Duerme, mi amor,
Que mi vigilia te vela.
Duerme, mi vida,
Que mi corazón te anhela.
Duerme, mi sueño,
Que todo mi ser te espera.
Madrid, 29, diciembre, 2008
Aunque al principio estaba nervioso poco a poco se tranquilizó. Aquel joven pianista le había parecido de fiar a pesar del corto tiempo que se conocían. A penas hubo conversado con él por primera vez, se dio cuenta de que era todo un caballero y lo suficiente sensible como para comprender el asunto que le preocupaba. No tuvo la menor duda de que, a partir de aquel instante, todo cambiaría, tanto para él como para su hija. Él la adoraba y era capaz de hacer por ella cualquier cosa. No dudó en invitarle a su casa. Como era un hombre generoso trató a su convidado cual príncipe, dentro de las estrecheces que su familia pasaba. Puso la disculpa de que a su hija le encantaría escucharle tocar el piano, pero él era sabedor de que estaba estropeado desde que su esposa falleció. ¡Al fin y al cabo era una razón de peso para convencer a un pianista a visitar su humilde morada! Cuando el joven llegó, él tuvo en cuenta la cara de agrado con que miró a su hija por primera vez. Desde entonces ya no le quedó la menor duda de que había acertado en el hombre elegido para sacar a su adorada descendiente del sueño irreal en que se hallaba sumergida desde la ausencia de su madre. Su querida esposa enfermó gravemente cuando la niña contaba tan solo con 5 años de edad. Estaban muy unidas. Úrsula, que así se llamaba la finada, no tenía ojos ni voluntad más que para cuidar de su pequeña. Le hacía vestiditos para su muñeca, le ayudaba a vestirla, las dos la llevaban de paseo por el malecón, le hacían comiditas... Eran inseparables, hasta que la enferma no tuvo más remedio que abandonar lo que más quería por fuerza mayor y muy a su pesar. Desde entonces, Caléndula -le habían puesto ese nombre por ser el de una de las flores favoritas de su madre- no volvió a salir a la calle. Suplía la realidad, que no era de su agrado, por un mundo de quimera. Sus manitas creaban cada mañana un hermoso jardín florido, donde los pétalos eran sustituidos por abigarrados paraguas desplegados. Su hermosa cabecita era capaz de inventar todo tipo de historias sobre las sombras que la vidriera pintaba al transitar delante de sus cristales traslúcidos. Ella amaba, sobre todas las cosas, al balcón que había dado cobijo a la hamaca en la que su progenitora solía tomar el sol cada mañana. La pequeña se sentaba a sus pies y, aunque fingía dormir, se mantenía alerta a cualquier quejido o movimiento de su madre. Unas veces sus manos de nácar le ofrecían agua fresca a sorbitos, otras se la pasaban agitando sin cesar un abanico. Su corto juicio barruntaba, que mientras que su madre recibiera aquel aire fresco, no se olvidaría de respirar. Pero una mañana lo hizo. Y por más súplicas, gritos, llantos y sacudidas que recibió de la pequeña, su cuerpo había incumplido para siempre su promesa de no abandonarla jamás. El padre contempló con alborozo cómo ella fue abriendo su corazón al desconocido. El pianista comenzó a ganarse su amistad, hasta que ella poco a poco lo hizo su confidente. El padre pudo respirar aliviado porque su Caléndula había florecido en alguien real con quien platicar, capaz de prestarle sus oídos sin dar la menor importancia a que su cabeza, de vez en cuando, deambulara con rumbo incierto. ¡Por fin!... ¡Cómo ansiaba ir a reunirse con su amada sin más tardanza!
Berta Madrid, 4, diciembre, 2008 Relato basado el "El Balcón" de Felisberto Hernández y en la frase de mi compañera del Taller de Escriture "Pluma y Tintero", Isabel Fraile: "Aunque al principio estaba nervioso poco a poco se tranquilizó".
Para saber más sobre la calédula visite: Calendula
Poema dedicado a mi hermana Olga.
¡Qué tiempos aquellos!
De historias fabulosas,
Chistes incomprensibles,
Terroríficos relatos,
Hazañas y bravuconadas...
Todos contados al mor de la lumbre,
Con espíritus encendidos,
Junto al fulgor de las llamas,
Mientras el tambor giraba,
Dando paso al delicioso perfume,
De las castañas asadas.
Trepando el humo se dispersaba,
Ahumando el secado
De los rojizos colgados:
Chorizos, morcillas y botillos
Entre cachuchas, orejas y untos
Sus riestras colgaban.
Y lentamente, como por arte de magia,
Ennegrecidos con el tiempo se tornaban.
Allí, apartada de la lumbre,
La espita con las hozadas.
Acullá, sobre los platos de la alacena,
El chisporroteante rescoldo de reflejaba.
Del pote del calco gallego,
Bajo una tapadera opresora,
Vapores hechizantes se escapan,
Impregnando la estancia,
Y hasta lo que los arcones,
Entre naftalinas,
Secretamente guardaban.
Acá, tras los ojos de los oyentes,
Inconfesables temores se ocultaban.
Tardes de siestas no cumplidas,
Por traviesos juegos interrumpidas.
Tras uno y otro mensajito
A Justo y a Alfredito,
La pared de barro y paja entramada, Poco y poco,
Para asombro del que la observaba,
Gracias a nuestra labor de ratas,
Como quesos de gruyere se quedaba.
Largas sesiones nocturnas
De novelas por entrega leídas,
Donde amores imposibles,
Villanos y bellas damas,
Nuestras mentes infantiles se disputaban.
En maternales brazos arrullados,
Bajos inmensos chales de lana envueltos,
Risas, llantos, suspiros y ayes,
Nuestros oídos virginales poblaban.
Viejos, jóvenes y niños,
Todos revueltos,
Las noches invernales del filandón se pasaban.
Días de cocer el pan.
El horno, de redondo empedrado,
Era comunal
Y las madres se turnaban.
Los roscones ...
para San Pedro,
Las roscas ...
para Santa Marta,
Y si sobraban huevos...
¡Llegaba para alguna tarta!
Olores a anises, canela y masa nos impregnaban,
Nuestros juegos eran “Las 3 en raya”,
Sobre las arcas de harina
Entramados de partidas se grababan.
Tiempos de memoria en la escuela,
De reglazos sobre la manita desmandada.
Mucho juego en la calle,
Mucha vida hogareña en casa.
De tomar la leche de la vaca,
Y del pan untado con la nata.
Del requesón diario,
De mantequilla echa en la casa,
Y de levadura madre para la masa.
Cuando los deliciosos “brazos de gitano”
Con anises coloreados se salteaban.
Vida y paisaje en niebla envueltos.
Hasta los tuétanos calando.
La luz ni resquicio hallando,
Las esperanzas ahogando.
Noches enteras arrullados
Por bronco viento bramando,
Tras las contras se iba deslizando,
Y entre los chopos aullando.
Bajo pilas de mantas acurrucados
La aurora aguardando.
Asma, reuma, toses, fiebre alta...
¡Y todo lo que hiciera falta!
Con ilusión esperando
Que el sol levantara,
Para calentar las caritas de rosa
Que entre lodazales correteaban.
Tiempos de trabajo en la era.
Construyendo mederos, pasando rastrillos,
Aventando y limpiando el grano.
Yuntando las vacas,
Arando con vertedera
Y a las tres de la mañana regando.
De Guardias de la Benatoria controlando,
Dentro de fantasmagóricas cabañas,
Sobre grandes pedregales vigilando.
De espíritus vagabundos,
Descanso eterno para sus almas,
Misas católicas implorando.
Tiempos lejanos,
De sueños adormecidos,
Muy hondo en el corazón guardados. Queridos y valorados,
Pero nunca añorados.
¡Dejemos las remembranzas, hermana,
Los anhelos pasados y el sufrir!
Tras la prórroga concedida,
Es tiempo de volver a vivir.
Madrid, 5 de octubre de 2008
Adiós a mi trenza
Muy temprano,
Esta mañana,
Con mano firme
Y arma de acero
Seccioné mi largo cabello trenzado.
Ya no quiero
Que se esparza cada noche
Sobre mi almohada,
Ni que gire sin cesar
En mis noches de insomnio
En torno a mi rostro,
Ni que seque mis lágrimas.
Ni quiero sentir
Su olor a frescura
Que tú tanto amabas.
Ni que a mi paso
Se roce con otros seres
¿Podrían apreciar en él
La belleza que tú le encontrabas?
Ya no me sirve
Para cubrirte con él
Mientras te lleno de besos.
Ya no se enredará más entre tus dedos
Mientras me repetías.
“¡Me encanta tu pelo!
Niña, no te cortes el pelo.
¡Qué bien huele!
¡Tan negro!
¡Qué suavidad tiene!
¡Cómo me encanta!”
Ahora, trenzado, y sin vida,
Yacerá para siempre,
Como tú, mi amor,
Encerrado en su caja,
Mudo testigo de mi dolor,
Símbolo de lo que de mí te llevaste,
Para siempre, contigo.
***ESCRITO en Madrid el 27 de agosto de 1994. Lo incluyo aquí por ser este el último poema que escribí antes de comenzar este blog.***
La novia Foto Cela(1976)
DEDICATORIA: A Coral Herrera Gómez, una de mis mejores, y más románticas, ex-alumnas, con todo mi amor.
Querida Kori,
ante todo mis felicitaciones por haber conseguido que publicaran tu primer artículo. Lo encuentro muy interesante, y ha conseguido suscitar en mí algunas ideas sobre lo que expones en él.
El amor y la soledad
Muchas personas dicen que es muy duro estar solo, y te puedo asegurar por experiencia propia que es cierto. Pero también se puede aprender a disfrutar del encanto que puede tener la soledad: tiempo para leer, pasear, observar lo que nos rodea, reflexionar, sentir la naturaleza, escuchar el latido de la vida, etc. Me gusta estar con gente, y mucho más si lo estuviera con un ser amado que me correspondiera, pero seguiría necesitando momentos para estar sola y reencontrarme a mí misma.
El amor y las uniones en pareja
Me da la impresión de que los seres humanos -que no tenemos un pelo de tontos- hemos optado por amarnos en pareja porque a efectos prácticos da mejores resultados. Tal vez eso simplifique las complicadas relaciones humanas y sea una defensa y un refugio contra las agresiones del mundo fuera de la vida en pareja. Si amas a alguien necesitas confiar plenamente en esa persona. De hecho las parejas se rompen cuando esa confianza mutua se quiebra y entra en juego la mentira. Sería más complicado si la confianza se tuviera que basar en varias personas. Además, a todos los seres humanos nos gusta sentirnos únicos e irrepetibles, y como tales, ser amados. No conozco a ningún amante que no quiera ser amado en exclusividad, y los celos –en mayor o menor medida- parecen formar parte de la relación amorosa. Es decir, que el amante « necesita » que el ser que ama no pueda relacionarse con otros de la misma forma que lo hace con él/ella. Eso es lo que le reafirma en su seguridad de ser amado por esa persona. El amor monógamo y heterosexual también se da en muchas especies animales, y probablemente sea también el producto de conclusiones prácticas que se han considerado más útiles para la supervivencia. Me limito a no mencionar las ventajas higiénicas y de salud que estas conllevan y que los humanos le han atribuido a lo largo de la historia.
El amor y la heterosexualidad
Este tipo de amor debió de surgir después de la comprobación práctica de que las relaciones homosexuales (hombre-hombre/ mujer/mujer) no daban como resultado la fertilidad. Los seres humanos, además de la lucha por la supervivencia, buscamos la eternidad. Es decir, algo material, -« plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro »- que trascienda al mundo cuando nosotros dejemos de existir físicamente. Durante muchos siglos, los humanos seguramente consideraron que solo dejaban su huella cuando habían procreado. Pero la función exclusiva que cumplía la procreación ahora puede ser sustituida o compartida por distintas manifestaciones artísticas, y muchos se centran en sus carreras en vez de en tener hijos, dejando su huella indeleble en la cultura.
El amor y la autorrealización
No creo que el amor deba basarse en la búsqueda de la « autorrealización ». Te autorrealizas a medida que creces. Si la pareja progresa junta y en la misma dirección –compartida en común- es más probable que se mantenga unida. Pero si cada uno se realiza tomando distintos derroteros, cuando se acabe la etapa del enamoramiento – al fallar la química- el amor y la magia desaparecerán porque no habrá quedado nada que compartir. Por eso buscamos semejantes o afines, y solo será química que no perdurará cuando la relación se base en los « polos opuestos que se atraen ». Soy de la opinión de que los enamorados siguen siendo dos seres solitarios que, caminando por la senda de la vida libres, se mantienen unidos voluntariamente, para intercambiar puestas en común donde realizan pequeñas proezas que hacen feliz al otro.
El amor y la cotidianeidad
El amor no debe salvarnos de la cotidianeidad, más al contrario, debemos darnos cuenta en el amor que hay en los actos cotidianos compartidos. Un acto cotidiano, se torna en extraordinario si hace feliz a alguien. Nada de lo que hacemos por el ser que amamos, debería ser considerado vano ni aburrido. El amor debe estar lleno de creatividad, juego y complicidad mutua. Lo que torna lo cotidiano en mágico.
El amor y la brevedad
La etapa del enamoramiento es breve, solo dura mientras hay química –no más de cinco años, según los estudiosos- pero el amor puede durar mientras el amante viva, y aún más allá de la propia vida del ser amado, que a su vez puede ser sustituido por otro pasado un tiempo. El amante podrá amar un nuevo objeto amado de la misma forma que amó al otro anteriormente, porque la capacidad para generar amor está en el amante que acaba atrayendo al objeto de su amor hacia sí. Hay personas que no saben amar porque creen que deben darlo todo sin recibir nada a cambio, u otras, al contrario, que lo quieren todo sin aportar nada. Ambas formas de amar resultan frustrantes para el amante. En el amor es tan importante saber recibir como saber dar. En el amor no deben tener cabida el egoísmo ni la abnegación. El amor perdurable debe basarse en un « toma y daca ». Creo que amor y utopía son incompatibles. El amor se basa en una relación mágico-química que debe tener los pies bien asentados en la tierra. No es una moda a seguir ni tiene porque conllevar obligatoriamente fecha de caducidad. Y contradiciendo a Neruda, creo que: El amor puede ser eterno, el ser amado perecedero, y solo ama quien tiene capacidad para hacerlo y está dispuesto a ello.
Besitos.
Love's Philosophy by Percy Bysshe Shelley
(1803-1882)
To my family in Brasil
The fountains mingle with the river,
And the rivers with the ocean;
The winds of heaven mix forever,
With a sweet emotion;
Nothing in the world is single;
All things by a law divine
In one another's being mingle;--
Why not I with thine?
See! the mountains kiss high heaven,
And the waves clasp one another;
No sister flower would be forgiven,
If it disdained it's brother;
And the sunlight clasps the earth,
And the moonbeams kiss the sea;--
What are all these kissings worth,
If thou kiss not me?
TRADUCCIÓN:
A mi familia en Brasil
La filosofía del amor
Las Fuentes se confunden con el río,
Y los ríos con el océano;
Los vientos del cielo se entremezclan por siempre,
Con una dulce emoción;
Nada en el mundo está desparejado;
Todas las cosas por ley divina
Entre una y otra se van mezclando;--
¿Porqué no yo contigo?
¡Mira! Las montañas besan al alto cielo,
Y las olas se atrapan unas a otras;
Ninguna flor hermana sería perdonada,
Si a su hermano desdeñara;
Y la luz del cielo abraza a la tierra,
Y el rayo de luna besa al mar;--
¿De qué valen todos esos besos,
Si tú no me besas a mí?