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martes, 14 de julio de 2009

REFLEXIONES: El amar y el patinar






Bueno, creo que ya muy pronto sabré patinar. Ayer no me salió muy mal para ser la cuarta vez que lo intento. Se me ocurre que el amar se parece al patinar. Al principio te da pánico, a medida que patinas, un día tras otro, se te va quitándo el miedo. Poco a poco vas cogiendo confianza, y te vas sintiendo seguro y feliz por haber conseguido algo muy dificil. A veces te das un batacazo. Te haces daño. Te duele durante unos días. Te repones. Y si crees que merece la pena, vuelves una y otra vez a intentarlo. No hay que abandonar, porque si te centras en el miedo, no lo consigues. Ayer mientras patinaba, me di cuenta que el truco está en mirar de frente, a lo lejos, a un punto fijo, no hay que inclinar la cabeza hacia el suelo, y poquito a poco vas ganando seguridad y estabilidad.


Berta


PUBLICADO el 22/04/2009 18:22:25

ACTUALIZADO el 14/07/2009 9:33:08

domingo, 24 de mayo de 2009

REFLEXIONES: sobre los sentidos

















Estoy leyendo “La doctrina del shock” de Naomi Klein, subtitulado “ El auge del capitalismo del desastre”. Te lo recomiendo si quieres comprender la crisis actual y la venidera.

Es un libro terrible, que entre otras muchas cosas cuenta con detalle los experimentos llevados a cabo en Montreal, en la Universidad de McGill, entre 1934-64 por Ewen Cameron *, psiquiatra que llevo a cabo el proyecto MK ULTRA, un programa de la CIA americana sobre control de la mente. Este tratamiento consistía principalmente en borrar completamente la memoria del paciente y reconstruir de nuevo su psique, para lo cual, además de el electroshock se utilizaban todo tipo de drogas entre ellas el LSD y la fenciclidina. Lo primero que tenía que hacer era borrar los factores del espacio y el tiempo en las mentes de estos pacientes forzando para ello, la completa pérdida de los sentidos del paciente hasta el punto de que no supiera donde estaba ni quien era. Es decir: la aniquilación total de sus sentidos.

De todas las crueldades que cuenta Klein sobre las atrocidades cometidas por Ewen Cameron, lo que más me impresionó hace tres días – y no pude retomar su lectura hasta hoy- es que a pesar de todos los esfuerzos que hacía para destruir ambos factores en sus víctimas, - manteniéndolos inmovilizados en celdas de aislamiento acústico y luminoso- hubo un paciente que conservaba la noción del tiempo gracias a que podía oír el leve murmullo del paso de un avión cada mañana a las nueve. Y cito algo que me conmovió profundamente hasta hacerme llorar: “Cuando la vida se reduce a las cuatro paredes de una celda, el ritmo de los sonidos del exterior es una especie de cuerda salvavidas, la prueba de que el prisionero aún es humano, de que existe un mundo más allá de la tortura” (p. 64) ... porque cuando vivía en mi "zulo", (tal como relato más adelante) el único hilo conductor que me ataba a la realidad de afuera, muchas veces, fue el bramido del viento que entraba por los reducidos conductos de la ventilación...Y, al leer esto, me pregunté ¿Y si el paciente-prisionero tuviera reducida su capacidad auditiva? ...Entonces de di cuenta de la fragilidad a la que están sometidas las personas que no pueden oír, y como de esto puede incluso depender su supervivencia en un momento dado. Soy especialmente sensible a este tema. Debido a una dosis masiva de Estreptomicina que recibí a los 16 años perdí casa toda la capacidad auditiva del oído derecho y parte del izquierdo, y tarde unos 20 años envolver a recuperarla. Aunque ahora creo que tengo un buen sentido auditivo, tal vez, después de convertirme en vegana. Esto me hacía aislarme del mundo y fomentaba mi fantasía, la cual era ya de por si bastante grande desde mi infancia. Me costaba mucho concentrarme en lo que la gente me hablaba, y a menudo perdía el hilo de la conversación. Mi familia siempre se quejaba de mi falta de atención al escucharles.

Otra de las torturas a las que Cameron sometía al paciente era entubar sus miembros para que no pudieran sentirse a sí mismos. Es decir, la pérdida del tacto sobre nuestra propia piel. También puedo contar mi experiencia sobre eso. Debido a un accidente – se rompió uno de los platos que fregaba y su filo cortante segó todos los tendones y las venas de mi muñeca derecha- cuando tenía 17 años. Era el verano en que debía escribir mi examen de entrada en la Universidad para septiembre. Me corté a principios de julio y tuve que hacer aquel examen oral por los pasilos de la Facultad de CC de la Información ante mi admirado periodista y profesor del Castillo Puig (ya fallecido), mientras los demás lo escribían, porque aún estaba escayolada. Los médicos me dijeron que había perdido la movilidad de esa mano. Y aunque intenté aprender, para el examen, a escribir con mi izquierda casi no había conseguido avanzar nada. Así que, cuando me retiraron la escayola a primeros de octubre, comencé a realizar la rehabilitación de una forma tan exhaustiva con una pelota de tenis y agua casi hirviendo, que cuando volvía a la consulta y apreté la mano de mi cirujano no se lo podía creer. La operación fue un éxito. Ahora nadie puede decir que mi mano haya sufrido ningún trauma, de no ser por la cicatriz. Pero, para mi sorpresa, el problema fue que perdí el tacto en los 4 dedos. De tal forma que parece que llevo siempre puesto un guante de goma aunque soy altamente sensible al dolor en esa mano, que rápidamente se extiende hasta el hombro. También esta falta de sensibilidad solía causarme graves quemaduras al freír pescado –cosa que ya nunca hago- porque sin darme cuenta introducía los dedos en la sartén al depositar la pieza, hasta que compré unas largas tenazas metálicas.


El sentido del espacio y el tiempo, para mi están ahora plenamente marcados por la transición noche-día, algo que no siempre fue así. Debido a circunstancias personales -que no vienen a cuento aquí ahora- viví hasta el otoño de 2007, y durante 7 años, por motivos de seguridad, en un lugar, casi insonorizado, donde no entraba la luz y la ventilación era escasa. Cuando no daba clases, solía perder la noción del tiempo, y solo el estómago me marcaba las horas. Al salir de aquel “zulo” me sentí como cuando le quitas el corcho a la botella de champán después de agitarla...¡Era tan grande mi necesidad de socializarme y de estar al aire libre! Ahora el caminar en libertad se ha convertido para mi en una necesidad básica, y es esta para mi una gran dicha, porque siempre he tenido complejo de lagartija. Así entenderás, por qué una de mis mayores satisfacciones diarias ha sido, durante estos meses, contemplar el trajín de la vida diaria de la gente que va y viene o juega en el parque, pero lo que no me gusta perderme es la puesta de sol desde el parque o desde una cima que dista a solo 10 minutos de mi casa, ya que desde allí puedo ver todo el horizonte en derredor si me subo a un banco o a la base de una escultura gigante de madera en forma de pirámide. Lo asombroso es que siempre estoy sola. Nadie de mi barrio parece interesarse por este milagro diario que la naturaleza nos ofrece para recreo de nuestra vista... También prefiero no llevar reloj, orientada solo por la longitud de la sombra, el recorrido de la luz solar, el movimiento de las nubes cambiantes, la procedencia del viento, el cambio del tono de la luz, la dirección de la caída del aguacero o de la nieve, la posición de las estrellas cuando es de noche... Pero me doy cuenta de que muy poca gente hace uso de este valioso sentido de la orientación espacio-temporal, e incluso, muchos se extrañan de que sea capaz de saber la hora con bastante precisión sin necesidad de mirar un reloj.


A veces, por circunstancias, carecemos de alguno de nuestros sentidos o los tenemos disminuidos. Esto nos hace más frágiles ante determinadas situaciones, pero también nos hace desarrollar otras técnicas que los suplen de cara a nuestra supervivencia o a la proyección de nuestro yo. Es por eso que los experimentos llevados a cabo por el Doctor Cameron -donde también se trata de la eliminación del yo- me han impresionado tantísimo.

Madrid, 24, mayo 2009 6:27


* Videos sobre Cameron (en inglés)

Video sobre Cameron "El Proyecto Monarch" (con subtítulos en español)

REFLEXIONES: Sobre el sufrimiento















Hoy en día vivimos en una sociedad que es altamente utilitaria, con unas ideas muy concretas sobre el aguante humano: se considera que el sufrimiento es algo malo y que, por lo tanto, hay que eliminarlo de la forma más contundente y rápida posible tomando todo tipo de fármacos necesarios para ello. Los creyentes dicen que sufren menos, porque la idea de la existencia de Dios les fortalece para soportar el padecimiento terrenal.

Yo creo que cualquier dolencia, al igual que los momentos de felicidad, debe ser vivida en plenitud. Quiero decir que, cuando luchas “ a pelo” contra ella, te fortaleces espiritualmente. Enfrentando el dolor, del tipo que sea, creces y maduras. A lo largo de mi vida me he dado cuenta de que las personas menos maduras son las que lo han tenido todo demasiado fácil. Es decir, cuando todo te viene dado: si no has tenido problemas económicos difícilmente entenderás lo que significa renunciar a bienes materiales; si no has estado gravemente enfermo o tienes alguna carencia física que te impide moverte o comunicarte como el resto de las personas, probablemente no puedas comprender lo que esto implica; hasta que no hayas sentido la muerte de un ser querido, con dificultad intuirás lo que significa soportar esta pérdida; si tu amor no ha sido correspondido, quizás con frivolidad, juzgarás la tortura del amante que padece el rechazo de su bien amado, etc. Por lo que deduzco que todo este tipo de aflicción conlleva implícito un crecimiento interior y un sentido de comprensión para con la de los demás. La carencia de estas experiencias suele hacer a la gente indiferente ante la tribulación de los otros.

Por supuesto, no podemos sufrir por todos los problemas que hay en el mundo, pero el reconocimiento de que existe un gran número de personas que no se sienten felices en un momento dado, puede servirnos de alivio para nuestra propia amargura. Este mismo pensamiento nos hará apreciar mejor nuestros buenos momentos, si pensamos que estamos disfrutando de un deliciosa situación de la que millones de personas carecen en ese mismo instante.

Fui a ver varios días a mi amiga Juani en el Clínico, que fue operada allí la semana pasada. Uno de los días salí a la terraza, y por un rato, mientras me fijaba en sus 7 u 8 plantas, reflexioné sobre la cantidad de dolor que se albergaba tras aquellas paredes y el montón de medicamentos que se estarían gastando diariamente para poder paliarlo... También pensé que era muy duro estar lidiando a diario con enfermos que se enfrentan al calvario de tener un cáncer, quedarse tetrapléjicos, u otros males... Sentí que tenía mucha suerte de no ser ninguno de ellos. Esto no significa que yo no esté pasando por un período de prueba, aunque no sea sufrimiento físico... Se me ocurre que el dolor que sentimos por los seres que amamos y lo que nos preocupamos por ellos, nos da la medida de nuestro amor hacia ellos, a la vez que este mismo pesar hace que se intensifique nuestra alegría cuando nos deleitamos con su mera presencia... Pienso que cada relación amorosa está salpicada de suplicio, miedo, preocupación y de incertidumbre...pero siempre esperamos que su disfrute nos compense de todo eso y más.

Madrid, 24, mayo, 2009 1:02

jueves, 16 de abril de 2009

Cuento japones - El marcador

Ella lo necesitaba como el verano al agua. No podía dejar de creer que él la amaba. Así que imaginó que cada movimiento que él hacía era en torno suyo. Le gustaba pensar que en sus paseos él salía para encontrarla. Y quería que siempre mirara para el lado donde ella estaba. Le gustaba pensar que era porque a él le encantaba verla. Que le parecía frágil, hermosa, delicada, llena de vida y de amor por él. Eso le llenaba de alegría a diario. Hacía que se sintiera bonita, deseada, amada...Le alegraba el corazón y le daba un motivo importante para hacerle la vida más agradable.

Un día ella se sintió enferma. Tuvo que ir a comprar un jarabe de hierbas para la tos. Al regresar, de vuelta a casa, donde nadie la esperaba. Él estaba en el camino, como aguardándola preocupado. A ella le gustó pensar que él -que estaba entretenido leyendo un folleto entre sus manos- había salido a su encuentro porque quería saber lo grave que se encontraba, o para socorrerla en caso de que se desmayara. Rápidamente imaginó ella que se desvanecía..y que él había corrido a sujetarla. Que había tomado tiernamente, en sus fuertes brazos, su pálido y febril cuerpo, y que besándola con dulzura, la ceñía fuertemente contra su pecho...susurándole “No te mueras...que te necesito , mi amor”. Pero nada de eso ocurrió en realidad. Al cruzar ella hacia su casa, a punto de desmayarse por la debilidad de varios días en cama y la emoción del encuentro, le vio alejarse, como indiferente, en dirección opuesta.

Otro día, él se convirtió en su héroe. Gritó porque, con solo con mirarla, se dio cuenta que ella temía que un perro cercano la atacara. ¡Se sintio tan feliz de que la entendiera hasta tal punto! Necesitó darle las gracias de algún modo. Le haría un bonito regalo, como detalle. Dedujo que a él le gustaría tener una hermosa foto suya. Buscó una antigua, en ella se veía muy linda, con solo 20 años, vistiendo un precioso kimono de cermonia de color rosado. Se pasó una tarde entera componiendo el fondo de la imagen. La llevó a imprimir en color, y en blanco y negro, para que él pudiera eligir la que más le gustara. Mandó plastificar ambas imágenes. Compró un largo un cordón rojo. Agujereó la parte alta. Introdujo el cordón y lo ató para rematar la cabecera. Resultó ser un personalizado marcador para libros, cuyo acabado le gustaba. Arriba en caracteres japoneses le escribió: "arigato" (Gracias) y abajo, en los mismos caracteres y en alfabeto occidental, para que él pudiera leerlo, "aishiteru" (Te amo). Luego, se empeñó en lo más arduo: ser capaz de vencer su timidez y entregarle su preciado regalito.

Durante el paseo que ella hacía aquella misma tarde-noche se lo encontró de frente. Ella quiso creer que le había salido al paso y que esperaba que le diera las gracias. La enorme turbación de ella sentía hizo que ella no pudiera mirarle de frente, y solo esbozara una leve sonrisa, y de que solo se sintiera capaz de hecharle una alegre mirada de soslayo al rebasarlo, mientras escasamente emitía un “Hasta luego” que él seguramente no logró -para desdicha de ella- advertir. El corazón le latía tan fuerte que le hizo un nudo en la garganta. Aún así, se alejó considerándose la más afortunada de las criaturas. Sintió no llevar encima su marcador. Así que, aún le quedaba por hacer otro embarazoso intento, el de entregarselo y darle las gracias.

Los día siguientes ella lloró todo el día amarga y desconsoladamente. Dolida, por haber sido incapaz de pararse para hablarle más durante aquel breve encuentro. Era muy infeliz, adivinando que había frustrado a su amado y héroe, y que este ya la estaría maldiciendola y odiandola, para siempre, por su ingratitud.

Al medio día siguiente ella le esperó en un banco del paseo sentada bajo un frondoso árbol. Le siguió con la mirada ir y regresar, para luego detenerse durante un tiempo enfrente a ella a lo lejos. Ella se figuró que articulaba estas palabras: “Ven ahora. Si quieres, puedes. Te espero a tí”. Pero rápido recapacitó y se dio cuenta de que todo aquello no podía ser más que el fruto de su alocada doñajuanesca atración y amor por él. Ya que lo último que él le había gritado -un día que ella se le había acercado para explicarle algo que le atañía a ambos.: "¡No me sigas, no te acerques. Si vuelves a hacerlo tomaré medidas!" . Y de eso hacía tan solo un mes. Entonces estaba lleno de furia, o de miedo o como enloquecido contra ella -desconociendo todavía esta vez el porqué- como si la odiara profundamente. Aunque a quellas frases suyas le resultaron entonces, a ella teatrales, y no consiguieron asustarla- pero construyeron, de nuevo, -tal como ya le había contado hacía tiempo a su mejor amiga, en otra ocasión, en la ya le la había sucedido con él algo muy parecido- una barrera disuasoria en la mente de ella, que le costaba mucho rebasar. Así que se quedó pegada en su asiento, mientras las lágrimas de su impotencia surcaban su pálido y demacrado rostro.

Aún, con todo, alentada por su amor hacia él, armada de generosidad, y, sobre todo, pensando en que él pudiera aliviar su frustración, ideó encontrárselo en el paseo de la tarde-noche. Tomó los dos marcadores y se propuso entregárselos. Se toparon cara cara de nuevo. Ella consiguió vencer su timidez. Pero cuando él la vio se dio la vuelta. Aunque ella insistió en aprovechar su instante de valor... Y con un esfuerzo sobrehumano, para poder sacarse la voz, trató sin resultado, una vez más, que él la escuchara: “Quiero darte las gracias por lo del perro” le dijo sacando sus marcadores, que él ni vio, por estar ya alejándose de ella, como si una diminuta mariposa pudiera atacar a un enorme elefante gris. Él la ignoró. No la miró. Siguió adelante, como si nada hubiese visto ni oido. Era su costumbre, cuando estaba furioso. De nuevo, ella se dio la vuelta llorando y con su corazoncito destrozado por sus reiterados desencuentros. Ella que era lenta en su aprendizaje sobre él, no lo comprendió hasta él día siguiente -siempre creía entenderlo, aunque no le hablara, pero solo al siguiente, cuando ya parecía ser demasiado para él, probablemente, porque ya estaba harto de que jamás lo entendiera con solo mirarle a la cara, tal como parecía conseguir él. Pero él era él, y ella, era ella. No podían, ni tenían porqué actuar i pensar de la misma manera. Comprendió que no debía haber insistido, porque él quiso darle a entender que no era ese el momento adecuado. Así que, -por no entenderle, una vez más- seguramente, en vez de disminuir la frustración de su amado, se la incrementó.

Se pasó varios días llorando desconsoladamente, por su falta de tacto, y de compresión hacia los mensajes, los deseos, las necesidades de él...Luego tomó una decisión dolorosa, pero, que consideró un importante e ignorado acto de amor- de lejarse de él. QPara poder comprender mejor, olvidar lo que había pasado, y analizar lo sucedido con calma.

Un día ella quiso saber la opinión de otro hombre. Se lo contó a un buen amigo suyo, y este, para sorpresa de lo que ella esperaba -ya que a las pocas mujeres a las que les había pedido consejo antes, le habían dicho todo lo contrario- le contestó: “La clave de tu felicidad está en tus manos. Olvídate de volver a pensar "¿qué piensa él?" Tu nunca podrás saber lo que otra persona piensa a menos que esta te lo diga... Y hasta ahora él no te ha dicho nada de lo que tu quieres saber. No son más que son conjeturas tuyas y te estás haciendo mucho daño a ti misma. Busca la felicidad dentro de ti y no en él. No dejes de ser tú. Permite que vuelva a aflorar a tus labios tu hermosa sonrisa. Déjate llevar por el amor que sientes...Debes dejar de ser tan dura contigo misma y si llega el momento, ¡dejarte querer!... No seas tu peor enemigo, porque lo estás siendo. Cree en tu propio poder, como ese ser único y extraordinario que hay dentro de ti...entonces, y solo entonces, obtendrás el amor de quien tu quieras...¡Mira, te regalo bonito este corazón partido. Lo he hecho para ti! En él, en una aprte he grabado tu inicail, en la otra la suya. Conserva, de momento, ambas partes. Siéntete feliz contigo misma...no tengas prisa, ni te angusties por nada. Solo debes volver a confiar en tí misma. Solo así conseguirás darle a tu amado tu inical...y, si sigues creyendo firmemente en ti... la primera noche en la que estéis juntos podréis unir las dos partes de este corazón y formar uno solo”.

Colgó de su bolso aquel precioso corazoncito rojo, amarillo, verde y blanco. Se propuso creer lo que su amigo le había dicho, porque era lo que en aquel momento necesitaba escuchar de alguien, para recobrar su perdida autoestima.

A la mañana siguiente había desaparecido la sensación de ansiedad, que el miedo a ser rechazada, le había provocado hasta entonces. Se liberó de un gran peso, y dio un gran paso para volver a encontrarse a si misma. Se dejó invadir por la alegría y la esperanza...

Madrid 12/04/2009 1:17:00

Pero todo lo que se había propuesto,
le resultaba más fácil de pensar
que de conseguir,
porque había seguido pensando más en él
que en ella...

Así que, se decidó tomarse varios días de meditación,
y de voluntaria ausencia en cualquier parte donde pudiera encontrárse con él.

Durante ellos no lloró, cantó, cantó con Leonard Cohen el album "Live in London", bailó escuchando su maravillosa voz, memorizó "Danceme To The End of Love", pensó poco, durmió mucho, contempló el cielo, paseó, hizo turismo, vió cine, comtempló el paisaje, se impregnó de los olores primaverales, escuchó los sonidos de la naturaleza, se relajó caminando en la oscuridad bajo la lluvia -algo que siempre le había encantado- respiró hondo,... y por fin, llegó a estas dos conclusiones:
Nadie que no se sienta feliz consigo mismo puede hacer feliz a otra persona y comprendió que su mayor problema, era que "amaba tan profunda y tontamente,
que se había olvidado de seguir siendo ella misma.
".
¡Y eso no podía ser!

Así que otro día se dijo:

"¿Por qué aún no he conseguido regresar a mi positividad?"

Y pensó, intentando razonar:

"Si él me amase, me lo demostraría algún día ¿no?.
Y si no lo hiciera, es que no me ama,
o al menos,
no lo suficiente como poder para hacerme feliz...

¿Entonces de qué me preocupo?

Y si él no me amase como yo necesito...
O no quiere,
O no puede,
O no sabe...
¿Podría conseguir que lo hiciera angustiándome?
No
¿Conseguiría entregarle mi amor,
en caso de conseguir el suyo,
si estoy triste?
¡No, claro que no!".

Lo asumió.

Dejó de tener pesadillas despierta.

Trató de ser feliz,
ya bien saliera el sol,
nevara o lloviera,
y pasara lo que pasara.

Se propuso firmemente recobrar su espíritu perdido
-Algo que jamás había conseguido hacer por ella misma,
pero sí por amor-
y sabía que pronto lo conseguiría,
porque su pequeño cuerpo,
tenía férrea voluntad
para todo le que se propusiera.

Se regaló los dos marcadores.
Los guardó con ternura
en el libro que estaba leyendo.
Y dejó de preocuparse
por si sería "sí",
o si sería "no".

Actualizado: Madrid, 16/04/2009 11:42:19


miércoles, 1 de abril de 2009

REFLEXIÓN: El don de la palabra















"Conversación" de Carlos Páez Vilaró


Esta tarde-noche, tuve que salir a pasear más de lo acostumbrado porque no me encontraba bien de arrojo. De paso me encontré con una vecina a la que he hecho algún favor, pero con la que jamás había intercambiado ni cinco palabras que se refieran a algo íntimo...y es que soy difícil para contar lo que siento -eso es lo que normalmente me reprocha mi hija. Me paso la vida aguanta y aguanta...y me da la impresión que me empieza a resultar malísimo para el ánimo.

Pasé de largo. Me paré. Me di la vuelta. Volví donde ella y le dije: "No me encuentro bien. Por favor ayúdame". Ella se asustó muchísimo. Creyó que me ocurría algo gravísimo y se puso muy pálida. "¿Qué te ocurre?" Me preguntó alarmada. "Nada importante." Le contesté llorando. "Solo necesito hablar con alguien...que alguien me escuche...porque me siento fatal." Y le conté algo que no llegó a comprender, ya que no parecía tener pies ni cabeza para ella. Pero no importaba...Me dijo "No entiendo nada de lo que me dices...pero si no quieres decirme nada más yo no te voy a sacar las palabras con un sacacorchos"...pero me escuchó...Y al final me abrazó y me besó diciéndome: "Nada de lo que tu me digas saldrá de mí. Yo soy una tumba para eso". Me hizo sentir muy bien y la creí. No era mi amiga, pero se comportó como si lo fuera ¡Que maravilloso encuentro!

Me he dado cuenta de lo importante que es tener a alguien que sepa escucharte. No importa si te entiende o no, ni si tiene una solución -porque no es eso lo que buscas. Solo poder desahogarte con alguien es suficiente para salir de un momento angustioso. Las palabras, al ser emitidas, tiene el don divino de la sanación del espíritu dolorido, enfermo o herido. Cuando el verbo fluye desde tu interior hacia el exterior produce el efecto de dialogar contigo mismo. A medida que hablas reflexionas, analizas a la vez que intercambias y comunicas emociones. Eso aminora el peso de tu propia carga emocional. Es como si la repartieras entre tu y la otra persona. Creo que por eso la comunicación es la base fundamental de las relaciones humanas.

Mi vecina hoy se convirtió en lo que un cristiano hace cuando se confiesa, o como cuando el paciente va al psicólogo. Lo siento por el mal trago que le hice pasar...Creo que al final comprendió que solo era un mal rato que estaba pasando después de unos días de fiebre en los que caí en cama -debido a una bronquitis- estando sola y ¡para colmo! uno de ellos había sido mi cumpleaños.

Tal vez deba volver a vivir sola...porque creo que me estoy volviendo afectivamente dependiente... y eso no es bueno ni para mi, ni para mis hijos, a los que he tratado de educar como seres independientes...

En fin...será que me estoy haciendo vieja... y me están empezando a salir las "viruelas"... y dado que no me confieso, supongo que acabaré yendo al psicólogo para no tener que volver a dar la "paliza" a más vecinas...Además, en el tiempo en que vivimos ¿quien tiene tiempo para escuchar sobre los problemas de otros? Y me da la impresión de que lo que está de moda hoy en día, es que cuando alguien te causa un dolor emocional innecesario, en vez tratar de hablar contigo para aclarar las cosas o pedirte disculpas, lo lógico -por lo visto- es que recomienden a tu familia que te lleven al psicólogo o al psiquiatra. Supongo que será porque los que andan atiborrados de pastillas resultan menos "incómodos", para algunos, cuando se los tengan que cruzar en la calle.

Madrid, 01/04/2009 3:09:42

martes, 10 de marzo de 2009

REFLEXIÓN: Aries vs Géminis














Bolita y Mamá

Va por ti Bolita - a ver si ya, y de una vez por todas, con estas pistas- acabas entendiendo a tu madre y a tu hermana. Porque “Nunca es tarde si la dicha es buena”.

NOTA: Mis seres más queridos, mi hijo y mi hermana - entre otros- son Géminis; mientras que mi hija y yo somos Aries.

Hoy estoy un poco espesa. Me he levantado muy tarde, porque mi hijo y yo tuvimos una larguísima charla que duró hasta las 02:30 de la madrugada. Pero mereció la pena, porque dejamos, por fin - y seguramente por primera vez- aclaradas una serie de dudas, y creo que, firmado un pacto verbal ( el Nº ciento no se cuantos), que puede ser la piedra angular de nuestra relación a partir de ya...¡Que no es mala... pero para una Aires todo es siempre perfeccionable, en esta vida!


Géminis es un signo maravilloso, pero hay que entenderlo, incluso sin palabras. Los géminis son, con diferencia, los seres más inteligentes, ingeniosos, simpáticos y sociables del zodiaco, y así se comportan generalmente, sabiéndolos llevar. Pero su doble personalidad hace que tengan un pronto incontrolable al que yo llamo “Tantrum” (pataleta). Este tantrum puede ser desencadenado, dentro de ellos, por un acontecimiento serio o una nimiedad. Por ejemplo, el hecho de que invadas su territorio, principalmente cuando está ocupado; que le hables cuando no quiere escuchar; que no le contestes con cordura, sabiduría, razonamiento y le sigas el hilo siempre que te habla; que entres en su habitación sin permiso o sin llamar; que toques sus cosas; que le dejes la ventana abierta; que no hagas lo que te ha ordenado o que encuentre una simple araña en el baño. A Géminis le encanta gastar bromas - que a veces suenan hasta crueles, por la frialdad con la que lo hace sobre cosas muy serias- pero no admite que Aries le gaste una broma del mismo calibre porque no la aguanta, y se pone hecho un energúmeno ¡Claro que eso solo le dura unos minutos! Géminis tiene tal sentido de la perfección humana, que no soporta ni un solo fallo en los demás, pero no suele mirarse al ombligo. Ve la paja en el ojo ajeno, pero su excesivo orgullo le impide ver la viga en el suyo. Es decir...a un Géminis, por ejemplo, se le puede olvidar el apagar el gas 2 veces en un mes (cosa que él no se puede permitir, por lo perfecto que es, y trata de corregir inmediatamente), pero como a Aries se le pegue o queme la comida 4 veces en 1 año, a la tercena empezará a chantajearla. De tal manera que, cada vez que Aries le pida un pequeño favor, contestará algo parecido: “Vale, te lo hago cuando vayas al médico para que te realicen un test de la memoria, porque estás poniendo en peligro nuestras vidas con el gas”. Aries calla o empieza a pasar de todo o a tomar decisiones drásticas para hacer que Géminis madure -porque Aries sabe, por ejemplo, que Géminis lleva olvidando apagar el calentador de gas durante años, a pesar de que Aries se lo haya repetido ya tres o cuatro veces- ... por no ser escuchada. Es posible que debido a eso se estropee dicho calentador... y se queden sin agua caliente durante más de una semana o sin él, en caso de que no se puedan permitir otro...Pero eso no es lo que le importa a Aries. Aries es generosa, cariñosa, amable, creativa, trabajadora, reflexiva, ... pero se enfada mucho con sigo misma (durante aproximadamente unos 10 minutos), cuando se frustra porque su labor es denigrada, no reconocida o no tenida en cuenta. Y, a veces, opta por dar una paqueña lección inolvidable a su varón Géminis.

Una mujer Aries puede pasar perfectamente sin las cosas materiales más esenciales de la vida, pero no sin el afecto, el aprecio y el apoyo de sus seres queridos. Una mujer Aries no busca que el varón Géminis sea perfecto, sino ser querida y apreciada, por él, en la medida de lo que ella vale. Así que, lo que a una mujer Aires le importa realmente, es el comportamiento del varón Géminis hacia ella, es decir:

1. Que Géminis la escuche cuando habla. Aries escucha, aunque, a veces no lo parezca. Lo que pasa es que es más lenta en asimilar, y tarda más en reaccionar, porque reflexiona antes de actuar.

2. Que Géminis crea en Aries y que, antes de juzgarla, observe como ella se comporta a diario y saque conclusiones lógicas sobre ello, y después le diga lo que cree que ella hace bien, mal o debería rectificar. Tal como hace Aries con Géminis.

3. Que Géminis obre en consecuencia después de haber escuchado a Aries. Porque Aries siempre actuará con Géminis tal y como este se lo ha pedido la última vez. Porque Géminis es variable, cambiante e inseguro, y unos días dice gris, otros blanco y los demás negro. Pero Aries, descontando algunos días de cambios hormonales, siempre está segura de lo que quiere, y no es variable, aunque a veces lo parezca, cuando se enfada.

4. Que Géminis cumpla con lo dicho a Aries. Aries cumple con lo que Géminis le ha pedido.

5. Que Géminis baje su nivel de orgullo masculino hasta una altura suficiente como para comprender a una mujer Aries. Aries es también orgullosa, pero rebaja su orgullo ante sus seres queridos.


6. Que Géminis entienda que una Aries, por mucho que quiera a su Géminis, jamás permitirá que su varón Géminis:

6.1. La chantajée para conseguir que Aries haga algo, que a Géminis le interesa. En este caso Aries se pondrá cada vez más tozuda. A la mujer Aires solo se la convence por las buenas y con amor y cariño; nunca por las malas.

6.2. Que Géminis se comporte como un niño a los 28 años o más años, cuando Aries ya le ha pedido varias veces que se comporte como un hombre y que la respete. En este caso Aries le dará una lección, para poner a Géminis en su sitio. A Aries le gusta que los varones Géminis sean hombres independientes y se comporten como tales. A la mujer Aries no le gusta tener que educar a niños grandes.

6.3. Que Géminis le hable a gritos o atropelladamente desde su gran altura o por encima del hombro para amedrentar a la pequeña, y físicamente más débil, mujer Aries. En este caso Aries no hablará al varón Géminis durante un tiempo (por ejemplo, un día, 2 o 3, si es necesario; mientras mantiene una lucha consigo misma, sobre lo que considera "mantenerse en sus trece" y sus sentimientos), aunque ya no esté enfadada, para hacer reflexionar a Géminis. O como mucho, Aries se tomará la molestia de recordarle al varón Géminis: “Con ese comportamiento no vas a ninguna parte. Y lo único que conseguirás será tener problemas en tus relaciones con tus amigos, las mujeres que te quieren y todos los que te rodean”. Pero normalmente, la mujer Aries madura se callará, porque al varón Géminis no le gusta que le digan las verdades, ni que le corrigan (al creerse perfecto...eso no se le puede decir) porque acrecentará su tantrum durante un rato, hará que Géminis se meta en la espesura, se deprima y que no vea el horizonte por ningún lado durante unos días.

6.4. Llame, haciendo aspavientos o teatro, a Aries para que le mate la araña. En este caso Aries pasará de Géminis, porque piensa que ya es hora de que este supere sus miedos ancestrales. A la mujer Aries le harán gracia las exageradas y teatrales bobadas o gritos de Géminis, y se reirá por lo bajini. Aunque la mujer Aries tenga sus miedos encontrará la forma de superarlos por sí misma.

7. Que la mujer Aries y el varón Géminis puedan jugar juntos y a lo que sea, pero que el varón Géminis no juegue con la mujer Aries.

8. La mujer Aries tiene un gran sentido del humor. Es capaz de hacer bromas sobre sí misma, pero no acepta con agrado que el varón Géminis se ría de ella, sino con ella. Por eso a ella tampoco le gusta reirse, ni burlarse del varón Géminis.



Bien,... entonces ¿Cómo podrá un Géminis varón –mimoso y orgulloso donde los haya, y que, además, siempre quiere jugar con ventaja sobre ella- conseguir que su adorada Aries le haga caso y/o lo que él desea?

Es muy fácil... ¡Acordarse de lo que Aries le ha dicho o ha pedido que haga (¡que casi nunca es mucho! pero es de gran valor para Aries) y que esto sea cumplido por el varón Géminis. No es necesario que sea de immediato, porque la mujer Aries también sabe esperar. (Yo, por ejemplo, tengo mucha paciencia, aunque mientras espero desespero, sin que lo parezca).


Si Géminis cumple con lo pactado –y además, no es abusivo con Aries, ni le toma el pelo- sino que se deja mánsamente y voluntariemente querer, cuidar y mimar, por las buenas, por la mujer Aries... todo será una balsa de aceite entre los dos. De todo contrario, la mujer Aries se mantendrá en lucha constante contra ella misma, para hacer entrar en razón a su varón Géminis, y su relación será una batalla campal y silenciosa sembrada de escasos encuentros fortuitos. La pequeña-gran Aries se pasará la vida intentando buscar un equilibrio en la desequilibrada inestabilidad del gran varón pitufo-sabe-lo-todo Géminis, que por otro lado - acostumbrado a ser "el niño bonito y gracioso" -¡y lo es!- se vuelve caprichosito, comodica y un niño mimado. Así que la mujer Aries siempre actuará de acuerdo con lo último que el varón Géminis de haya dicho o gritado - aunque sea ilógico, irracional, le moleste mucho, la deprima, la mortifique o no sea lo que ella quiere en absoluto- para demostrarle a Géminis que lo quiere, lo respeta, y sobretodo, para que él mismo vea, con el tiempo, que está cometiendo un grave error y trate de rectificarlo por sí mismo.


Géminis debe tener en cuenta también que -aunque Aries es una luchadora y una guerrera incansable- siempre está dispuesta a la negociación pacífica, y a escuchar, siempre y cuando Géminis le hable razonablemente, y con la mínima cortesía y caballerosidad exigible en cualquier relación humana.


Una mujer Aries siempre le va a dejar elegir a su varón Géminis cómo quiere que sea la relación entre ambos, y obrará en consecuencia. No por venganza - porque Aries no es vengativa- sino porque la mujer Aries es muy segura de sí misma y de lo que quiere, y porque no se deja dominar fácilmente, (y menos por la fuerza o el chantaje), y solo se la gana con un poquito de atención, por parte del varón Géminis, léase: carantoñas, mimos, bromitas graciosas, juegos, etc.... Porque este sí que es el punto flaco de una Aries (¡Ups,... Tal vez no debería revelar dónde la mujer Aries tiene su Talón de Aquiles!).

Madrid, 10/03/2009 12:54:06

viernes, 6 de marzo de 2009

REFLEXIÓN: April y la montaña
















Kate Winslet en April Wheeler, Revolutionary Road, después de regresar del bosque.

Lo que te prometí, Glo.


En un momento cumbre de la película “Revolutionary Road”, April sale corriendo de la casa hacia el bosque cercano. Leo cree que huye y la sigue. Ella le grita “¿Quieres dejarme sola? Tengo que pensar”.

John Gray, en "Los Hombres son de Marte y las Mujeres de Venus”, afirma que cuando los hombres necesitan resolver un problema, se meten en su cueva hasta que encuentran una respuesta coherente. Mientras que las mujeres hablamos de ello con las amigas para desahogarnos. Eso no es cierto para todas las mujeres. April es una de estas excepciones.

Yo creo que me parezco a April en este sentido. Por eso comprendo perfectamente su reacción, y el estado de ánimo en el que regresa a casa. Se encuentra calmada, y su mente está lúcida y despejada. Está preparada para llevar a cabo la decisión que ha tomado. Aunque, a mi parecer, es errónea.

Yo también recurro a la montaña para encontrar una solución a mis problemas, en vez de hablarlo con mis amigas.

Tengo la suerte de vivir a unos 15 minutos de uno de los puntos más altos de la ciudad de Madrid, el Cerro la Mica. Desde él, al frente, se divisan todas las cúpulas de la capital. Y a la izquierda, la Sierra del Guadarrama, en cuyas cumbres caen las primeras nieves y se derriten las últimas, de toda la Comunidad.

Me gusta subirme a divisar el paisaje desde allí. Por dos motivos principales. Cuando me encuentro bien de ánimo disfruto de las vistas. Pero cuando tengo algún problema emocional, al igual que le ocurre a April, subo para reflexionar, llorar, gritar, si lo necesito –dado que es lugar bastante solitario- y tratar de encontrarme a mi misma. Mirar las montañas me tranquiliza mucho. Yo siempre llevo alguna la montaña en mi retina. Nací mirando a Las Barrancas de Santalla, desde nuestra casa en Dehesas (León). Cuando nos trasladamos a Quereño, Orense, desde las galerías de nuestra casa se divisaban las montañas desde donde más tarde se extraería la pizarra de San Pedro de Trones. De vuelta a Ponferrada, mientras cocinábamos teníamos el Pico Pajariel (Montes Aquilanos), al frente. Desde entonces, durante las vacaciones, en la nueva casa de madre, mis tíos o mis primos, en Dehesas, siempre tenemos El Teleno a la vista. Así que no es de extrañar mi amor a la montaña. Cuando llegué a Madrid, el hecho de no poder verla, durante un período superior a una semana, se sumía en una depresión. Se sentí feliz cuando compré este piso de soltera por estas características principalmente: está a ras de tierra, es todo exterior rodeado de jardín, desde donde puedo escuchar el trino de los pájaros y el murmullo de los árboles; está a 15 minutos de caminata hasta de La Casa de Campo, y desde el Cerro la Mica podía subir a contemplar las montañas. Su tamaño no era de gran importancia. Cuando mis hijos eran pequeños, y hacía viento, subíamos los domingos al Cerro para volar sus cometas. Luego, cuando se asentaron los chabolistas durante años, tuvimos que abandonar esa costumbre. Pero ahora, al haber sido transformado en parque, es un lugar ideal para el asueto y la meditación. Desde arriba ves a la gente de tu barrio diminuta, se aleja el ruido incansable del tráfico, y te sientes por encima, y apartada, de las miserias humanas. Las montañas siempre están ahí perennes, inmóviles, y ocurra lo que ocurra en tu vida, son como una tabla de salvación a la que siempre puedes recurrir en momentos de flaqueza. Su permanencia en el tiempo me inspiran fortaleza de espíritu. Mahoma va al montaña a meditar. Jesús vence sus tentaciones en ella. Y creo que la fortaleza de espíritu – su inteligencia, sentido lógico de la vida acorde con la naturaleza, sabiduría, etc.- que tiene el Dalái Lama, y los demás monjes tibetanos, tiene mucho que ver con el hecho de habitar en el Tibet.


También disfruto del mar, de su brisa, del poder bañarme o dejarme mecer por sus solas. Pero el viento de la montaña y el del mar tienen un efecto muy distinto sobre mi estado de ánimo. El viento de la montaña despeja mi mente, se lleva mis malos pensamientos, me ayuda a pensar con lógica y cordura, y a tomar sabias decisiones. Mientras que el efecto que el viento del mar produce en mí es el contrario. Me llena de inquietud, inestabilidad emocional y no me deja pensar con raciocinio porque me produce zozobra. Creo que no soy yo la única que se siente afecta en este mismo sentido por el viento marítimo. Dicen que el de Levante produce muchos casos de suicio.

Creo que April debería haberse subido a un cerro como el de la Mica a meditar, en vez de sumergirse en un bosque, donde la espesura de los árboles no le dejó ver el horizonte.

Madrid, 06/03/2009 8:38:17

martes, 3 de marzo de 2009

REFLEXIÓN sobre la fragilidad de la victima femenina



















En el cuento, Bestia se convierte en Principe y Belleza en Princesa. En la realidad la bestia se convierte en el asesino y la belleza en su victima.

En la serie de “Amar en tiempos revueltos”, el personaje de Teresa, es una chica joven, alegre, inteligente, resuelta, que sabe lo que quiere porque tiene un carácter de fuertes convicciones. En un momento dado de la teleserie, ella es víctima de una agresión física por parte de un asesino desconocido, que intenta matarla en plena calle, aunque no lo consigue. Su personaje, representa en ella, a esas miles de mujeres que sobreviven cada día a alguna agresión violenta causada por los actos, los insultos o los malos tratos físicos de los hombres.

Estas mujeres-victimas intentan olvidar, rehacer su vida. La mayor parte de las veces solas, y otras junto a hombres sensibles que las comprenden y las apoyan. Su vida es normal, como la de otra mujer cualquiera, al igual que hace Teresa. Pero el simple hecho de que Teresa se quede encerrada en los Grandes Almacenes, le provoca una crisis emocional, al ser de nuevo presa del pánico.

¿Qué es lo que provoca ese pánico? A mi modo de ver, un cúmulo de circunstancias, que hace que lo que está normalmente olvidado y guardado, en algún rincón de la memoria a largo plazo en nuestro cerebro, regrese repentinamente, pasando a la memoria temporal y haga que sea revivido en el frágil cerebro de la víctima de forma puntual.

¿Quién tiene la culpa de que esto ocurra? A mi me parece que es un simple hecho, a veces, sin mucha importancia, pero que es la llave que abre el resorte de la puerta que guardaba el pánico.

¿Debe, la persona que lo provocó sentirse culpable por ello? A mi modo de ver no, a menos que conociera a priori que actuando de esa forma conseguiría ese efecto en la mente de la persona. Es decir, alguien de mente perversa o retorcida, que sabe cómo hacer daño a una persona y lo hace a sabiendas, con el propósito de herirla. En el resto de los casos, no son más que ese cúmulo de circunstancias, que en un momento dado concurren y desencadenan la angustia de la víctima. Por lo tanto la persona que actuó de forma negligente o inconsciente provocando ese hecho, lo único que debe hacer es saber cómo actuar frente a una mujer, que en algún momento dado, ha sido victima de la violencia machista


Las mujeres que han sido víctimas de esa violencia masculina necesitan el apoyo y la comprensión de sus amigas, de su familia, se sus vecinos, y de la sociedad en general, y lo que les sobra son los juicios y las críticas.

Por regla general, la sociedad no comprende a estas mujeres. Hay muy pocos casos en que alguien haya salido en defensa de ellas. Los vecinos se lavan las manos, por que no quieren entrar en “asuntos de pareja” – me pregunto qué tendrá que ver la violencia con esos asuntos. Si son amigas verdaderas te apoyarán, pero la mayoría, te dará la espalda para que no les des “la paliza”. Los organismos públicos de protección a la mujer no consiguen salvarles la vida. Las comisarías pueden retener sólo unas horas a los agresores. Los jueces a veces justifican que a una mujer la violó un hombre “porque llevaba” minifalda. Y cuando vas a denunciar a un hombre que reiteradamente te acosa, te arremete o maltrata, al relatar los hechos, para el hombre-policía de turno tome nota, todavía la victima encontrará en comisaría a algún estúpido que te pregunte “¿Pero algo le hará usted para que él esté actuando así , no?”.

Si te acosa o arremete un hombre que te habáis conocido en una discoteca, alguna vez te encontrarás a alguna vecina - de esas que se pasan la vida cotilleando la vida ajena- que te diga “Claro, eso te pasa por ir de discotecas. Si no fueras a hacer el pingo por ahí, y te quedaras en casa como hacen las mujeres decentes como yo, eso no te habría pasado”. Las mujeres, en general, son mucho más críticas con las mujeres-victimas que los propios hombres. Tus vecinos te miraran con cara rara, harán corrillos cuando pasas, le dirán a otros, para que te digan, que tu acosador o agresor vino a hacerte esto o lo otro a tu casa, a tu coche, a tus hijos, etc., y si les pides el nombre del testigo -porque necesitas alguien que testifique en un juicio- ese testigo no aparecerá por ninguna parte, y lo que ha presenciado lo contará como anécdota en el mercado, en la tienda de la esquina, en los corrillos entre amigas, o en la farmacia próxima a tu casa, pero nunca te apoyará a ti, ni dará la cara.

Así actúa esta sociedad cobarde y consentidora, ante las mujeres que son víctimas de la violencia machista. Mientras a los telediarios se les llenará la boca, dando un día tras otro, la noticia de la muerte de una mujer más, en manos de su agresor, y reiterarán que este ya tenía orden de alejamiento, que ya la había amenazado con matarla varias veces, etc., etc, etc. Son noticias de “copia” y “pega” , a las que solo hay cambiar el nombre de la victima, su edad, el lugar, el día y la hora.

Las mujeres, en general, nos sentimos más desprotegidas y más frágiles física y emocionalmente que los hombres. Por eso nosotras, por regla general, lo que más valoramos en el hombre es ese sentido de protección, de apoyo, de seguridad que su fortaleza te da. Y si eres, además -como lo soy yo- huérfana de padre desde muy pequeña, y/o no tienes hermanos, la falta de la figura paterna o del hermano mayor, hace que te sientas aún más desamparada ante la fuerza física de un hombre, ante la crítica social y sobre todo, ante la falta de comprensión que reina en el entorno social de la victima.

Me pregunto, ¿cuántos hombres, en sus relaciones cotidianas con las mujeres piensan en este hecho, y si sabrían actuar en consecuencia? Los medios de comunicación han considerado recientemente héroe, a un hombre, por salvar a una mujer de las garras de su agresor. Es decir, un hecho que debería ser cotidiano, se ha convertido en noticia, por ningún hombre suele actuar en defensa de una mujer aunque vea que la están matando.

Creo que nuestra sociedad ha tirado a la basura el lema "Primero la mujeres y los niños" para pasar enarbolar el de "Primero yo, después yo y siempre yo".

Madrid, 03/03/2009 11:55:17

Te invito a leer mi Serie: e-Learning con Huamor

jueves, 26 de febrero de 2009

REFLEXIÓN: Las relaciones humanas y la honestidad
















Creo que las relaciones humanas ya son de por sí lo suficientemente complicadas como para añadirle aditivos que las compliquen.
Desde mi punto de vista, la falta de honestidad por parte de ambos implicados en una relación, bien sea de amistad, amor o de algún tipo de negociación, debe basarse en igualdad de condiciones, información y en la confianza mutua entre ambas partes.

En las relaciones de amistad o de pareja, si una de las partes trata de sacar ventaja sobre la otra de alguna forma, por ejemplo, confiando más en la información que terceros le puedan proporcionar sobre ti, más que la que tu misma le puedas dar, o te das cuenta - por algo que presenciaste antes- de que te está mintiendo o de que no te quiere decir la verdad para no sentirse en desventaja, etc. Eso demuestra claramente que la otra parte no confía en ti.

Pienso que no se puede establecer ninguna relación basándose en un principio de desconfianza por alguna de las partes.

Cuando te presentas ante alguien que te interesa o piensas que te podría interesar, con el corazón limpio, y no eres correspondida en la misma medida. Cuando lo que te devuelven es miedo, falta de sinceridad, o incluso burla... es complicado de asimilar. Así que por mucho interés que tengas en conocer mejor a esa persona, tómate un tiempo para reflexionar, y descubrir hasta qué punto debes empeñarte en establecer una relación con alguien que no es franco contigo, que ya antes, por desconfianza te ha malinterpretado, que tiene pánico de decir la verdad por causa de sus frustraciones previas, y sobre todo, si tampoco te demuestra que tenga gran interés sobre tu persona. Porque, probablemente, la tuya vaya a ser una lucha infructuosa, sin sentido y que te cause mayor daño en el futuro del que te pueda causar ahora no seguir adelante.

Siempre puedes colocar en una balanza los pros y los contras, y ver qué pesa más dentro de ti...En el mundo de los sentimientos, la razón no suele ir muy ligada a lo que sentimos. Muchas veces el raciocinio te dice “No metas tu cabeza por ahí”, pero tu erre que erre, y sin saber el motivo, ni el porqué...No hay quien te saque de tu cabezonería.

Bueno la única ventaja o desventaja –según se mire- de que tú tomes tus propias decisiones, sin consultar a nadie, más que contigo misma, está en que si la relación fracasa no tendrás a nadie a quien echar la culpa, porque no pediste una segunda opinión o no hiciste caso de las opiniones de terceros.

Madrid, 26/02/2009 13:55:23

miércoles, 25 de febrero de 2009

REFLEXIÓN: sobre la creatividad
















Desde mi punto de vista, la creatividad es la capacidad que tenemos los seres humanos de ser capaces de captar en algo cotidiano un filón para poder convertirlo en algo fuera de lo común. Unas veces será una palabra, otras un gesto, una situación, un sentimiento, etc. lo que dispare nuestro mecanismo creativo.

Los que escribimos debemos de plantearnos la exigencia de plasmar de la forma más estética posible la cotidianeidad o la vulgaridad, y transformarlo en una pieza única de belleza.

Yo creo que soy creativa y que tengo mucha imaginación, pero supongo que con la práctica, casi diaria, de la escritura podré pulir mi forma de decir las cosas, para que cada vez suenen más poéticas, emotivas, terroríficas, exageradas, crueles, bondadosas, etc.

Me gusta observar a la gente en la calle y en el parque que hay cerca de mi casa. Cada día me hacen descubrir cosas sobre la vida cotidiana y los seres humanos, que antes obviaba porque siempre tenía demasiada prisa al caminar de un lado a otro para ir al trabajo, de compras o hacer recados. Ahora tamién me paro de vez en cuando a intercambiar algunas conversaciones, sin mucha trascendencia, con mis vecinos. Espero que eso algún día me enseñe a crear personajes para alguna novela que tengo en mente.

Ahora también, normalmente estoy más calmada y reflexiva. Eso me ayuda a pensar más en lo que quiero escribir, en el mensaje que deseo transmitir y cómo hacerlo.

Por algunos comentarios que me hacéis los lectores, parece que a veces no expreso bien lo que quiero decir en mis poemas, y entendéis cosas o situaciones diferentes. Si, me cuesta mucho expresarme con exactitud, especialmente en español, porque normalmente pienso en inglés... pero bueno...también esa es una puerta abierta a vuestra propia creatividad, ya que mi ambigüedad contribuye a desarrollar vuestra quimera. Pienso que eso es, así mismo, interesante ¿no? Prefiero los “finales abiertos” que los “cerrados”, donde todo queda explícitamente dicho. En ellos no hay participación creativa por parte del lector, por lo tanto a mi me resultan más aburridos.

Madrid, 25/02/2009 12:55:14

jueves, 19 de febrero de 2009

CUENTO: El miedo
















Ella no sabía como decirle que era una asesina. Había dado muerte a su antiguo amante y que temía matarlo a él también. Lo amaba profundamente, pero no podía permitir que su amor volviera a matar. Ella no había usado venenos, ni armas, ni violencia; si nocturnidad, pero nunca alevosía. No le quedó la menor duda de su culpabilidad, cuando en el día del entierro, alguien le gritó: “¡Tu lo mataste!” Si, ella estaba segura de que había acabado con su frágil órgano cardiaco. Porque cuando él se le acercaba este se aceleraba o daba trompicones, de tal manera, que barruntaba detenerse de un momento a otro. Y ante su sonrisa él solía repetirle: “Tu boca me hechiza, me enerva. ¿Es que no te enteras de que puedes matarme o volverme loco cuando me sonríes así?”. Por eso, había tratado, por todos los medios, de no volver a enamorarse. Para no cometer otro asesinato. Quiso impedir la muerte de su amado. Había reprimido al máximo su pasión por él, pero eso lo había vuelto más loco aún ¿Cómo podría haber evitado que él la deseara con solo mirarla o al rozarla? Ella había tratado de reducir sus encuentros amorosos. Siempre la había aterrado el hecho de que su corazón fallara estando en sus brazos. Eso la convirtió en más monstruosa si cabe. (** PÁRRAFO OMITIDO**) Ya en coma, cuando ella le hablaba o le tocaba, sus constantes vitales, casi planas, se convertían en aterradoras montañas. Por eso la ponían enferma los hospitales, se mareaba ante las jeringuillas, no quería ver doctores ni en película... y su cerebro la protegió con un extraño mecanismo de defensa que le impedía recordar sus sueños.

¿Cómo podría advertir ahora a su amado que ella podía ser peligrosa para él, para su corazón...que temía matarle a él también? ¿Como podría decirle? “¡Siento pánico de que dejes de existir por amarme!”.

Madrid, 19/02/2009 13:48:42

En honor a Toñi, mi fiel seguidora, añado el párrafo que había omitido en el cuento, por considerarlo algo escabroso:

** Él era un maldito, embrujado por ella, que aún en la ICU deseaba poseerla. Y aquella fue la única vez que ella había sido capaz de negarse a ser suya. **

Besos, Toñi.

Añadido en Madrid, 20, febrero, 2009, 10:30

domingo, 1 de febrero de 2009

POEMA: Como puedes vivir














¿Cómo puedes vivir,
caminar,
respirar,
o dormir,
amado mío,
sin que mi mirada te incinere,
sin que mi sonrisa al Paraíso te lleve,
sin que el fuego de mi pasión te abrase,
sin que el morir sientas,
por mis mimos gozar,
por mis labios degustar,
por mis manos acariciar,
por mi aliento inhalar,
como me ocurre a mí
por ti?


¡Amo, de tu paso junto al mío, la cadencia
De deseo mi marcha sembrando,
Todo mi ser consumiendo,
Rezumando un río dispersa, tu esencia!


Ven a quebrar mi prudencia,
Escoltar mi soledad,
Desvanecer mi desdicha,
Alegrar mi existencia.
De tu adorada presencia,
Datará mi supervivencia.

Madrid 01/02/2009 21:03:29

viernes, 30 de enero de 2009

REFLEXIÓN: sobre las ilusiones
















Muchas veces nos topamos con personas sobre las que nos montamos un castillo en el aire, y esto nos hace crear un mundo de fantasía que solo existe en nuestra mente pero que nada tiene que ver con la verdadera situación.

Esto suele ocurrir principalmente cuando nos ilusionamos con personas del otro sexo, pero que en realidad nunca llegan a corresponder a nuestros sentimientos. Estos espejismos nos hacen ver, en las personas por las que nos montamos quimeras, signos de correspondencia hacia nuestros sentimientos, que en realidad no existen, y que no son más que el producto de nuestros propios anhelos, ya que no tienen ningún fundamento de veracidad.

Las personas realistas se cansan y ponen tope a estos delirios decepcionantes, pero las fantasiosas y soñadoras, aunque no obtengan de la otra persona más que un simple hola o una mirada, lo llegan a interpretar como algo más importante, y se quedan ancladas esperando siempre algo más que no llega, ni llegará jamás ... porque no lo hay.

Los románticos que se conforman con solo eso permanecerán “enganchados” a una relación no correspondida. Es difícil poner los pies en la tierra cuando tienes una esperanza, pero los que son incapaces de analizar la situación y de tomar determinaciones acordes con los resultados, siempre estarán solos con sus sueños, sin haber obtenido nada positivo ni satisfactorio.

Creo que siempre hay que hacer balance sobre los resultados obtenidos en cualquier trance en la vida, y que también es preciso poner fechas límite a los deseos que pretendemos conseguir - para que pasadas las fechas marcadas con esos claros objetivos, sean del tipo que sean- y veamos que no hemos avanzado, será preciso olvidarnos de esas quimeras, y plantearnos otras nuevas que nos lleguen a compensar emocionalmente.

Hay personas que no tienen esa fortaleza y llegan a sumirse en grandes depresiones atiborrándose de medicamentos, enfermando o intentando incluso el suicidio. Pienso que nada ni nadie merece tanto la pena como para poner en peligro nuestras vidas. Porque si son situaciones problemáticas, el tiempo las resolverá, y si son personas que no pueden corresponder a nuestros sentimientos, esto no tiene arreglo. Los sentimientos que tengamos por otras personas dependen de que seamos correspondidos o no, y para ser amados es necesaria una tercera persona, no nosotros solos. Así que la única solución es analizar con realismo todo tipo de espejismos, y desarrollar técnicas de olvido para con aquellos a los que lleguemos a la conclusión de que son inalcanzables. Es la única manera de que podamos sobrevivir y hacernos cada vez más fuertes.

Todo esto es más fácil de decir que de hacer. Porque siempre sabemos qué consejo dar a otros en estas circunstancias, pero nos cuesta más aplicarnos esta teoría para con nosotros mismos. Tal vez la clave esté en distraernos con actividades diferentes a lo que estamos acostumbrados o plantearnos nuevos objetivos o retomar los que habíamos dejado atrás olvidados o postergados. Es decir : romper con la rutina o los pequeños hábitos que han acompañado a estas utopías ... para empezar.


Madrid 30/01/2009 7:14:50

miércoles, 28 de enero de 2009

REFLEXIÓN: el valor de la música















Desde hace dos días he vuelto a ponerme a escuchar mi música favorita.

No se porqué, pero durante años, me había negado a mi misma este fantástico placer de dejar que mi espíritu fuese invadido y arrastrado por estos sonidos que me resultan tan motivadores.

Durante mucho tiempo solamente he escuchado música para bailar, normalmente en casa. Porque el bailar es lo único que ha podido sacarme siempre de una depresión segura.

Ahora he decido escuchar música mientras estudio, cocino, limpio la casa o leo. Algo que siempre hacía años atrás, pero que olvidé hacer...por múltiples razones.

Estoy feliz de haberme dado cuenta de lo mucho que estos sonidos pueden ayudarme a levantar el ánimo.

¿Cómo he podido negarme un placer de dioses del que no todo el mundo, desgraciadamente, puede disfrutar? ¿Cuántas personas no darían lo que fuera por poder escuchar la música que yo me he perdido?

A veces me pregunto ¿porqué he tendido a negarme cosas que pueden hacerme sentir feliz? ¿Seré masoquista? ¿O habrá que encontrar el momento adecuado en nuestras vidas para cada cosa?

No se la respuesta a esta pregunta, pero ¡me alegro de volver a quererme así! Porque si no me quiero yo...¿Quién lo hará?

Aunque también puede ser que necesitara olvidar los recuerdos que la música traía a mi memoria. Bueno...pues ahora parece que TODO eso está archivado...¡Y ya era hora!

Madrid, 27/01/2009 23:48:49

lunes, 26 de enero de 2009

CUENTO: Habitada












Ella sentía cómo su pasión se acrecentaba y la iba consumiendo. Ni la comida le entraba, a pesar de sus grandes esfuerzos por probar bocado. Su energía provenía del aire que respiraba, que a veces era incluso escaso, porque no le llegaba a lo más hondo, aunque con esfuerzos lo intentara. Lenta y segura se iba quedando sin los pocos kilos que recubrían su esqueleto. Quería dar tiempo a su amado, no agobiarle, respetar sus cadencia amorosa, esperar a que él estuviera preparado para abandonar su cueva. Eso decían los manuales de los expertos en psicología del amor, y ella trataba de ser una alumna aventajada. Repasaba una y otra vez “Los hombres son de Marte, y las mujeres de Venus” de John Gray, que parecía ser una eminencia en cómo debían comportarse las mujeres enamoradas, para no herir al hombre amado. Necesitaba estar preparada, y saber porqué el hacía esto o lo otro, y cómo ella debía interpretarlo. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué quería decir con lo otro? No quería fallarle porque él se había convertido en más importante para ella, que ella misma...De noche, sin poder conciliar el sueño. Repasaba el día y el instante del último encuentro de ambos. Recordaba todos los detalles al milímetro, a la milésima de milímetro...que una y otra vez volvían a su memoria, hasta que ¡por fin! amanecía. Su cerebro se había agudizado en todos los detalles referentes a él. Durante el día, más que caminar erraba. Porque no sabía qué tenía qué hacer, que iba a hacer, a dónde ir, ni a qué hora, porqué estaba allí, qué objeto necesitaba, para qué lo necesitaba...qué objeto tenía aquel objeto...¿qué sentido tenía nada...si TODO ya era él?

Solo contaba la hora en la que se aproximaba el tiempo de verle regresar de su trabajo a través de la celosía. Y le aguardaba...a veces quedándose helada con el cristal corrido a bajas temperaturas. Si lo veía aparecer su corazón tintineaba lleno de regocijo...si no lograba verlo...porque él se había adelantado a la hora prevista, era presa de una profunda tristeza, que no se iba hasta que volvía a tener la suerte de volver a verle en algún momento, instante, de cualquier manera, a cualquier hora. Los lunes eran horrendos. No sabía si debía salir a pasear y encontrárselo, o si eso le agobiaría a él y haría que se aburriese de verla tan a menudo. Parecidos eran los martes y los miércoles. Los jueves se iba animando, porque era el día previo al viernes. Los sábados y los domingos eran maravillosos porque en algún minuto de aquellos dos días existía la posibilidad de poder verle de alguna forma...¡Quería estar diferente, hermosa Y bonita! ¡Que no hubiese otra más atractiva ante sus ojos que ella! ¡Qué maravilloso martirio! ¡Sentirse así, poseída, invadida, habitada! Él se iba apoderando de ella, ocupándola y arropándola al igual que la vid se enreda en el parral. Notaba cómo su capacidad de raciocinio iba disminuyendo paulatinamente, a medida que aumentaba su poder de sentir...Sobre todo sentirle en sus breves encuentros de miradas furtivas...porque las palabras se habían convertido en imposibles de emitir. Se quedaban allí, atenazadas en la garganta, atrapadas por los latidos de ambos corazones que gritaban al unísono, enmudecidos para el resto del mundo, con fuerza de las olas rompiendo contra el malecón en un día de mar embravecido. Breves tropiezos en los que tiempo se detenía...la naturaleza enmudecía, dejando sus cuerpos ardientes presos de un invisible circulo de pasión.

Ya nada la podía consolar, si no era la imagen de su amado...que se hacía más necesaria y frecuente su demanda... y el mayor de los desasosiegos su ausencia.

Solo un “Hola” emitido por él tenían más valor para ella más que todo el oro o las piedras preciosas del mundo ...

¿Qué no habría ella dado por un beso suyo, una caricia de sus manos o un “te quiero”?

Madrid 26/01/2009 13:27:27

martes, 6 de enero de 2009

CARTA: A los Reyes Magos de Oriente













Querido Rey Melchor:

Ya se que es un poco tarde vuecencia, y que estaréis cansado de pasaros toda la noche repartiendo regalos a conciencia. Sí,...diréis que ya no soy una niña y que, por eso, no tengo preferencia...pero me gustaría, si aún os sobra algo de paciencia...que me concedierais un regalito, fruto de vuestra ciencia.

Otros os habrán pedido cosas fáciles de conseguir como que se acabe la Guerra en Oriente Medio, o que les traigáis una varita mágica que termine con la crisis, o que les toque la Lotería... y soy consciente de que el mío es el más difícil de obtener, porque:

Quiero que la estrella que os guía ilumine el corazón del amado mío, y que cuando sea ya hoy de anochecido, le susurre estas mis palabras en su oído:

Te siento más que lo que el infinito pueda abarcar,
Y con esa misma medida te necesito.
Cércame, mi amor...
Quiero sentir los latidos de tu corazón.
Envuélveme en tu piel,
Arrópame con tu aliento,
Ata prieta mi cintura,
Roza mis lóbulos,
Toma mis comisuras.
¡Derriba las barreras que nos separan,
Limpia las telarañas que me esconden!



Sí...ya se que esto es casi imposible de obtener...¿pero cómo podrías saber lo que quiero si no os escribo?

Bueno, y si no podéis traerme lo que os pido...hacedle saber, al menos, que me gustaría que me sonriera o hablara, de vez en cuando, al cruzamos...y que con eso me haría muy feliz...¡por ahora!

Me he portado bien todo el 2008...bueno...¡solo alguna travesura! Pero... ¡hace tantos años que no os pido nada!

Os dejo un poquito de agua para vos y los animales...¡ya sabéis que hay crisis! Ah, también un trozo de tarta de almendra,..¡si, si...sin azucares ni grasas añadidas! –por lo del azúcar y el colesterol, ya se que los tenéis altos estos días- y un poco de comida de gatos para los camellos. Espero que les guste...en Madrid es muy difícil conseguir comida especial para dromedarios.

Gracias por haber leído mi carta y por los esfuerzos que pongáis en utilizar vuestra magia para conmigo.

Os quiero.
Besitos.

Berta

Madrid a 06/01/2009 7:04:38