miércoles, 14 de enero de 2009

CARTA: A mamá



Mi madre, Berta y yo, 1955.














Querida mamá:

Hace tanto tiempo que no te escribo que parece extraño que hoy lo haga. Soy una egoísta. Lo reconozco. Lo estoy haciendo porque te necesito. No es que no estés en mi pensamiento todos los días de mi vida. Los hay en que casi no noto tu presencia. Pero hoy te añoro tanto que tengo "saudade" de tí.

Aún conservo tu bata azul, y me envuelvo en ella para consolarme...así me parece que me rodeas con tus brazos, me rozas con tus labios o me susurras algo al oído, para que duerma tranquila...tal vez sea así...o yo quiero que así fuera. En ella me siento aislada de todo lo que pueda causarme daño o dolor.

Hace años que no lloro por ti...pero hoy no puedo evitarlo...siento tanto que no estés aquí para escucharme, o para que me hablaras, o simplemente me dejaras sentar en tu regazo y acariciaras mi pelo...¡cómo hecho de menos tu calor y tu olor...Hasta hace pocos años aún podía olerlo...pero creo que ya lo he olvidado...Recordarlo me tranquilizaba...Pero ahora, que ya no lo encuentro en mi memoria, a veces, me siento desamparada y desprotegida.

Si aún hay algo que queda de ti, mamá, en los confines del universo, te ruego lo hagas llegar hasta mí, aunque sea en mis sueños (no importa que no los pueda recordar) y me ayudes, porque hoy no me encuentro bien.

Gracias, mamá, por haberme dado la vida sin que yo te la pidiera, por haberme querido incluso cuando estabas enfada conmigo, por llevarme la contraria y darme la razón, por hacerme reír y llorar, por enseñarme el sendero de la lucha, por darme fortaleza cuando flaqueo, por extender tu ternura y tus mimos para conmigo más allá del tiempo...

¿Cómo es posible que ya hayan pasado 21 años desde que no puedo verte, ni escuchar tu voz, ni sentir tus caricias? Sin embargo yo te sigo sintiendo tan cálida y cercana como si estuvieras aquí, y fueses a entrar por esa puerta de un momento a otro...tal vez estás en otra dimensión, que mi razón no entiende, pero que mi emoción percibe.

Si, creo que es cierto, que nadie se muere mientras haya alguien que le recuerde.

¡Felices y eternos sueños, mamá!

Madrid 14/01/2009 2:12:56

miércoles, 7 de enero de 2009

POEMA: ...Vida nueva













"Otoño: muerte y caída de una hoja" Fotografía tomada por Jaranda en un bosque de Castaños en Hervás (Cáceres) el 7 de noviembre de 2007.


Las hojas caducas siguen cayendo,
Apenas rozadas por un sutil beso del viento.
Se mecen,
Se envanecen,
Se encaracolan,
Se aposentan,
Y se adormecen
Ya sin aliento.

Aquí y allá
Tapizan el orbe
Que contempló su nacer,
Crecer,
Enverdecerse,
Secarse,
Arrugarse
Y, por fin, desfallecer.

Más se doblegan
Sin gran alarde ni aspaviento,
Sabedoras de que su movimiento,
Compone la perenne obertura sagrada
De una virginal primavera,
Previamente concertada,
En aras de su resurgimiento.

Madrid, 07/01/2009 12:08:29

martes, 6 de enero de 2009

CARTA: A los Reyes Magos de Oriente













Querido Rey Melchor:

Ya se que es un poco tarde vuecencia, y que estaréis cansado de pasaros toda la noche repartiendo regalos a conciencia. Sí,...diréis que ya no soy una niña y que, por eso, no tengo preferencia...pero me gustaría, si aún os sobra algo de paciencia...que me concedierais un regalito, fruto de vuestra ciencia.

Otros os habrán pedido cosas fáciles de conseguir como que se acabe la Guerra en Oriente Medio, o que les traigáis una varita mágica que termine con la crisis, o que les toque la Lotería... y soy consciente de que el mío es el más difícil de obtener, porque:

Quiero que la estrella que os guía ilumine el corazón del amado mío, y que cuando sea ya hoy de anochecido, le susurre estas mis palabras en su oído:

Te siento más que lo que el infinito pueda abarcar,
Y con esa misma medida te necesito.
Cércame, mi amor...
Quiero sentir los latidos de tu corazón.
Envuélveme en tu piel,
Arrópame con tu aliento,
Ata prieta mi cintura,
Roza mis lóbulos,
Toma mis comisuras.
¡Derriba las barreras que nos separan,
Limpia las telarañas que me esconden!



Sí...ya se que esto es casi imposible de obtener...¿pero cómo podrías saber lo que quiero si no os escribo?

Bueno, y si no podéis traerme lo que os pido...hacedle saber, al menos, que me gustaría que me sonriera o hablara, de vez en cuando, al cruzamos...y que con eso me haría muy feliz...¡por ahora!

Me he portado bien todo el 2008...bueno...¡solo alguna travesura! Pero... ¡hace tantos años que no os pido nada!

Os dejo un poquito de agua para vos y los animales...¡ya sabéis que hay crisis! Ah, también un trozo de tarta de almendra,..¡si, si...sin azucares ni grasas añadidas! –por lo del azúcar y el colesterol, ya se que los tenéis altos estos días- y un poco de comida de gatos para los camellos. Espero que les guste...en Madrid es muy difícil conseguir comida especial para dromedarios.

Gracias por haber leído mi carta y por los esfuerzos que pongáis en utilizar vuestra magia para conmigo.

Os quiero.
Besitos.

Berta

Madrid a 06/01/2009 7:04:38

domingo, 4 de enero de 2009

REFLEXIÓN: Sobre el cerebro enamorado














Basado en "Besos ciegos" de René Magritte



Hoy he releído el capítulo 3 de “El cerebro femenino” (The Female Braim) de Louann Brizendine (2006) porque me resulta de gran ayuda para comprender lo que me ocurre. Este libro me fascinó. Creo que las mujeres deberían leerlo para conocerse mejor, y los hombres también deberían tenerlo como libro de cabecera si desean conocer cómo somos, cómo nos comportamos y cómo reaccionamos las mujeres ante las circunstancias que nos van marcando, según las distintas etapas de nuestra vida.

Este capítulo, titulado “Amor y confianza” trata de por qué nos comportamos de una cierta forma cuando nos enamoramos. Es muy ilustrativo, ameno y explica la tarea que realiza nuestro cerebro en este caso, y de cómo parece que todo en el amor está ya predeterminado de antemano por la naturaleza para facilitarnos la procreación, la supervivencia y la trascendencia.

Todos conocemos la importancia de la “química” en las relaciones de pareja. Pero según esta doctora, nada es casual. Y somos más predecibles de lo que parece a primera vista. Parece ser que la simetría de las caras que nos seducen, de los cuerpos que nos subyugan, de los movimientos que nos atraen, etc. Está almacenado en nuestros circuitos cerebrales del amor. Según ella, esa “química” no tiene nada de accidental, puesto que nuestro cerebro ya lo tenía todo programado y nos conduce hacia parejas que puedan compensar nuestras deficiencias en la reproducción humana. (Mi pregunta al respecto es ¿ Entonces cómo se explica que nos sigamos enamorando cuando las mujeres ya no somos fértiles? ¿Para qué nos enamoramos cuando no queremos tener hijos? )

Una vez que se enciende la luz verde hacia la pareja potencial, y si se ajusta a nuestra ancestral lista de deseos, se produce en nosotros un aporte de sustancias químicas: las ondas de la atracción y deseo invaden nuestro cuerpo, debido al efecto de la producción de dopamina -que nos inunda de euforia y entusiasmo, y de testosterona –que despierta nuestro deseo sexual.

Dice que en los emparejamientos a corto plazo, las mujeres “seleccionan” y los hombres “cazan”. Según el psicólogo evolucionista David Buss nuestros instintos mentales no han cambiado en millones de años. Afirma que las mujeres tienen más interés en buscarse maridos que tenga recursos materiales y estatus social, que sean unos 10 cm más altos, y unos 3 años y medio mayores. Y que todo esto forma parte de la estrategia de la “inversión” en la crianza y protección de la prole. (Se me ocurre que las mujeres que podemos enamoramos de hombres mucho más altos o bajos, que no damos importancia a los recursos materiales de los hombres, y que no nos importa que sean más jóvenes que nosotras o mucho más mayores, somos unas raras.)

¿Qué buscan los hombres? Según Buss y otros, los hombres prefieren esposas físicamente atractivas, entre 20–40 años, y que sean 2 años y medio más jóvenes que ellos: que tengan piel clara, ojos luminosos, labios carnosos, cabello brillante y una figura parecida a la del reloj de arena, ya que todas estas características son sinónimo de fertilidad. Para estar seguros de su paternidad, los hombres quieren que las mujeres se emparejen solo con ellos y que tengan instintos maternales que les garanticen que su descendencia va a prosperar. Bueno que el hombre busque una mujer “fiel” parece común a todas las edades no solo para las mujeres en edad de procrear. (Por mi edad, y según los estudiosos, estoy completamente descartada de la mente de cualquier hombre. ¡Deprimente! ¿no?)

Parece ser que las mujeres realizamos un temprano y cuidadoso examen al posible nivel de compromiso de un hombre, por eso desarrollamos más nuestra astucia. Nuestro cerebro se adaptó a realizar esta tarea, y así hemos afinado nuestra capacidad para leer matices emotivos –por el tono de voz, la mirada y la expresión facial. Lo que nos hace ser más precavidas que el hombre. (Sí, es cierto. Es lo que nosotras llamamos el “sexto sentido”. Que parece ser que se agudiza con la menopausia, llegando a convertir a algunas mujeres en casi “adivinadoras”, por la gran sensibilidad emocional que poseen. De ahí surgieron en las distintas culturas las pitonisas, quirománticas, brujas, magas, etc.)

Sin embargo los hombres tienen más actividad cerebral en áreas de procesamiento visual. Es por eso que los hombres suelen enamorarse “a primera vista” con mayor facilidad que las mujeres. (Nosotras solemos decir que al hombre “le entramos por el ojo”. Supongo que esto ya lo sabían las prehistóricas que buscaron la forma de aparecer más atractivas ante los ojos del ser amado mediante afeites, perfumes, maquillajes, adornos, etc. ¡De ahí surgió el invento de la moda!)

Según Louann, en el instante en que nos enamoramos los canales cerebrales de la precaución y la crítica se cierran, para que no “veamos” con crítica los defectos de la persona amada. (Es decir que cuando afirmamos que “el amor es ciego” no estamos diciendo ninguna tontería.) porque la oxitocina y la dopamina que se producen en el enamoramiento dañan nuestra capacidad de juicio. De tal manera que cuanto más apasionada eres – (¡imagínate, para una Aries como yo...que se dice que somos el signo más fogoso del zodiaco!)- menos te importan los defectos de tu amante. Es decir que el cerebro enamorado se encuentra en la mayor fase de irracionalidad imaginable. El cerebro, ciego a las deficiencias de su amado, se sumerge en un estado de éxtasis involuntario que produce un amor enajenado. ¡El amor se alberga en los mismos circuitos cerebrales de la obsesión, las manías, la embriaguez, la sed y el hambre! Y aunque no es una emoción, influye intensificando o disminuyendo otras emociones. (Cuando te enamoras realmente te llegas a sentir enfermo físicamente: se te quita el apetito, a veces tienes náuseas, taquicardias, no puedes dormir, estás como en estado febril, y obsesionado por la imagen de la persona amada que te invade día y noche. Sientes como hambre o sed por su presencia, que solo se calma cuando puedes verla/lo u oirla o leerla, aunque solo sea durante un segundo). Esto se debe a una actividad de producción febril de hormonas y sustancias neuroquímicas –dopamina, estrógeno, oxitocina y testosterona- en nuestro cerebro. De tal forma que nos convertimos que auténticos drogadictos, semejantes a los efectos que produce la droga del “éxtasis”. Y vivimos “colocados” de forma natural, ya que el amor dispara el circuito cerebral de la recompensa. En este estado de enamoramiento - que suele durar de 6 a 8 meses (en emperajamientos sin periodos de separación)- (tal vez porque si se alargara más tiempo moriríamos de inanición, falta de sueño, dificultad para concentrarnos, etc.) el bienestar de la persona amada es más importante que el nuestro. En esta fase, memorizamos intensamente cualquier detalle (cualquier insignificancia proveniente de la persona amada nos puede levantar el ánimo o hundirnos en la mayor de las miserias), y si se produce una separación – retirada neuroquímica en el que cerebro se encuentra en un estado de abstinencia de su droga- se crea un estado de ansiedad o de “hambre” por la persona amada. (¡Ante la ausencia del ser amado surge la poesía!).

Mediante los besos, las caricias, las miradas, la interacción emocional positiva o el orgasmo se repone el vínculo amoroso restableciendo la confianza en el cerebro porque el aporte de oxitocina vuelve a suprimir la ansiedad y el escepticismo. (Cuando se tiene al amado entre los brazos no hay mucho tiempo para escribir, solo para disfrutar de su presencia ¿no crees?... Um, me gustaría tener una época tan intensa que no tuviera ni tiempo para escribir ¿Qué te parece? }:-)

Los flujos hormonales de dopamina en el cerebro descienden gradualmente al igual que el apremio de hambre-apetencia a medida que se van desarrollando los de adhesión y vinculación.

(Espero que mis niveles de oxitocina y dopamina se restablezcan a corto plazo, de lo contrario moriré de ansiedad o mi escepticismo se convertirá en una barrera insalvable...Oh, Dios, espero que él no se haya convertido ya en un escéptico irrecuperable...) }:-(

Madrid, 3 de enero de 2009