jueves, 13 de mayo de 2010

Amancio Prada [Trovadores...] 19 Compañera




Letra de "Compañera"

Para siempre me tienes a tu vera,
La querencia me aposta a tu costado,
Y si acaso me ausento de tu lado,
Tendida junto a tí dejo mi estera.

Para siempre me tienes compañera,
Para siempre me tienes aferrado,
Parra que alzas,
Rosal que te ha trepado,
Yedra tenaz,
Osada enredadera.

¡Yo nunca cejo, amor!
¡Yo nunca cejo!
¡A menudo me vuelvo en el camino,
Y en el rostro me llevo tu reflejo!

¡Nunca me alejo, amor!
¡Nunca me alejo!
De pájaros me lleno y me culmino,
Y me venzo hacia tí.
Por tí me inclino.

Lara, lai, lara, lai .... 

domingo, 9 de mayo de 2010

POEMA: Llévate tus flores




Fuente: http://fla.fg-a.com/flowers/large-purple-flowers.jpg

Cuando te tendí mi mano,
Orgullosamente la rechazaste.


Cuando te ofrecí mi boca,
Cobardemente la rehuiste.


Cuando te mostré una sonrisa,
Jamás me la devolviste.


Cuando te dirigí una mirada,
Despistadamente la ignoraste.

Te envié mensajes,
Nunca los contestaste.
Te hice llamadas
Que jamás respondiste.





¿Qué buscas en mí ahora?





Yo ya nada de ti espero.
¡Cuán desesperada espera!
¡Desesperé de tanto esperarte!


¡Vete!
¡No pienses en un minuto más quedarte!





¡Llévate tus flores!


¡Ya no puedo olerlas!
¡Ni tampoco verlas!
¡Demasiado tarde para tenerlas!



Mi corazón maltrecho,
Ahora, mísero polvo hecho,
Que yace, para siempre, sobre este frío lecho,
Albergado en este bajo techo,
Lúgubre y estrecho,
Desangelado y sin pecho,
Te suplica:
¡Aléjate de mí vil cobarde,
Y a lo hecho pecho!

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sábado, 16 de enero de 2010

CARTA de Cleopatra a Marco Antonio


Elizabeth Taylor y Richard Burton. Escena del film "Cleopatra" (Cleopatra)- dirigida por Joseph L. Mankiewicz










Mi Marco Antonio:

Mensajes me han llegado de que has partido de Roma hacia Atenas, con Octavia, esa viuda frígida y puritana, que antes, el Cesar y ahora tú, haces pasar por tu esposa, más yo se bien que en tu corazón jamás lo será ¡Qué los cielos me confundan!¡Que la peste más maligna caiga sobre ti si no la envías a Roma de vuelta y regresas de inmediato a mi!¡Que Egipto se hunda bajo el Nilo y todas las criaturas bienhechoras se transformen en serpientes si no puedo tenerte más!

¡Ojalá que el mensajero que me trajo la noticia de tus nupcias con Octavia me hubiera mentido, aun cuando mi amado Egipto hubiera de sumergirse y transformarse en una cisterna de serpientes escabrosas!

¡Oh! Marco Antonio, jamás reina alguna fue traicionada hasta tal punto en que tú me has traicionado a mi! Aunque vi desde el origen plantar esas traiciones que ahora me son claramente reveladas, tenía la esperanza de que vuestro amor fuese verdadero. Ahora, aún cuando hicieras juramento para conmover a los dioses en sus tronos ¿cómo podría volver a creerte, si dijeras que eres mío y sincero? ¿O es que acaso olvidas que fui testigo de vuestra cruel indiferencia cuando recibiste la noticia del fallecimiento de vuestra esposa Fulvia, que tanto luchó por hacerte volver a su lado?

Locura extravagante sería la mía si me dejara atrapar presa de tus juramentos de amor, que fueron hechos de labios afuera, juramentos que ya estabas violando al tiempo que los pronunciabas.

¡Oh, falsísimo amor! Ahora veo que tal como recibiste la noticia de la muerte de Fulvia, asi será, por ti, recibida la de la mía!

¡Y pensar que te alenté a que partieras para que, con honor, dieras sepultura a tu esposa! ¡Qué bien representaste tu escena de excelente disimulo, y qué bien creaste la ilusión del perfecto honor! Mentías cuando me juraste, por vuestra espada, que ibas a someterte a una prueba honrosa. Me pediste que te excusara y concediera una entera confianza a tu amor. “Mi preciosa Reina”, me llamaste...

¿Cómo llamas a Octavia? Esa puritana romana, no lasciva e insaciable lujuriosa egipcia, como yo, -según tú y Cesar, ahora ya, fraternal hermanos. Yo, como una tonta enamorada, te pedí que fueras sordo a mi locura de retenerte, y deseé, cándidamente, que todos los dioses te acompañaran.

Aunque yo ya sé, mi bravo Marco Antonio, que ya no soy “bocado de Rey”, como cuando Cesar estaba aquí y vivo. Sé que estoy negra por las amorosas erosiones de Febo, y profundamente arrugada por los años...Pero dicen las malas lenguas que yo no tengo nada que envidiar a tu Octavia, pues parece que es más bajita que yo; que su voz no es tan angelical como la mía, sino que es tan grave como la de uno de tus soldados; afirman que tiene un aire al andar, que más bien parece un cuerpo y no un alma, ya que camina arrastras... ¡Así que la supero también en majestuosidad!

Así, parece que has desposado a una estatua viuda de treinta años. ¡Eso sí! Tiene la cabellera negra como yo, pero me pregunto si será tan sedosa como la mía. ¡Pobrecita! Parece ser que tiene la frente tan baja que “no le cabe la menor duda”. ¡Ni que se la hubieran hecho de encargo! ¿Es cierto que su rostro es redondeado hasta la imperfección? Pues debes saber lo que decimos aquí, en Egipto, de esos rostros, pues... ¡que los que tienen semejante cara tan redonda son, en parte, imbéciles! ¿Es eso lo que le ocurre a tu “amada” Octavia?

Yo no puedo creer que la ames ¡Por Isis, que eso es imposible!

Porque tú, amado mío, no puedes haber olvidado así, tan fácilmente, nuestra primera noche, tras mi desembarco por el rio Cidno. Tu población entera salió a recibirme como a su reina, y te dejaron solo, en tu trono, en el Forum. Te portaste con tanta hombría conmigo, sobre todo después de la cena...¡Tenías la piel tan suave! ¿Es cierto que, tal como me dijeron las malas lenguas, te hiciste afeitar diez veces? Yo estoy segura de que ambos disfrutamos aún más de nosotros mismos que de los manjares que habíamos tomado.

¡Oh, como hecho de menos nuestros días dichosos! Como cuando salíamos a vagabundear por las calles, juntos, de noche, mezclándonos entre el pueblo. ¿Recuerdas lo felices que fuimos aquel día en que nos apostamos quien pescaría más y tú adquiriste un pescado salado? Me reí hasta hacerte perder la paciencia. Luego, por la noche, reí hasta calmártela. A la mañana siguiente, a la hora nona, te embriagué hasta meterte en la cama...entonces, te puse mis vestidos y mis abrigos, y yo me ceñí tu espada filipense...

¿Te acuerdas de cuánto disfrutamos ... y de lo felices que eramos? Entonces, la eternidad estaba en nuestros labios cuando se encontraban, en nuestras mutuas miradas... y la mayor de las dichas, en nuestros rostros cuando se inclinaban el uno hacia el otro...

¿Porqué tú, el mas grande soldado del mundo, te has convertido en el más gran embustero de los hombres?

¿No te das cuenta, querido mío, de que muero por tu usencia?

Me pregunto donde estás en este instante, si de pie o sentado, si paseas o vas a caballo...¡qué feliz debe ir tu corcel contigo a su grupa montado, pues orgulloso sabe que, sobre su lomo, lleva al semi-Atlas de esta tierra, brazo y borgoñota del genero humano...

¿Te preguntas alguna vez donde está tu “Serpiente del Viejo Nilo”?, como tu me llamabas.

Todos los días beso mil veces la perla de Oriente, que por Alejas, me hiciste llegar. Todavía espero que regreses y cumplas tu promesa de decorar con reinos mi trono, para que, como tu querías, todo el Oriente me aclame como a su Reina.

¡Vuelve a mí, esposo mío! ¡Haz regresar a Octavia a Roma! ... pues sin ti ni siquiera puedo conciliar el sueño, si no es a base de jugo de mandragora...¡Sé que si no estás conmigo para siempre, moriré! La vida sin ti, amado mío, ya no es vida, pues nada de ella me place.

Siempre tuya,

Cleopatra, Reina de Egipto.


Escrita en Madrid en 1998, y publicada en Madrid a 16 de enero de 2010, 21:00
Revisada el 21 de agosto de 2019.


NOTA ACLARATORIA:

Para la primera publicación, ayer, le cambié el registro, es decir, modifiqué el trato de "tu" por el de "vos", pero hoy he vuelto a dejarlo tal y como lo escribí originalmente. He pensado que era una gran equivocación, por mi parte, ya que Cleopatra, Reina de Egipto, nunca trataría de "vos" a un militar romano, por muy enamorada que estuviese de él. Creo que jamás se habría rebajado a tratarle en semejantes términos...y me he convencido, más aún de esto, después de volver a ver la escena -lo siento, está en inglés, pero se puede comprender- en que Cleopatra (E. Taylor) recibe a Marco Antonio, (R. Burton) erguída, llena de majestuosidad y orgullo, sentada muy por encima de él como símbolo de superioridad, en su trono de Egipto -a pesar de amarle muchísimo- y luego le obliga a arrodillarse ante ella delante de sus súbditos, mostrándose, a la vez, como una reina y como una mujer enamorada y humillada por él. ¡Conquistada sí, pero aún no vencida! ¿Estáis de acuerdo en esto?. (Por favor, ved del minuto 4 al 7 Cleopatra (1963) Part 17. Gracias.) (Actualización del 2019.8.21. Ahora no se puede ver esta película en YouTube, por derechos de autor. Pero me refiero a esta, por si la desean buscar en otra parte.)

ENLACES DE INTERÉS:

 "Antonio y Cleopatra" de William Shakespeare


VIDEO: Reina Cleopatra




VIDEO: "Cleopatra", canta Kate Bush




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miércoles, 6 de enero de 2010

RELATOS: Las navidades del 61



ueron las navidades que nunca he olvidado. Yo tenía séis años. Mi padre había muerto aquel 11 de noviembre de 1961, a los veintinueve años, de cáncer de colón tras un año y medio, que había sido terriblemente doloroso y desesperado para él, y dramático para toda la familia.


Pero mi madre, la mujer con más coraje que jamás se ha cruzado en mi vida, quería que tuviéramos unas felices fiestas, aunque ella estaba, con solo treinta y un años, agotada, casi anoréxica – y cuando veo la foto del libro de familia que nos hicieron al quedarme huérfana- compruebo que ella había envejecido hasta casi tener el aspecto de una de sesenta años.



El día 23, mamá nos vistió como siempre. Ya nunca más volvimos a ponernos aquellos horribles atuendos negros, que la prima de papá, Felisa, se había empeñado en que debíamos llevar puestos desde que papá expiró. Por la noche, nos dijo a Olga, mi hermana (4 años mayor que yo) y a mí, que nos sentáramos junto a ella, después de la cena, para escribir nuestra carta a los Reyes Magos. Me hizo mucha ilusión ¡era la primera que escribía en mi vida! Yo a penas supe garabatearla mientras que Olga corría escribiendo que se las pelaba y con una letra bien redondina, por lo que no le costó nada acabarla.
- Mamá ¿qué pongo?
- Pues lo que les quieras pedir...A ver ¿tu que quieres?
- ¡Que vuelva papá!
- ¡De eso nada! -protestó mi hermana- ¡por mí que se quede donde está y que no vuelva jamás!
- No, cielo, eso no se lo puedes pedir...
- ¡Jo! pero ¿porqué no?
- Es que su magia no es suficiente como traer a personas que ya están con Dios en el cielo.
- "¡Jo! ¡Pues, entonces no les escribo!", repliqué muy enfadada.
- Sí. Mira, te pueden traer cosas. ¿No te gustaría tener una cartera bonita para meter la pizarra, el pizarrín de la escuela? ¿Una que fuera azul, con un bolsillo para tus pinturas? ¿Una con correa, de esas que se puede colgar cruzadas?
- ¡Sí, vale!
- Y aún puedes pedirle alguna cosa más. Por ejemplo, unas poláinas ¡como siempre te quejas de frío en las piernas por las mañanas!...
- ¿Unas poláinas? ¿Como esas que llevan las chicas mayores?
- Sí, cielo, como esas. ¿Y de qué color las quieres?
- ¡Rojas! ¡Quiero que sean rojas!
- Bueno, ¿y si ya no les quedan de ese color?
- Pues entonces que me las traigan del color que les quede ¡Si no van a ser rojas, el color ya no me importa!


La tarde de Reyes, Elena, su mejor amiga me llamó para llevarme con ella y su hijo Alfredito a ver la Cabalgata a Ponferrada. Para mi era un viaje iniciático. Jamás había pisado semejante ciudad, que imaginaba debía estar muchísimas veces más lejos que la más lejana de nuestras fincas. Por aquel solo hecho ya me hacía ilusión ir ...pero además estaba la zanahoria de poder ver la Cabalgata de los Reyes Magos de Oriente. Aquellos majestuosos señores de los que siempre hablan las niñas de mi escuela, cuando regresábamos a ella después de las vacaciones navideñas. (Dña. Victoria, la maestra, me aceptó en su clase a los cuatro años para que hubiera alguién que se ocupara de mí durante el día. La enfermedad de mi padre era tan absorbente, que a mi madre no le quedaba tiempo para estar pendiente de mí todo el día).


Fuimos en el coche de línea que venía de Toral de los Vados. ¡Si de los Vados! Aunque yo siempre pensaba: “¿No querrán decir de los “vagos? ¿cuántos vagos habrá allí para llamarle así?”. Había muchísimas personas y niños esperándoles en la estación. ¡No sabría decir cuántas! Pero para mi eran muchas más de las que nunca hubiera imaginado ver reunidas. Muchas, muchísimas más de las que se juntaban para las fiestas del pueblo. Todos estaban muy contentos. Hacían gracias, reían, y los niños chupaban “chupachuses” que olían a fresa y les teñían las lenguas de rosa. ¡Era divertido mirarles!
-"¡Mamá, mamá!" –empezó Alfredito a tirar de la manga de su madre- "¡compranos unos chupachuses¡¡yo quiero chupachuses!". Sin parar.
- "¡Sí, a ver dónde los encuentro yo ahora!".Rezongaba ella.
- Mire señora, allí en aquella tienda, esa, ¿ve? La que está enfrente de la salida ... ahí los tienen.
Regresamos al andén de espera con deliciosas lenguas sonrosadas, y nuestras bocas haciendo agua con dulce sabor a fresa. Eso amortiguó un poco la inquietud y los nervios de la interminable zozobra. ¡Por fin llegó aquel ansiado tren con el vagón tan adornado que me pareció tan lujoso como las habitaciones de las princesas descritas en “Las Mil y un Noches”. ¡Y qué suntuosos atavíos llevaban puestos! Pensé yo, tal y como se decía en aquellos cuentos. Melchor, efectivamente tenía barbas y melenas blancas ¡era el más viejin!¡pobrecin!¡que pena me dio! Aquella larguísima capa roja ribeteada de armiño blanco con manchitas negras, te daban ganas de correr a pasarle la mano por ella ¿qué llevaría en aquella cajina dorada? "Oro", me contestó Elena. Gaspar, tenía también una larga y brillante capa de color azul, pero con aquellos pelachos pelirrojos no me gustó. No me gustaban los pelos de aquel color. Portaba un cofrecin, así oscuro, como de cobre, que según Elena contenía incienso "¡Qué asco, como el olor de la iglesia en Semana Santa!", pensé. El último en bajarse fue Baltasar. Me pareció totalmente lógico ¡como era negro! ¡Que precioso turbante verde, con adornos dorados, llevaba y con aquellos labios tan rojos ... mi color ideal ¡me encantó! Y desde entonces ha sido mi favorito.


De regreso me sentía flotando. Calladina, repasaba una y otra vez todo lo visto. Mamá y Olga ya no sabían donde esconderse para que no les repitiera cien mil veces lo mismo mientras mamá cocinaba la cena:
- ¡Qué bonito mamá, era todo tan lujoso y tan precioso!


¡Mamá había comprado, por fin, turrón duro para la cena! A mi no me gustaba aquel blandengue que me recordaba al dulce de membrillo. El que ella solía comprar siempre por los dientes de los tíos y de la abuela. A medida que tío Cecilio iba rompiendo las nueces iban desapareciendo de la mesa como por obra y gracia del Espíritu Santo.
-Estás son para Berta. ¡Niñas dejad que se las coma ella cuando acabe de fregar que le gustan con pan!




Imagen de la página 4 de "Cuentos de Navidad: El grillo del hogar", tomada de Questia


Como todos los años, para el postre, vino la tía Adela, que no era nuestra tía, sino la sobrina del tío Cecilio, pero que así la nombramos en casa desde siempre. (Además, en mi pueblo, todas las personas casadas, pasaban a tomar el sobrenombre de "tío o tía" automáticamnete delante del suyo). Como solía se sentó en la mecedora. Lentamente sacó sus gafinas. Las limpió de vaho con su desgastado pañuelín blanco. Se las colocó sobre su sonrosada naricina dejando tras ellas sus ojines picarones, vivo retrato de los de su tío, el de mi madre y el mío, y, echando una silenciosa mirada en derredor, mirándonos uno por uno, nos hacía callar, y como a imanes, fijarnos atentamente en sus rechonchas mejillas sonrosadas, sin pestañear desde que abría hasta que cerraba la boca. Sonriente, presumida y teatralizando, nos iba engatusando con sus nocturnas lecturas a diario durante el “Filandón”.


Mientras escuchábamos, mamá, siempre cosía. Tal vez Olga también lo hacía, pero eso no lo puedo recordar. Quizás bordaba o haría ganchillo. Pero mi tarea fija siempre era la de estar atenta a la mirada de mamá, para cuando le ordenara cambiarle el ladrillo caliente a la tia Isabel, con la intención de que no se le enfriaran los piés. A ella (a la tía Isabelona, como Alfredito la llamaba, por lo mal que me trataba) le había dado aquella noche por dejar de lado a sus puntillas, según ella "para no perderles los puntos"... ¡Como no sabía ni leer ni escribir, se ensimismaba durante las lecturas! Apoltronada en su sillón de mimbre -que, con toda certeza, habría sido hurdido, por su hermana y madre de la mía. Ya que aquél era el arte al que se dedicaba y del que sacaba para mal vivir- y con sus piés reposando sobre el ladrillo macizo, cardaba, descardaba, e iba colocando bellones en la rueca, y luego, primorosamente, lanzaba su "fuso" al vacio que subía y bajaba, como por arte de magia, girando sin cesar. Y yo me alegraba de su destreza, por que ...¡como se le cayera! ya me hacía a mi perder comba...¡y algún tirón de pelos, al dárselo, no había nadie que me lo quitara! El deporte favorito del tio Cecilio, su pobre marido, era, o atusarse la gorra, que cambiaba de manera de hacerlo según le fuera sugiriendo la historia o no parar de repiquetear con las llemas de sus rechonchos dedines sobre la mesa. A veces alguna lagrimina asomaba a sus ojines azules de "Picardías" -como era apodado en el pueblo- o se limpiaba el moquillo doblando y desdoblando varias veces su requeteplanchado pañuelín. Sobre todo si la lectura provenía de Dickens, porque siempre nos emocionaba. A mi me gustaba observar a mi madre enhebrar la aguja, colocarse el dedal que parecía de plata, elegir la tela, calzarse bien las zapatillas, levantar el faldón, poner sus pies sobre el travesaño de la camilla para calentarse en el brasero, recolocar bien la tela sobre la mesa, inclinar su cabeza y no levantarla más que para volver a empezar con otra hebra o para, con un leve movimiento de la misma -dependiendo del significado- y la mirada, indicar algo a Olga. Cosía y descosía, mientras su cara iba cambiando a medida que el relato progresaba. Aquella noche no, pero todas las otras, mamá me pedía que yo “sobrilara”. Tenía por costumbre pasarme mi agujina y el dedalín diminuto -que aún conservo y uso en mi meñique. Me daba los pernales o las costuras laterales, y yo, mientras soñando escuchaba, solía dar irregulares puntadas. Unas muy pequeñas, otras demasiado largas, unas eran muy juntas y otras demasiado separadas. Mamá me hacía hacer y deshacer, hasta que pronto descubrí que, no me interrumpiría la escucha si todas eran igual de largas y guardaban la misma distancia. Mi abuela no estaba. Mamá ya casi nunca invitaba a su madre, la abuela Bárbara, al filandón, porque ya sabía que para dormir se tenía que acostar con el garrafón, y sobre las ocho, normalmente, ya no se tenía en pié. Así que nos sobraba certeza de que se encontraría en su oscura casucha, hasta arriba embozada y acurrucada en su jergón.



¡Ah! suspiré profundamente relajando, por fin, mi estómago. Encogido desde que la tía Adela empezó con lo de que la Señora “Peribinguel” había dicho no se sabe qué, pero que había provocado que la olla empezara a sonar; lo nerviosa que me puso el cri-crí del grillo, los chup-chus de las cacerolas... hasta lo de “casado y yo no”, ¡habían transcurrido 35 páginas si yo dar bocanada!
- Tía Adela ¡quiero ver las estampinas!



Mi madre era adicta a las novelas por entregas. Las compraba y luego de releídas se las devolvía, al cabo de uno o dos meses, al vendedor a cambio de adquirir las siguientes más baratas. Aquellas novelas estaban escritas sobre un papel que era muy delicado, parecido al de la Biblia, pero casi transparente. Así que fui pasando con mucho cuidado las páginas casi translúcidas de “Cuentos de Navidad: El grillo del hogar". Todas aquellas novelas solían tener ilustraciones muy cuidadas. Algunas de ellas eran de un señor que las firmaba con el nombre de Auguste Doré. Esas eran las que más me gustaban. Este cuento no estaba ilustrado por él, solo decía, al principio, “Escrito por Charles Dickens“, “Publicado por los Hermanos Mcloughlin en 1911”, por eso ...¡me extrañó mucho que sus páginas se conservaran aún en tan buen estado y sin romperse ninguna! En la página 4 estaba sentada toda a familia Peerybingle – que así era como lo escribían en inglés. Ella me pareció preciosa y estaba felizmente sentada con su pequeñín en brazos, mientras John las miraba embobado desde atrás. El gatín delante de ella, a sus pies, me miraba, mientras el perro tumbado a la derecha, no se interesó por mi en absoluto. En la pared de la izquierda asomaba el reloj de cuco. Mojando mi índice, pero poquitín, para que mamá no se enfadara. Llegué a la de la página 32 donde la Señorita Slowboy, sentada junto al fogón, asustaba con sus gritos a la criaturina. El precioso perro tumbado pasaba de sus terribles historias y también de mí ¡Con lo flaca que estaba y aquel moño subido, tenía cara de loca! Pero me gustaban las sombras y el entorno, con lo que parecía un florero sobre un pedestal a la derecha, y el azucarero sobre la mesina redonda. ¡Qué pena que solo tuviera dos dibujos! Seguro que a mi padre le hubiera gustado sentarse a hacer copias de ellos, y... ¡habría parecido que los calcaba!

Imagen de la página 32 de "Cuentos de Navidad: El grillo del hogar"", tomada de Questia

- Mamá, cuando sea mayor, quiero una libreta como la de papá para copiar estas estampas, y también haré letras calcadas a esta primera. Mira mamá ¿no te gusta esta letra? ¡Mira qué bonita, toda llena de hojinas, raminas y flores!
- "Mamá, quiero una libretina como la de papá" -me remedaba mi hermana, sacándome luego la lengua.
- Sí, cielo, sí me gusta, pero ahora nos vamos a la cama, que ya es muy tarde y tengo que levantarme a las seis a ordeñar.
- ¡Jo, que pena! ¿Mamá, no me puedo quedar un poquitirrinín más?
- No, si ya todos estamos muy cansados y, mira... ya no hay ni brasa. Venga vamos a la cama.






¡Tan feliz estaba soñando que hasta había una estrella que se iba cayendo del cielo, cuando mamá me despertó gritando:
-¡Venga, de prisa, levanta!¡Corre, abrígate! ¡Ponte las galochas! ¡Ven que te envuelvo en el chal!
Y todo, tan de prisa, sin que yo pudiera ni reaccionar. Abrí los ojos y , de repente, mamá, Olga y yo estábamos en la cuadra. Mamaá me tenía sujeta en brazos y me seguía gritando alborozada:
-¿No es bonita? ¡Mira, mira tiene una estrella...ahí! ¿no se la ves? En el medio de la frente... ¡como resalta de blanca! ¡qué negrina es! ¿no te gusta? Mira que pequeña ¿no te parece bonita?
Delante teníamos a la jatina que Bonita, nuestra enorme vaca acababa de parir. Mamá me sentó en el montón de hierba. Se acercó a Bonita y echando besos al aire, empezó a pasarle la mano por lo ella decía que eran sus riñones:
- ¡Much, much!... muy bien bonita...muy bien...muy bien.
Luego roció a la ternera recién nacida con sal gorda. Mamá decía que era para que Bonita le lamiera la sangre y la dejara limpia. Y Bonita lo hacía. Mientras Olga me iba, poco a poco, enterrando dentro del montón de hierba, yo , de nuevo, me iba ahogando por el asma.


Cuando volví a despertarme ya mamá nos había migado la leche en el tazón. A mi me gustaba comerme primero las esponjosas miguinas de pan blanco -de las hogazas que mamá cocía en el horno comunal, una vez por mes, que era cuando le tocaba- bien blandinas; luego, al bebérmela, ponerme los bigotes todos blancos, como a un Micifuz, decía mamá, mientras me los limpiaba con su mandil. En frente, Olga -como todas las mañanas- me hacía muecas, a ver si picaba y con la risa se me escapaba todo por la nariz. Pero aquella mañana, no piqué. Y mamá se ahorró el darnos con la zapatilla para que termináramos con las risas y el desayuno. También nos había preparado una rebanada de pan tostado, cubierto de nata de la leche recién cocida, con un poquitin de azúcar por encima. ¡Qué rico!¡Como a mí me gustaba! ¡Que no estuviera muy dulce!



¡Que sorpresa! Al ir a calzarme mis madreñas ¿Adivinas lo que había sobre ellas? Una cartera azul, de esas de colgar cruzadas, con un bolsillo de cremallera amarillo, y dentro había un cuaderno de doble línea de Rubio con las pastas azules, una caja de séis lápices de colores Alpino...¡Oh, las poláinas eran verdes muy chillón!¡Me colgué mi cartera y me enfundé en aquellos horribles leotardos - siempre que me los puse me parecía ir enfundada en una lechuga...pero bueno ¡me los habían traído!- antes de salir a la calle.



Imagen tomada del PPS "Tombe la neige" ("Cae la nieve") de Adamo, enviado por Fernando ayer mientras yo estaba terminado de escribir este relato, y ... ¡que casualidad!... se parece mucho a mi pueblo -justo al lugar donde se encuentra la casa nueva de mis padres, en la Carretera de Posada, en Dehesas (León, España)- cuando está nevado.




¡Y otra sorpresa! Cuando volvíamos al establo a ver como seguían Bonita y Estrellita -aquel era el nombre que mi madre le había dado- comenzaron a caer copos y no paró de nevar en tres días. Todo Dehesas, mi pueblo, se cubrió de una espesa capa blanca, como en las imágenes que había visto sobre la Navidad. Olga y yo nos pasamos los días tirándonos bolas de nieve. Aprovechamos la nevada, para apretarnos la nieve bajo los tacones de nuestras madreñas y caminar todo el día sobre unos grandes zancos y cuando nos caíamos de ellos...¡que juerga! ¡Nunca me reí tanto!

Madrid 6 de diciembre de 2010, 22:50

DEDICATORIA: Olga, yo no se hacer patucos, no me dedico ya a tejer, como tu lo haces, así que este es mi regalo de Navidad para ti, Miguel, Cristina, Ruth e Iván y respectivas parejas. También podrías leérselo al pequeño Miguel. Es posible que le guste escucharlo. En recuerdo de nuestras noches de "filandón".

También te lo dedico a ti, Fernando, ya que gracias a uno de tus maravillosos PPSs (aquél dedicado a la madre con los retratos de las mujeres cosiento ¿te acuerdas?) me inspiraste para que escribiera este relato y tomara una foto de otro.


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lunes, 4 de enero de 2010

REFLEXIONES: Evitando daños mayores



Imagen tomada de Lauren: "Living with MS"


"Evitando daños mayores"


A veces las relaciones son complicadas para una pareja estable, para cuanto más para una que no lo es. Unas veces una pareja comienza a formarse mientras que otra se está rompiendo. El hecho de que una mujer esté rompiendo su relación con un hombre, pero de forma insegura: es decir tomándolo cuando le interesa y dejándolo cuando le parece bien, provoca un grave estado de ansiedad en ese hombre, y si trata de apoyarse en otra mujer, intentando establecer entre ambos una nueva relación, esta se verá gravemente perjudicada por el carácter inestable e inseguro de la primera.


Si el hombre fuera de carácter fuerte, tal vez encontraría, con mayor facilidad la forma de romper con la primera, pero siendo débil o sensible, normalmente se dejará manipular más fácilmente, y le costará mucho desprenderse de los antojos de la primera, sobre todo si aún tiene sentimientos por ella. ¿Cómo actúa entonces con la segunda? Pues, seguramente aunque no se de cuenta, de forma egoísta o insensible, y sin fijarse mucho en lo que a esta le puede causar daño: es decir, tenerla ahí para cuando la primera no le hace caso, ya que, normalmente, no puede hacer otra cosa. Si reconoce esta forma de actuar suya, y el motivo por el que está actuando de esa forma, ya es mucho más de lo que muchos reconocerían.


¿Cual sería la forma recomendable de actuación de la segunda al darse cuenta de que él sigue manteniendo la relación con la primera? Pues, dependerá de lo que ya le importe o ame a ese hombre. Si están al principio de la relación, será más difícil cortar con él, porque las drogas que segrega el cerebro en esa primera etapa le impedirán hacerlo, ya que la harán más indefensa ante la crítica o al análisis de la situación. Pero a medida que pasa el tiempo -y si la segunda mujer no obtiene del hombre lo que espera- ella se irá desilusionando paulatinamente hasta que pueda llegar a romper con él, ya que no soportará fácilmente la situación de que él sea incapaz de cortar con la primera.


¿Qué debería hacer entonces la segunda hasta que llegue el momento de acabar con esa relación insatisfactoria definitivamente? Tratar de evitar todo tipo de situaciones que le causen un dolor innecesario. Por ejemplo, si ella está pendiente de él (telefoneándole, escribiéndole, etc.) mientras que él no lo hace, intentar hacer lo mismo, para que la falta de reciprocidad no le cause mayor frustración.


También hay que reconocer que solo a base de decepciones o de falta de correspondencia te llegarás a desengañar de que esa persona no es la adecuada o la que esperas para ti –aunque estés segura de que (o creas que) podría haberlo sido en una mejor circunstancia- ya que, esta claro que en ese momento, no puede comportarse contigo como tu desearías o necesitas ser amada.

Madrid a 4 de enero de 2010, 12:15

VIDEO: “Amar a dos mujeres”, Banny Costa y Erikc Francheski, Salsa matine



Letra

Si te vas..
Hoy te voy a decir la verdad
Basta ya..
Si te falle
Te aseguro que no me dedique
hacerlo

Amar a dos mujeres a la vez
Nos pasa a todos una vez por mes
Amar a dos mujeres a la vez
No es cosa extraña x2

Si te vas..
Hoy te voy a decir la verdad
Basta ya..
Si te falle
Te aseguro que no me dedique
hacerlo

Amar a dos mujeres a la vez
Nos pasa a todos una vez por mes
Amar a dos mujeres a la vez
No es cosa extraña

(x2)



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domingo, 3 de enero de 2010

POEMA: Mi dolor es solo mio




"Mi dolor es solo mío"


“Nadie puede causarte daño,
Sino es físico”

Alguien un día me dijo ...
Pero a menudo, hasta eso, olvido.


Mi dolor es solo mío,
No quieras, hermana, ahora, hurgar en él,
Ni saber más allá
De lo que voluntariamente te digo...


Sí, una vez más me aflijo,
Por lo que aparenta inconsistente,
O algo que no encierra entresijo,
Por lo que solo se aloja en mi mente,
O migaja que podría resultar inconveniente.


Más si dentro de mi bulle ese feroz grito,
Letra tras letrita,
Palabra tras palabrita
Suavemente, voy y las emito,
Dejándolas escapar de a poquito.
Mi tino no pretendo agudizar,
Ya que el chillido ajeno y mi grito,
Que se lleguen a cruzar evito.


¿Lograría mudar mi forma de ser
Para cesar mi padecer
Por lo que a otros no parece atañer?


¿Conseguiría apartar mi desolación
Por lo que menosprecio,
Desamor o distracción
Hacia mi persona aprecio?


¡Con la avanzada estética de la cirugía
En más joven me transformaría!
Una amplia sonrisa en mi boca colocarían,
El surco de mis lágrimas rellenarían,
Mis profundas ojeras aclararían,
Del paso de mis años toda huella borrarían.
Y de aspirar alguien a adulterar mi esencia
¿Por casualidad yo consentiría?

Madrid 3 de enero de 2010, 12:35
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VÍDEO: “Yo soy rebelde” Janette



Letra

Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así
porque nadie me ha tratado con amor
porque nadie me ha querido nunca oír.

Yo soy rebelde porque siempre sin razón
me negaron todo aquello que pedí
y me dieron solamente incomprensión.

Y quisiera ser como el niño aquel
como el hombre aquel que es feliz.

Y quisiera dar lo que hay en mí
todo a cambio de una amistad.
Y soñar y vivir,
y olvidar el rencor.
y cantar y reír
y sentir sólo amor.

Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así
porque nadie me ha tratado con amor
porque nadie me ha querido nunca oír.

Y quisiera ser como el niño aquel
como el hombre aquel que es feliz.

Y quisiera dar lo que hay en mí
todo a cambio de una amistad.
Y soñar y vivir
y olvidar el rencor.
y cantar y reír
y sentir sólo amor.
lalalalalala...
lalalalalala...
lalalalalala...



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sábado, 2 de enero de 2010

REFLEXIONES: Balance de fin de año

Este año no he telefoneado a NADIE después de las uvas –algo que llevo haciendo durante años. Primero, a los más importantes, luego, tomaba mi Agenda e iba llamando al resto, por orden alfabético ... ¡sin importarme lo lejos que estuvieran, ni lo que me gastaba en teléfono! pero este año ... ¡me he declarado en rebeldía! -¡Tal vez por eso me siento, ahora tan mal!- ¿porqué no telefoneé? Bueno, me he pasado la vida llamando a amigos, amigas, miembros de mi familia y demás seres queridos, de los que tengo el número. Quería saber quién realmente se acordaba de mi si yo no les llamo. Bueno, ahora ya tengo le respuesta ... ¡ni mi fijo, ni mi móvil han sonado desde que comenzó el año! Bueno, miento ... me llamó mi amigo Ángel, para contarme un problema que tenía en su trabajo ... pero su llamada no cuenta, ya que no celebra las entradas de año ... ¡dice que, para él, todos los días son iguales!


Y ya estoy harta de que cuando les llamo me digan: “¡Te has adelantado..te iba a llamar yo! ¡No me entró la llamada ... debía de haber mucha gente llamando!¡Déjame que algún año te llame yo primero!... ¡No te he llamado, pero te envié un mensaje ¿no lo has recibido? ... pues que raro ... ¡si se lo envié todo el mundo!,” ... y ¡disculpas por el estilo!


Me doy cuenta de que realmente -y a pesar de todos los problemas personales que he tenido en la vida- he mantenido contacto con mis seres queridos porque yo me he empeñado en llamarles, escribirles o en ir a verles ... ya que ellos ni me llaman, ni vienen a verme, ni me invitan normalmente a su casa, ni para vernos en ninguna parte, ni se preocupan de si estoy viva o muerta, o de si me encuentro bien o mal – ¡ni siquiera mi hermana ... con la que todavía mantengo una mínima relación porque sigo aceptando todos los años ir con mis hijos a celebrar la cena de Navidad a su casa – y quizás piense, incluso, que solo vamos para darle trabajo- ya que la mía para ella ... ¡siempre le ha quedado demasiado lejos!- En fin, que para casi todo el mundo, que es importante, de alguna manera en mi vida, NO EXISTO, excepto para mis hijos ... algunas veces ... y ¡por supuesto, mis gatos! Pero también es bueno saber que ... sumando, restando, multiplicando y dividiendo mis afectos ... los ÚNICOS que, al final me quedan, son ellos ... Cuando estás viuda la gente tiene la costumbre de decirte “¡bueno tienes a tus hijos!” ... y a veces, pasan los días ... e incluso me pregunto ¿pero ... tengo hijos? ... Pero, bueno... ¿de qué me quejo? ¡sí hay alguien que me adora ... ¡mi gatito Rony! ... que se pasa todo el día pendiente de mí ... ¡tal vez porque le salvé la vida y no lo ha olvidado!



Creo que es importante que asimile todo esto. Siempre me he sentido frustrada porque la gente a la que quiero piensa que soy un “bicho raro”, ¡y como a tal me tratan! Creen que si estás rodeada de libros no necesitas afecto, ni a la gente ... como si en ellos tuvieras para panacea para todo, incluso para el amor.


Una vez, que estuve haciendo terapia de grupo, me dijo la psicóloga que, mi mayor problema afectivo era que, iba por el mundo sintiéndome “un perrito abandonado” ... Ya escribí en otra ocasión, que esta carencia afectiva seguramente proviene de haberme quedado huérfana de padre los 6 años ... y por más que intento ser independiente afectivamente ¡no lo consigo! Y esto me afecta mucho en mi rendimiento en el trabajo y también intelectualmente ...


Mi propósito para este año 2010 es que: voy a tratar de mantenerme en mi caseta, cuidar de ella y de mi misma, y si -¡por casualidad!- crees que soy una perrita que merece la pena, valórame, preocúpate de mi y mímame en la justa medida ... porque sino cualquier día de estos ... ¡te voy a soltar un mordisco o una patada en tu lindo trasero! ...




















¡Ah, y te agradecería que no seas de esos que van a ir a llorar a mi entierro, ni te atrevas a comprarme una gran corona, ni un ramo, ni siquiera una sola flor ... porque si no has sabido, o no has querido darme “mis flores” cuando las podía oler ... justo entonces, será ... cuando ya no me hagan falta ... además ... ¡ya no me importará en absoluto tu presencia, ni lo que hagas ... y me temo que ... ¡tampoco podré agradecerte tu bonito e inutil “detalle”!




Madrid a 2 de enero de 2010, 12:30

VIDEO: Culpable y convicta - Javier Calamaro




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viernes, 1 de enero de 2010

POEMA: Luna azul





"Luna azul"

Está noche la luna alumbra azul,
¡Al menos eso dice Yahoo!

¿Porqué en vez de blanca
Brillará la luna azul?
¿Porqué cambió el color de la pureza
Por el de la tristeza?


¡Oh, luna!
Mi gato no está
Ni triste ni azul.
Mi gato está blanco
Y juega travieso.
¿Qué entenderá mi gato
De todo eso?







¿Es que acaso, luna
Has leído mi alma,
Desde tu altura?

Compré un atuendo azur celeste,
Unos zapatos de raso bruno
Con brillantes dorados,
Unos preciosos colgantes
De relucientes enzarzados.
Me había elevado el peinado.
Una bonita sortija
Ataviaba mi mano.
Ahorita, en su punto,
Otra vez todo guardado.
Bajo la mirada ausente de mi amado
Un índigo pesar me ha desbordado.




Hada de la noche,
Me niego a ser una mohína luna,
Pero temo a este inédito oscurecer.
¡Acude, embózame,
Canturréame una nana,
Y hasta el alborecer
Bamboléame en mi cuna!





Madrid 1 de enero de 2010, 03:44:28



VÍDEO: "El gato que está triste y azul" cantada por Tamara




VÍDEO de la versión original: “El gato que está triste y azul” de Roberto Carlos (con imágenes de gatitos)

Versión instrumental de “El gato que está triste y azul” con “panflute”



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