducción


 


Love's Philosophy  by Percy Bysshe Shelley
(1803-1882)

To my family in Brasil

The fountains mingle with the river,
And the rivers with the ocean;
The winds of heaven mix forever,
With a sweet emotion;
Nothing in the world is single;
All things by a law divine
In one another's being mingle;--
Why not I with thine?

See! the mountains kiss high heaven,
And the waves clasp one another;
No sister flower would be forgiven,
If it disdained it's brother;
And the sunlight clasps the earth,
And the moonbeams kiss the sea;--
What are all these kissings worth,
If thou kiss not me?


TRADUCCIÓN:

A mi familia en Brasil

 
La filosofía del amor 

 Las Fuentes se confunden con el río,
Y los ríos con el océano;
Los vientos del cielo se entremezclan por siempre,
Con una dulce emoción;
Nada en el mundo está desparejado;
Todas las cosas por ley divina
Entre una y otra se van mezclando;--
¿Porqué no yo contigo?

¡Mira! Las montañas besan al alto cielo,
Y las olas se atrapan unas a otras;
Ninguna flor hermana sería perdonada,
Si a su hermano desdeñara;
Y la luz del cielo abraza a la tierra,
Y el rayo de luna besa al mar;--
¿De qué valen todos esos besos,
Si tú no me besas a mí?

lunes, 11 de febrero de 2008

RELATO: El cuarto de harina








A Conchita, mi amiga desde la infancia.

“El señor, T. ha muero. ¿Quieres venir conmigo al velatorio?”

Le dio un vuelco el corazón. Ella se agradeció a su madre que le pidiera que la acompañara.

Se pondría su mejor ropa de fiesta. El vestido blanco de vuelo que había adornado con bonitas pegatinas, su chaquetita de percal y los últimos calcetines de ganchillo que su tía le había hecho para los domingos. Toda de blanco. Le sacó bien el brillo escupiendo sobre sus zapatitos de charol negro antes de ponérselos. Se hizo las coletas y se aseguró que los lazos de seda rosa estuvieran en su justo medio. Quería celebrar la ocasión.

Sólo estaban la recién viuda y su hija, que había venido de la ciudad donde estudiaba Magisterio. Les dieron el pésame y su madre se sentó en silencio en una de las sillas frente a los pies del fallecido.

La niña se sentó junto a su madre. No paraba de mover sus pies que colgaban de la silla, aunque no era demasiado baja para tener sólo diez años. Su madre la miró en señal de reproche para que parara. Ella saltó del asiento y se acercó al féretro.

Allí estaba aquel hombre de unos 55 años. Casi calvo. No parecía ser feo. Sus labios eran carnosos, ahora sellados, antes siempre, sin saber porque, le sonreían amablemente. Sus ojos, ahora cerrados, habían sido azules claro, de mirada fría, distante que había usado para mirarla siempre de arriba abajo. Ahora su barba blanca y recia apuntaba a salir, raro en él. Llevaba un elegante traje negro con corbata y camisa blanca. Le parecía extraño que hoy no llevara su habitual chaqueta marrón de punto con bolsillos a ambos lados, ni su pantalón gris con cinturón subido de cintura que dejaba siempre ver sus calcetines blancos por encima de sus zapatos marrones y enormes.

Deseó meter su dedo en la mejilla inerte. Sólo quería asegurarse de que no abriría los ojos, de que no se sentaría de repente en su féretro, de que no se levantaría…Pero no se atrevió, se limitó a dar una vuelta alrededor de la caja. Quería fijar aquella imagen inmóvil para siempre…sólo para asegurarse.

Se sentó de nuevo. Esta vez tuvo cuidado de no hacer ningún ruido y permaneció tranquila observando de vez en cuando a las asistentes que no le parecieron especialmente tristes sino más bien lo contrario. Desvió su mirada hacia las esquinas de la habitación, luego al reflejo de las velas en el cristal de la ventana con las contras de madera abiertas que dejaban entrar la noche.

Las insinuantes figuras reflejadas por la luz amarillenta la arrastraron a la ensoñación. Sintió un escalofrío. Creyó ver al difunto moverse. Sintió como su vello se erizaba. Cerró los ojos y sintió de nuevo su aliento acercándose a su cuello frágil. Sintió un latigazo disparado desde su oído derecho que le recorrió toda la espalda. Quedó paralizada, como atrapada en una red invisible. Él se acercó lentamente por detrás e introdujo sus manazas suavemente por debajo de sus diminutos hombros y las colocó sobre sus botoncitos. Sus pechos habían empezado a crecer, sin su permiso, como algo imparable, para su vergüenza. La apretó contra sí. Ella notó algo turgente sobre su espalda que provenía de su entrepierna. Su cabeza se inclinaba sobre su hombro y empezó a rodearla firmemente. Reaccionó. Con un fuerte empujón se deshizo del lazo de fuego. ¡Y corrió, y corrió…casi sin ver el camino…enloquecida…el corazón queriendo salir por su boca…El sol quemaba a aquella hora de la siesta…Su garganta seca le impedía gritar…mamá!!, Mamá! …Por favor, mamá! …pero su voz no salía…estaba muda! Las lágrimas y la fuerte luminosidad no le dejaban ver la vía. No había parado de correr hasta que tropezó con los raíles… No sabía dónde estaban sus manos. No supo dónde metía los pies hasta que los miró porque no los podía sacar de entre las vías que acaban de cambiar su dirección. No podía sentir el dolor del golpe que su frágil y pequeño cuerpo recibió sobre el acero. De bruces, levantó la cabeza, y entre la cortina de lágrimas y las alucinaciones que de desprendían de los raíles con el calor una sombra gigantesca empezó a acercarse a gran velocidad. Era la hora del TAZ. Las cinco de la tarde. Venía recto, derecho, sin dudas a pasos gigantescos. Como un fantasma oscuro e insinuante. Tiró y tiró …Su diminuto pié no salía. Estaba atrapada. ¡!¿Qué vía era?¡¡ ¿Qué vía era?¡La primera, la segunda¡…Uf!!! Era la tercera…El tren pasó arrastrando de un sablazo su larga cabellera, luego la dejó caer amablemente de nuevo sobre su pequeña espalda…. ¡Pasó!!

Permaneció aún inmóvil unos segundos… le parecieron siglos…Se sacudió su vestidito, se colocó los cabellos pegados a sus mejillas por las lágrimas…cruzó la vía.

Ya no corría. Estaba rendida. Venía de una terrible batalla que parecía haber ganado… El cuerpo magullado. Las rodillas sangrando, el cuerpo espolvoreado con polvos de carbonilla, su ropa sudada, orinada y con lamparones ennegrecidos…Llegó a casa. ¡Qué descanso!
- ¿Dónde…-se ahogó la pregunta de su madre- está la harina? ¿Qué te ha pasado?
- Me caí en la vía… no llegué a comprarla.
- Madre mía… Te podría haber matado el tren. Ven te curare con vinagre. Anda cielo, quítate esa ropa. Y ven que te cure. ¡Vaya golpe…gracias a Dios!


Pero era cierto. Estaba allí,... muerto ¡y bien muerto!

No más miedos. ¿Tendría ella algo que ver?. Porque…la verdad era que varias veces había pensado que sería estupendo si se muriera. Así ella podría volver a comprar a la tienda sin miedo a que la atacara de nuevo.

No había sido ella la única. Su amiga C. le dijo que a ella le hacía lo mismo siempre que no había nadie en la tienda. Pero que su padre le obligaba a ir a comprar allí porque eran vecinos. Así que ella había pedido a Dios que se muriera para que no hiciera más daño a su amiga…

¿La habría oído Dios? En cualquier caso… ahora ya podían estar tranquilas.

Nunca le contó a su madre porqué prefería ir a hacer las compras todos los sábados al pueblo vecino, que estaba a tres kilómetros, cruzando el puente colgante al que siempre había temido, especialmente en invierno, con el río crecido y el viento haciendo que toda la estructura de madera y hierros se tambaleara.

De alguna manera, aunque su madre nunca le hizo preguntas, las dos sabían que la otra lo sabía. Agradeció a su madre que nunca le pidiera detalles. Recordar era tan doloroso... un año temerosa a dormir, por manos que surgiendo de la nada la atrapaban, alientos persiguiendo su cuello, objetos contundentes golpeando su espalda…corría, y corría. Sus sábanas acababan empapadas en sudor. Por el día se sentía vencida por el sueño, pero la siesta la aterraba.

Cuando miró sonriente a su madre esta le devolvió una sonrisa de complicidad.
-¿Nos vamos ya, cielo?
- Sí, mamá... cuando quieras. - Contestó suspirando profundamente.

Saltando de la silla salió colgada de la mano a su madre.

La vuelta fue una fiesta de saltitos alrededor de su madre. En la noche serena, envueltas por una sinfonía de grillos, la enorme luna iluminaba su camino.


Berta-Isabel Cuadrado Álvarez
Madrid, 3 de abril de 2006