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martes, 7 de abril de 2009

REFLEXIÓN: Las relaciones y la comunicación



















A veces te ilusionas por una persona y pones tu mejor empeño en conocerla. Pero cuando eres adulta los seres humanos ya hemos tenido nuestras malas experiencias anteriormente. Nuestro corazón ya no es que era como cuando teníamos 15 años. Las malas experiencias nos hacen ser precavidos y a veces hasta desconfiados. Si una de las dos personas que quieren entablar una relación, se topan con otra que está “quemada”, la futura relación dependerá mucho de lo que ambas partes valoren al otro, y las dos tendrán que poner todo en el asador para que haya una comunicación fluida entre ambas. Lo que vas a sacar muy pronto en claro, es si la otra persona te va a frustrar por su desconfianza y malas interpretaciones sobre tus actos. Esto, a pesar de todos tus intentos por mantener tu ilusión, acabará con ella. Si la otra parte se niega a ser comunicativa contigo, tu desilusión será aún mayor. Porque ni te dará pie para que te comprenda, ni a que llegue a conocer tus deseos, inquietudes o necesidades afectivas; ni tampoco te dejará posibilidad de explicarte ante sus malas interpretaciones sobre tu forma de actuar o de decir.

La falta de comunicación es el mayor de los males entre las personas que tratan de entablar una relación. Mediante el intercambio comunicativo se aclaran las dudas, se conoce al otro, se pierde el miedo a la parte que uno desconoce de la otra persona, se llega a saber si el otro es sincero o no, y –como mínimo- se puede establecer una buena amistad.

Cuando una de las dos partes, por el motivo que sea, se niega a esa comunicación o no colabora en ella, llega un momento en que te plantearás el tirar la toalla, al darte cuenta – por mucho sentimiento que tengas por la otra persona- de que esa es una relación sin futuro, y que lo único que te va a causar son frustraciones y dolor.

Durante la madurez, tratamos de que las relaciones que entablamos sean fáciles y llevaderas, que no nos planteen grandes problemas. Que todo en ellas transcurra de la forma más natural posible. Pero si una de las partes se empeña en hacer las cosas de forma irresponsable e inmadura, se niega a ser comunicativa contigo, ve cosas en ti que no existen, sospecha de ti cosas que no son, y debido a eso, te trata de forma brusca injustificadamente o saca sobre ti conclusiones erróneas que hacen daño a ambos...Debemos plantearnos seriamente si debemos alejarnos de esa persona - antes de que nuestros sentimientos por ella vayan a más- a no ser que le veamos atisbos de un cambio radical de actitud hacia nosotros y hacia nuestra relación...Ya que los seres maduros, debemos evitar el sufrimiento que nos intentan provocar de forma gratuita e innecesaria, procedente de personas egoistas, inmaduras, consentidas en su mala educación, hechas polvo por sus previas malas experiencias amorosas- de las que tu no eres culpable- o bien porque carecen de una personalidad estable y coherente. Y sobre todo, debemos exigir ser tratadas con la misma sinceridad, gentileza, ternura y consideración con la que nosotros las tratamos, y no permitir que estas nos malinterpreten bajo ningún concepto - y, por supuesto- no sentirnos culpables cuando estas lo hagan, ya que el problema no radica en nosotros, sino en ellas.

Madrid, 07/04/2009 8:47:01

viernes, 30 de enero de 2009

REFLEXIÓN: sobre las ilusiones
















Muchas veces nos topamos con personas sobre las que nos montamos un castillo en el aire, y esto nos hace crear un mundo de fantasía que solo existe en nuestra mente pero que nada tiene que ver con la verdadera situación.

Esto suele ocurrir principalmente cuando nos ilusionamos con personas del otro sexo, pero que en realidad nunca llegan a corresponder a nuestros sentimientos. Estos espejismos nos hacen ver, en las personas por las que nos montamos quimeras, signos de correspondencia hacia nuestros sentimientos, que en realidad no existen, y que no son más que el producto de nuestros propios anhelos, ya que no tienen ningún fundamento de veracidad.

Las personas realistas se cansan y ponen tope a estos delirios decepcionantes, pero las fantasiosas y soñadoras, aunque no obtengan de la otra persona más que un simple hola o una mirada, lo llegan a interpretar como algo más importante, y se quedan ancladas esperando siempre algo más que no llega, ni llegará jamás ... porque no lo hay.

Los románticos que se conforman con solo eso permanecerán “enganchados” a una relación no correspondida. Es difícil poner los pies en la tierra cuando tienes una esperanza, pero los que son incapaces de analizar la situación y de tomar determinaciones acordes con los resultados, siempre estarán solos con sus sueños, sin haber obtenido nada positivo ni satisfactorio.

Creo que siempre hay que hacer balance sobre los resultados obtenidos en cualquier trance en la vida, y que también es preciso poner fechas límite a los deseos que pretendemos conseguir - para que pasadas las fechas marcadas con esos claros objetivos, sean del tipo que sean- y veamos que no hemos avanzado, será preciso olvidarnos de esas quimeras, y plantearnos otras nuevas que nos lleguen a compensar emocionalmente.

Hay personas que no tienen esa fortaleza y llegan a sumirse en grandes depresiones atiborrándose de medicamentos, enfermando o intentando incluso el suicidio. Pienso que nada ni nadie merece tanto la pena como para poner en peligro nuestras vidas. Porque si son situaciones problemáticas, el tiempo las resolverá, y si son personas que no pueden corresponder a nuestros sentimientos, esto no tiene arreglo. Los sentimientos que tengamos por otras personas dependen de que seamos correspondidos o no, y para ser amados es necesaria una tercera persona, no nosotros solos. Así que la única solución es analizar con realismo todo tipo de espejismos, y desarrollar técnicas de olvido para con aquellos a los que lleguemos a la conclusión de que son inalcanzables. Es la única manera de que podamos sobrevivir y hacernos cada vez más fuertes.

Todo esto es más fácil de decir que de hacer. Porque siempre sabemos qué consejo dar a otros en estas circunstancias, pero nos cuesta más aplicarnos esta teoría para con nosotros mismos. Tal vez la clave esté en distraernos con actividades diferentes a lo que estamos acostumbrados o plantearnos nuevos objetivos o retomar los que habíamos dejado atrás olvidados o postergados. Es decir : romper con la rutina o los pequeños hábitos que han acompañado a estas utopías ... para empezar.


Madrid 30/01/2009 7:14:50