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lunes, 25 de enero de 2021

La venganza de Filomena

Foto gratuita de Pxhere https://pxhere.com/es/photo/830797
 
 

A través de mis ventanas la nieve estuvo cayendo desde el atardecer del viernes hasta entrada la mañana del domingo.

¡Qué ilusión ver los copos posarse, cuál plumón agitado por Eolo, aquí y allá!

Una serena quietud reinaba en el paisaje, en la tierra, el planeta y el alma de los espectadores.

Nuestro espíritu alegre y ameno se fue transformando con el paso de las horas.

Lo que solía ser esperado con ilusión me volvió apesadumbrada y reflexiva.

La quietud y el silencio invadieron el espacio. Todo se tornó mudo y taciturno durante horas.

La caída incesante solo se dejaba ver.

Frente a la hermosura infinita contemplada cundía una temible pausa inerte, pasiva y desafiante.

La naturaleza empezó a esconderse bajo un pesado manto blanco que hizo inclinar la gallardía de sus ramas. Doblegó sus troncos más jóvenes y frágiles, por falta de experiencia. La belleza se apoderó del campo, lo domó, lo puso de rodillas ante el inmenso poder de la frágil, etérea e inocente nevada.

Filomena, nombre de musa del más hermoso de los mitos, se volvió demasiado abundante, pesada, empalagosa e indudablemente vengativa. Como todo lo que abunda en demasía. ¡Se volvió infumable!, que dirían muchos de sus sufridores.

¿Qué culpa tendremos los españoles de que la damisela fuera violada y ultrajada, según Ovidio, por su cuñado Tereo? ¿No le rindió ya el tributo merecido el grueso de nuestros literatos? ¿No le bastó el cántico poético de Lope? ¿Por qué ha venido, entonces, a descargar a mi país su ira? Me preguntaba yo, al contemplar el incesante desplome.

Frente a aquella inmensidad grosera y blanca uno no tenía más remedio que convencerse de la inexorable finitud del ser humano en nuestro Planeta.

Hasta el más desafiante se achanta ante semejante cándida magnitud. Incluso el verbo de tu garganta se amordaza. Se manifiesta lánguido y mortecino, como desconfiando de escucharse a sí mismo. Acallas tus palabras y enmudeces porque el más mínimo susurro sería una violación del mutismo reinante.

El movimiento va cesando. Las hojas y las ramas han desistido de su eterno balanceo. La espesa capa albina, sin culpa ni mancha, las retiene cohibidas, cabizbajas o atrapadas, como el pie del guerrero vencedor aplasta el cuello del luchador vencido.

La cúpula celeste, antes vomitando copos centelleantes, se ha insensibilizado bajo tonos grisáceos inexpresivos, dejando flotar sobre tu cabeza la tapa glacial de una olla a presión.

El paisaje, una vez verdoso, resplandece ahora bajo una luz albar cegadora.

Me vuelvo tímida, diminuta y reflexiva. Enjaulada por una vengativa y poderosa insignificancia argéntea e inmaculada que me retiene tras los vidrios y achica mi espíritu brioso.

Ultimada su venganza, contemplo, a la salida del sol, el devaneo del ir y venir de las aves. Observo la ensoñación de cómo el ruiseñor Filomena se encamina hacia la lejanía del bosque. Allí entonará sus más hermosos cánticos tristes y melodiosos. Las Prognes golondrinas ensangrentadas y heridas tratarán, en vano, de hallar a Filomena encaramándose a los tejados madrileños y manchegos. Mientras, el machista abusón y violador de Tereo, transformado en abubilla, volverá a escaquearse de la justicia española, alimentándose eternamente, como es su costumbre, de estiércol.

 

domingo, 1 de febrero de 2009

REFLEXIÓN: la incertidumbre del amor
















Imagen: “Principio de incertidumbre” de Luz González de la Torre

Este escrito me lo ha inspirado (y por lo tanto se lo dedico) D. Antonio R. de las Heras, Director del Instituto de Cultura y Tecnología, a raíz de las interesantes conclusiones que realizó sobre la exposición de la Tesis de Kori, el pasado viernes en la Universidad Carlos III de Madrid.


El profesor de las Heras mencionó, muy acertadamente, que hay un principio de “incertidumbre” que rige nuestras vidas, por lo tanto todas las relaciones humanas, y principalmente la del amor.


Yo publiqué hace unos días “Reflexión sobre el cerebro enamorado” que tiene relación con lo que voy a escribir ahora.


La doctora Brizendine (2006) habla del estado de drogadicción en el que se encuentra el cerebro cuando está enamorado. De tal forma que cuando el amante siente una retirada del objeto amado sufre un chock emocional semejante al síndrome de abstinencia o mono que padece un drogadicto ante la carencia de la misma. Es decir que la falta del ser amado contribuye a crear una incertidumbre, que conlleva una sensación de vértigo en la otra persona, además de: mariposas en el estómago, falta de apetito, dificultad de concentración y falta de sueño. Creo que esto podría ser principalmente lo que causa que las mujeres necesitemos, de forma muy constante, un reforzamiento de seguridad y de protección, por parte del ser amado. Cuando un hombre, al comienzo de una relación se mete en su “cueva” tal como dice John Gray en “Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus” lo que hace es estar contribuyendo a fomentar la incertidumbre en la mujer. Ella necesita reforzar su seguridad hablando del tema con sus amigas, aunque también hay mujeres que son muy reservadas y se lo tragan todo. Estas últimas son quizá las más vulnerables a no comprender lo que está pasando por la mente masculina, y se frustran más rápidamente, por falta de apoyo moral proveniente de otras personas.


Hay muchas relaciones, que inexplicablemente, han terminado, sin que los hombres entiendan el motivo ni se hayan dado cuenta del porqué, cuando ellos creían que les bastaba con saber que la mujer estaba enamorada de ellos, y no hicieron nada que reforzara ese amor dejándolo perder debido a que no sabían que las mujeres necesitamos ser reforzadas en nuestro amor por ellos.


Una amiga mía me contó el caso de un conocido suyo, al que llamaré X. Inexplicablemente para X, la mujer de la que estaba enamorado y que sabía que ella le correspondía, se enrolló con otro y se casó con él en menos de tres meses. X había sabido, por mi amiga, que una chica conocida de ambos, estaba enamorada de él. Cuando X se enteró creyó que ya lo tenía todo hecho. Se limitaba a seguirla y verla desde lejos, casi nunca cruzaba ninguna palabra con ella, la rehuía cuando ella trataba de hablar con él, y se limitaba a hacer los preparativos en su casa para un día darle una sorpresa cuando la invitara a ella y declararle su amor. X ignoraba por completo, que el cerebro femenino no funciona al igual que el de los hombres, que es más romántico, y que con solo ver a la mujer amada ya sienten reforzado su sentimiento amoroso. Desconocía totalmente que si a una mujer no se le ofrece confianza y se refuerza su amor con frecuencia, para que se sienta querida, el amor de la mujer se frustra rápidamente, sobre todo al principio, porque está sometida a un alto grado de incertidumbre. Muchas veces, por el efecto rebote que esta incertidumbre produce en la mujer, cuando aparece otro hombre en la vida de esa mujer que le refuerza este afecto que su amado no le está dando, se enganchan muy fácilmente al otro, porque le da justo lo que más necesita en ese momento, y le quita la sensación de vértigo que la está desequilibrando emocionalmente. Es decir que el segundo hombre que llega su vida, viene a ser una especie de sustituto o efecto placebo, semejante al efecto que causa la Metadona en los heroinómanos.


Madrid, 01/02/2009 17:58:41

jueves, 27 de noviembre de 2008

REFLEXIÓN: Sobre la violencia “familiar”

Based on M. Phillips "Rape"












No quiero llamar a esta clase de violencia “machista”, porque de ella estaría excluyendo a las mujeres que son capaces de maltratar sus esposos / parejas hasta llegar anular su voluntar convirtiéndolos en sus peleles; ni tampoco la quiero denominarla “de género”, ¿qué género, el masculino, el femenino o ambos? Porque se la está llamando así por los medios de comunicación y los políticos cuando las mujeres son las agredidas ¿Es que las mujeres no tenemos, entonces, género? ¿Qué género tienen las niñas y los niños violados?

¿Porqué quiero llamarla “familiar"? Porque creo no debemos excluir de ella las situaciones de violencia producidas por padres a hijos y viceversa. Que también salen con frecuencia en los medios...pero ¿cuántas más habrá que no se saben?

Creo que la familia es el reducto más pequeño en el que nos relacionamos los seres humanos. El más querido – el que más debería de protegernos y de hacernos felices- y también el más conocido y más estrecho, en el que nos movemos.

Me gustaría hacer hincapié en lo de “estrecho”. Los seres humanos hemos pasado de vivir como trashumantes y a la intemperie, a ser apilados en cuchitriles, poco a poco más apretados, donde cada vez nos cuesta más tener nuestro propio espacio en el que poder encontrarnos a nosotros mismos, para ser capaces de meditar y reflexionar sobre lo que hacemos o decimos. Esto, unido a una forma de vida que cada vez nos exige más trabajo para poder conseguir lo mínimo, crea en nosotros un mundo de sinsabores y frustraciones. Nuestra vida privada se reduce a un cúmulo de insatisfacciones que los más fuertes –ya lo sean física o emocionalmente- utilizan para montar en cólera y descargarla contra el más débil que tienen a mano. Este suele ser su esposa, su marido /pareja, sus hijos o sus padres. La ley del más fuerte es la que impera en nuestros hogares, a menos que estemos alerta y sepamos frenarla al más mínimo intento de agresión, del tipo que sea. Esto es lo que quieren hacernos ignorar los políticos que están haciendo estas inútiles leyes sobre “la violencia doméstica”. El efecto de estas leyes es la de tapar agujeros o de apuntalar un enorme edifico, que se derrumba porque sus cimientos han sido socavados. ¿Quién propaga y propicia la idea de “tanto tienes, tanto vales”?

La violencia que las mujeres ejercen sobre los hombres está soterrada. No se pueden medir los insultos, los desprecios, los gritos, las segundas intenciones, etc. aunque vayan lentamente sumergiendo la relación en un mal trato psicológico hacia el hombre.

Pero la violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres y los niños -que también suele ir acompañada de maltrato psicológico- si además conlleva agresión física, se puede fotografiar, observar por médicos o policía, etc. Mucho más fehaciente se vuelve cuando hay un cadáver de por medio.

Yo me pregunto ¿de qué están sirviendo estas leyes si no se salva la vida de las mujeres ni la de los niños? Si estas fuesen efectivas, se supone que ya no debería haber más muertes de este tipo en el futuro. ¿Pueden las leyes cambiar, de repente, la mentalidad de las personas agresoras? Está comprobado que no ¿Cuándo dejarán de existir muertes por esta causa?

Como mínimo...

Cuando los hombres y las mujeres seamos capaces de amar, de perdonar, de no buscar seres perfectos porque no los hay, y cuando dejemos de buscar una víctima propicia donde descargar la furia que llevamos dentro, casi siempre provocada por situaciones ajenas a esa persona.

Cuando veamos belleza en la compañera que tenemos al lado que lucha por hacer nuestra reducida y corta vida más agradable, y no nos quejemos de las cosas que hace con todo su amor por nosotros.

Cuando reconozcamos que el hombre que tenemos a nuestro lado hace lo posible para que seamos felices, y podamos decirle de buenas maneras esto quiero o esto no me gusta, y él sea capaz – por amor- de cambiar su comportamiento hacia nosotras.

Cuando seamos capaces de ver en los niños a seres frágiles a los que debemos proteger, y no los usemos como victimas propiciatorias donde descargar nuestra furia o saciar nuestros bajos instintos.

Cuando no veamos en nuestros padres a seres desgraciados o inútiles, incapaces de comprendernos, a los que reprochamos que no nos puedan dar todas las cosas materiales que nosotros les exigimos.

Cuando seamos, en fin, capaces de enterrar nuestro orgullo - de emitir un “te quiero” o un "lo siento" antes de que sea demasiado tarde- de pedir perdón cuando hemos herido a alguien, y de escuchar cuando quien nos ha herido necesita pedirnos disculpas.

Y cuando, también y por fin, dejemos de escuchar los cantos de sirena a los que nos ha supeditado la estafadora sociedad consumista, convirtiéndonos en sus malogrados clientes.

Desde mi punto de vista, la comunicación –las palabras y los buenos gestos- es la base de una buena convivencia entre los seres humanos, y no solo los regalos costosos -que la mayoría no nos podemos permitir- como nos anuncia la publicidad, y que los maltratadores usan para alibiar sus malas conciencias. El orgullo mal entendido es otra de las peores lacras que corroe las relaciones entre las personas que viven próximas.

Nada puede causarnos más dolor que:

- Nuestras palabras o gestos sean mal interpretados.

- Que nuestras preocupaciones sean consideradas sin sentido.

- Que desprecien nuestro amor, lo infravaloren o lo rechacen. Porque el amor extraordinario que tenemos -y somos capaces de dar- es para las personas que consideramos especiales en nuestra vida. Nuestros seres queridos. Ese que no es para el resto del mundo.

- Que la gente cercana a nosotros entienda que también tenemos nuestras frustraciones, y motivos por los que quejarnos o estar tristes, pero que tratamos de sobrellevarlos de la mejor manera posible, sin causarles daño, tratando de hacer hincapié en las cosas pequeñas que nos hacen felices cada día, y no en las que nos desesperan.

- Que las personas que amamos comprendan que solo somos un ser humano imperfecto. Que intentamos hacer las cosas lo mejor que podemos, y que, si a veces metemos la pata, no es a propósito. Merecemos ser perdonados, y no ser tratados como un ser despreciable por ello.

- Que, aunque nuestros seres queridos no se lo crean, buscamos perfeccionarnos en todos los sentidos y en la medida de nuestras posibilidades, y que si no lo hemos conseguido, no es porque no lo intentemos, sino porque aún no hemos llegado a superar algún pequeño obstáculo, pero...estamos en ello, y necesitamos apoyo.


En fin, que como dice el refrán, “Errar es humano, y perdonar es divino”. Veo que, el que no es capaz de perdonar ni sus propios errores ni los de los demás, sufre mucho, y que también hace padecer grandes angustias a sus seres queridos. Sus fiascos pueden llegar a convertirse en violencia gratuita, y su crueldad en gestos irreversibles, que incluso pueden acabar con la vida de los que le aman o de sumirlos en el mayor de los abatimientos -en el mejor de los casos.

Hay imágenes que hablan por si solas, aunque estas solo sean interpretadas, y no representen a TODAS las auténticas víctimas de nuestra sociedad.

Este vídeo explica muy bien "El cíclo de la violencia de género". Si este no se rompe por parte de la víctima o del maltratador, siempre acabará en un crimen.

En esta charla "6 conductas que identifican al maltrador" ayuda a indentificar a estas personas.

Presta atención ante una persona manipuladora. Este vídeo te puede ayudar e idenficarlo y te da consejos para que puedas librarte de uno.

Madrid, 27 de noviembre de 2008