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domingo, 24 de mayo de 2009

REFLEXIONES: sobre los sentidos

















Estoy leyendo “La doctrina del shock” de Naomi Klein, subtitulado “ El auge del capitalismo del desastre”. Te lo recomiendo si quieres comprender la crisis actual y la venidera.

Es un libro terrible, que entre otras muchas cosas cuenta con detalle los experimentos llevados a cabo en Montreal, en la Universidad de McGill, entre 1934-64 por Ewen Cameron *, psiquiatra que llevo a cabo el proyecto MK ULTRA, un programa de la CIA americana sobre control de la mente. Este tratamiento consistía principalmente en borrar completamente la memoria del paciente y reconstruir de nuevo su psique, para lo cual, además de el electroshock se utilizaban todo tipo de drogas entre ellas el LSD y la fenciclidina. Lo primero que tenía que hacer era borrar los factores del espacio y el tiempo en las mentes de estos pacientes forzando para ello, la completa pérdida de los sentidos del paciente hasta el punto de que no supiera donde estaba ni quien era. Es decir: la aniquilación total de sus sentidos.

De todas las crueldades que cuenta Klein sobre las atrocidades cometidas por Ewen Cameron, lo que más me impresionó hace tres días – y no pude retomar su lectura hasta hoy- es que a pesar de todos los esfuerzos que hacía para destruir ambos factores en sus víctimas, - manteniéndolos inmovilizados en celdas de aislamiento acústico y luminoso- hubo un paciente que conservaba la noción del tiempo gracias a que podía oír el leve murmullo del paso de un avión cada mañana a las nueve. Y cito algo que me conmovió profundamente hasta hacerme llorar: “Cuando la vida se reduce a las cuatro paredes de una celda, el ritmo de los sonidos del exterior es una especie de cuerda salvavidas, la prueba de que el prisionero aún es humano, de que existe un mundo más allá de la tortura” (p. 64) ... porque cuando vivía en mi "zulo", (tal como relato más adelante) el único hilo conductor que me ataba a la realidad de afuera, muchas veces, fue el bramido del viento que entraba por los reducidos conductos de la ventilación...Y, al leer esto, me pregunté ¿Y si el paciente-prisionero tuviera reducida su capacidad auditiva? ...Entonces de di cuenta de la fragilidad a la que están sometidas las personas que no pueden oír, y como de esto puede incluso depender su supervivencia en un momento dado. Soy especialmente sensible a este tema. Debido a una dosis masiva de Estreptomicina que recibí a los 16 años perdí casa toda la capacidad auditiva del oído derecho y parte del izquierdo, y tarde unos 20 años envolver a recuperarla. Aunque ahora creo que tengo un buen sentido auditivo, tal vez, después de convertirme en vegana. Esto me hacía aislarme del mundo y fomentaba mi fantasía, la cual era ya de por si bastante grande desde mi infancia. Me costaba mucho concentrarme en lo que la gente me hablaba, y a menudo perdía el hilo de la conversación. Mi familia siempre se quejaba de mi falta de atención al escucharles.

Otra de las torturas a las que Cameron sometía al paciente era entubar sus miembros para que no pudieran sentirse a sí mismos. Es decir, la pérdida del tacto sobre nuestra propia piel. También puedo contar mi experiencia sobre eso. Debido a un accidente – se rompió uno de los platos que fregaba y su filo cortante segó todos los tendones y las venas de mi muñeca derecha- cuando tenía 17 años. Era el verano en que debía escribir mi examen de entrada en la Universidad para septiembre. Me corté a principios de julio y tuve que hacer aquel examen oral por los pasilos de la Facultad de CC de la Información ante mi admirado periodista y profesor del Castillo Puig (ya fallecido), mientras los demás lo escribían, porque aún estaba escayolada. Los médicos me dijeron que había perdido la movilidad de esa mano. Y aunque intenté aprender, para el examen, a escribir con mi izquierda casi no había conseguido avanzar nada. Así que, cuando me retiraron la escayola a primeros de octubre, comencé a realizar la rehabilitación de una forma tan exhaustiva con una pelota de tenis y agua casi hirviendo, que cuando volvía a la consulta y apreté la mano de mi cirujano no se lo podía creer. La operación fue un éxito. Ahora nadie puede decir que mi mano haya sufrido ningún trauma, de no ser por la cicatriz. Pero, para mi sorpresa, el problema fue que perdí el tacto en los 4 dedos. De tal forma que parece que llevo siempre puesto un guante de goma aunque soy altamente sensible al dolor en esa mano, que rápidamente se extiende hasta el hombro. También esta falta de sensibilidad solía causarme graves quemaduras al freír pescado –cosa que ya nunca hago- porque sin darme cuenta introducía los dedos en la sartén al depositar la pieza, hasta que compré unas largas tenazas metálicas.


El sentido del espacio y el tiempo, para mi están ahora plenamente marcados por la transición noche-día, algo que no siempre fue así. Debido a circunstancias personales -que no vienen a cuento aquí ahora- viví hasta el otoño de 2007, y durante 7 años, por motivos de seguridad, en un lugar, casi insonorizado, donde no entraba la luz y la ventilación era escasa. Cuando no daba clases, solía perder la noción del tiempo, y solo el estómago me marcaba las horas. Al salir de aquel “zulo” me sentí como cuando le quitas el corcho a la botella de champán después de agitarla...¡Era tan grande mi necesidad de socializarme y de estar al aire libre! Ahora el caminar en libertad se ha convertido para mi en una necesidad básica, y es esta para mi una gran dicha, porque siempre he tenido complejo de lagartija. Así entenderás, por qué una de mis mayores satisfacciones diarias ha sido, durante estos meses, contemplar el trajín de la vida diaria de la gente que va y viene o juega en el parque, pero lo que no me gusta perderme es la puesta de sol desde el parque o desde una cima que dista a solo 10 minutos de mi casa, ya que desde allí puedo ver todo el horizonte en derredor si me subo a un banco o a la base de una escultura gigante de madera en forma de pirámide. Lo asombroso es que siempre estoy sola. Nadie de mi barrio parece interesarse por este milagro diario que la naturaleza nos ofrece para recreo de nuestra vista... También prefiero no llevar reloj, orientada solo por la longitud de la sombra, el recorrido de la luz solar, el movimiento de las nubes cambiantes, la procedencia del viento, el cambio del tono de la luz, la dirección de la caída del aguacero o de la nieve, la posición de las estrellas cuando es de noche... Pero me doy cuenta de que muy poca gente hace uso de este valioso sentido de la orientación espacio-temporal, e incluso, muchos se extrañan de que sea capaz de saber la hora con bastante precisión sin necesidad de mirar un reloj.


A veces, por circunstancias, carecemos de alguno de nuestros sentidos o los tenemos disminuidos. Esto nos hace más frágiles ante determinadas situaciones, pero también nos hace desarrollar otras técnicas que los suplen de cara a nuestra supervivencia o a la proyección de nuestro yo. Es por eso que los experimentos llevados a cabo por el Doctor Cameron -donde también se trata de la eliminación del yo- me han impresionado tantísimo.

Madrid, 24, mayo 2009 6:27


* Videos sobre Cameron (en inglés)

Video sobre Cameron "El Proyecto Monarch" (con subtítulos en español)