miércoles, 18 de febrero de 2009

CARTA a Pituso


















A Pituso le encanta que le hagan fotos. Tiene alma de artista.

Gracias por volver. Me he pasado toda la noche en vela esperándote. Dejé la ventana entreabierta para poder llamarte de vez en cuando, y supieras que te echaba de menos, porque te quiero mucho. Eres tan frágil, que siempre que has logrado escaparte temo que te ataquen.

Aún recuerdo el primer día que te acercaste a mí aquella noche en que yo venía del trabajo. Estabas junto a mi portal y te metiste entre mis piernas dando vueltas a mi alrededor. Como mis hijos no querían ya gatos. Te saque comida de perro (no tenía de gato entonces) y agua y te las dejé delante de la ventan de la cocina... No pude dormir en toda la noche del remordimiento que tenía por haberte dejado en la calle. Pasé todo el día siguiente esperando que regresaras de nuevo..y allí estabas otra vez a la misma hora ¡Ya me habías elegido! Te dejaste llevar en brazos. Te metí en mi cuarto, solo por aquella noche...y bajo la luz me horroricé del todo lo que te habían hecho: tu rabito tenía la punta partida, tenías huellas de sangre alrededor del cuello y tu ojito izquierdo estaba inflamado por una profunda herida que lo cruzaba ¡qué dolor que un gatito tan precioso hubiera sido abandonado!

Al día siguiente te llevé a mi trabajo y te dejé en el sótano de noche y en un aula de día para que te diera la luz y el sol...pero tu no querías salir del escondrijo en que te encerraste por casi tres meses ¡tan grande era el trauma que te habían dejado las heridas producidas! Te fuiste curando poco a poco lavándote con sal añadida al agua hervida. Te costó mucho salir de tu agujero...y todavía traumatizado fuiste dejándote acariciar por mí, luego por los niños que venían a clase, y te adoraban en cuanto te veían. Al final te hiciste dueño de las clases y a cada turno salías a recibir y a despedir a los estudiantes, y ¡todos erais tan felices!

Cuando tuve que vender la academia, lo que más me dolió fue tener que quitarte de tu ventana a ras de calle, donde eras el rey de los transeúntes, pues ninguno se resistía a tus encantos y venían un día tras otro a saludarte.

Cuando vinimos a casa juntos, te costó algo adaptarte, pero conseguí ponerte al ras de la ventana para que siempre pudieras ver la calle, y ahora también los vecinos te saludan o te miran al pasar, y tu eres de nuevo feliz en tu nuevo trono.

Ayer, cuando Rony (este gato superdotado que todo lo aprende solo con una mirada) logró abrir la ventana, en un descuido en que Dani dejó la puerta de la cocina abierta. Así que cuando entré a beber agua antes de acostarme, vi que Rony estaba junto al cristal abierto mirándome con los ojos llenos de lágrimas y cara de culpable...y me di cuenta de que te había abierto para dejarte salir, pero él no se atrevió a acompañarte. Probablemente no quiere saber nada del mundo donde casi muere de inanición, y prefiere quedarse dentro protegido que arriesgarse a sentirse abandonado de nuevo...¡qué se yo lo que siente un gato...pero casi lo percibo en él cuando se pasa el día pegado a mí, abrazado a mi piernas, o sobre mí o mirándome vaya donde vaya. ¡Es tal el miedo que pasó cuando de bebé lo abandonaron que casi se muere de hambre! Y cuando encontré a su dueño, después de tres días de búsqueda, al dejárselo en sus brazos le dije “¡A ver si lo tratas bien y le das de comer, porque está en los huesos!...¿Te lo llevas entonces? Le pregunté, cuando Rony, sin darle tiempo a contestar se lanzó a mis brazos y escondió su carita en mi recodo como pidiéndome “¡Socorro, no dejes que me leve!”. Entonces le dije, “Mira el gatito no te quiere porque no lo tratas bien. Así que me lo quedo. Puedes venir a verlo aquí si quieres, pero va a vivir conmigo porque yo ya lo quiero”. Y me lo dejó hasta hoy.

Pituso, ahora entenderás porque recorrí todo el barrio buscándote hasta las 2 de la madrugada y llamándote. Regresé angustiada por no encontrarte y me acosté llorando como si alguien me hubiera arrebatado a mi bebé... porque así os quiero a los dos.

¡No te puedes imaginar (bueno, sí) la felicidad que me dio Dani cuando al despertarse entró corriendo a mi habitación “Toma mamá, Pituso, estaba esperando a la entrada del portal”. Te abracé tan fuerte y con tanta alegría que te has pasado todo el día agradecido y mimoso. No me querías dejarte lavar las patitas ennegrecidas de caminar toda la noche, y luego te pusiste a comer sin parar durante un buen rato ¿Dónde te habrías metido, andarín? Luego te has pasado el resto del día acicalándote aunque te costará volver a estar tan blanco como un algodón...Y luego ¡ala, a tu deporte favorito!...dormir y dormir con las patitas boca arriba y tus lindos ojillos azulados entreabiertos. Me pregunto qué habrá adornado hoy tus sueños.












Pituso en su postura favorita.

Rony hoy no te quita ojo. Fue muy obediente porque le dije “Rony llama a Pituso para que vuelva” y se subió a la ventana del cuarto de baño y se pasó la mayor parte de la noche llamándote. Nunca pude imaginar que un gatito pudiera ser tan inteligente como lo es él. Dani no me creyó cuando le dije que el mismo día que te traje a casa, me vió abrir la ventana, y al rato se acercó a la mesa y la logró abrir él. A los pocos días oí un ruido extraño en el servicio donde no había nadie, y entré para encontrármelo a él sacando agua de la cisterna para beber ¡impresionante! Se lo dije a Dani y su respuesta fue “¡Mamá, tu alucinas!”...y a los pocos días él me estaba gritando “¡Mamá, mira, Rony está sacando el agua de la cisterna para beber!”. Hoy está todo el día detrás de ti, como si se hubiera arrepentido de su travesura y temiera perderte de nuevo. Te quiere tanto que se pasa el día lamiéndote y lavándote. Se pone tan pesado contigo que a veces te enfada porque no te deja ni dormir, y siempre está provocándote para jugar..algo que te cansa sumamente...¡Que distintos sois! Tu un gato Persa, un pacífico vago pasota y él uno común, incansable, juguetón y despierto a todo, que nunca se cansa de aprender y jugar solo. No parecéis la misma clase de animal. ¡Me encantáis los dos!

Madrid 18/02/2009 0:41:41

2 comentarios:

Taller Literario Kapasulino dijo...

Yo también tengo un gato blanco, en realidad gatita, y también habia sido abandonada... Ahora esta en casa, como una reina.
te entiendo en todo lo que contas, porque yo tambien me pongo mal cuando no la encuentro, cuando se va de noche a jugar con la luna, pero por suerte siempre vuelve. Su nombre es Tita.
Quiero "robarte" tu post y dedicarselo a mi otro gatito Sarito, que murio el año pasado, se fue a jugar con la luna pero el no volvio... Ahora debe estar saltando entre nubes.

toñi dijo...

Que lindo es Pituso , te endiendo perfectamente porque es precioso.
Disfruta mucho de el

Un beso