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miércoles, 1 de abril de 2009

REFLEXIÓN: El don de la palabra















"Conversación" de Carlos Páez Vilaró


Esta tarde-noche, tuve que salir a pasear más de lo acostumbrado porque no me encontraba bien de arrojo. De paso me encontré con una vecina a la que he hecho algún favor, pero con la que jamás había intercambiado ni cinco palabras que se refieran a algo íntimo...y es que soy difícil para contar lo que siento -eso es lo que normalmente me reprocha mi hija. Me paso la vida aguanta y aguanta...y me da la impresión que me empieza a resultar malísimo para el ánimo.

Pasé de largo. Me paré. Me di la vuelta. Volví donde ella y le dije: "No me encuentro bien. Por favor ayúdame". Ella se asustó muchísimo. Creyó que me ocurría algo gravísimo y se puso muy pálida. "¿Qué te ocurre?" Me preguntó alarmada. "Nada importante." Le contesté llorando. "Solo necesito hablar con alguien...que alguien me escuche...porque me siento fatal." Y le conté algo que no llegó a comprender, ya que no parecía tener pies ni cabeza para ella. Pero no importaba...Me dijo "No entiendo nada de lo que me dices...pero si no quieres decirme nada más yo no te voy a sacar las palabras con un sacacorchos"...pero me escuchó...Y al final me abrazó y me besó diciéndome: "Nada de lo que tu me digas saldrá de mí. Yo soy una tumba para eso". Me hizo sentir muy bien y la creí. No era mi amiga, pero se comportó como si lo fuera ¡Que maravilloso encuentro!

Me he dado cuenta de lo importante que es tener a alguien que sepa escucharte. No importa si te entiende o no, ni si tiene una solución -porque no es eso lo que buscas. Solo poder desahogarte con alguien es suficiente para salir de un momento angustioso. Las palabras, al ser emitidas, tiene el don divino de la sanación del espíritu dolorido, enfermo o herido. Cuando el verbo fluye desde tu interior hacia el exterior produce el efecto de dialogar contigo mismo. A medida que hablas reflexionas, analizas a la vez que intercambias y comunicas emociones. Eso aminora el peso de tu propia carga emocional. Es como si la repartieras entre tu y la otra persona. Creo que por eso la comunicación es la base fundamental de las relaciones humanas.

Mi vecina hoy se convirtió en lo que un cristiano hace cuando se confiesa, o como cuando el paciente va al psicólogo. Lo siento por el mal trago que le hice pasar...Creo que al final comprendió que solo era un mal rato que estaba pasando después de unos días de fiebre en los que caí en cama -debido a una bronquitis- estando sola y ¡para colmo! uno de ellos había sido mi cumpleaños.

Tal vez deba volver a vivir sola...porque creo que me estoy volviendo afectivamente dependiente... y eso no es bueno ni para mi, ni para mis hijos, a los que he tratado de educar como seres independientes...

En fin...será que me estoy haciendo vieja... y me están empezando a salir las "viruelas"... y dado que no me confieso, supongo que acabaré yendo al psicólogo para no tener que volver a dar la "paliza" a más vecinas...Además, en el tiempo en que vivimos ¿quien tiene tiempo para escuchar sobre los problemas de otros? Y me da la impresión de que lo que está de moda hoy en día, es que cuando alguien te causa un dolor emocional innecesario, en vez tratar de hablar contigo para aclarar las cosas o pedirte disculpas, lo lógico -por lo visto- es que recomienden a tu familia que te lleven al psicólogo o al psiquiatra. Supongo que será porque los que andan atiborrados de pastillas resultan menos "incómodos", para algunos, cuando se los tengan que cruzar en la calle.

Madrid, 01/04/2009 3:09:42